Cierre definitivo de Harley Davidson Barcelona: así ha sido la caída del popular concesionario
El primer distribuidor de la marca en España ha cerrado sus puertas y tiene varias causas penales pendientes

Lo que fue un templo para los amantes del rugido en V-Twin, la libertad sobre dos ruedas y el cuero curtido al sol, ha terminado en un sonoro y turbio fundido en negro.
El mítico concesionario Harley Davidson de Barcelona, el primero que se inauguró en España, ha cerrado sus puertas de forma definitiva. Pero esto no ha sido un adiós elegante, sino una caída con estrépito y varias causas penales pendientes.
Envuelto en escándalo
La empresa al frente del concesionario, 24 Horas Barcelona S.L., se ha declarado en concurso voluntario de acreedores, envuelta en una marea de impagos, investigaciones penales y, según denuncian decenas de clientes, presuntas estafas en la compra y venta de motocicletas.

El Juzgado Mercantil número 2 de Barcelona ya ha declarado la suspensión de pagos y ha designado como administrador concursal al despacho Brosseta. El panorama no es alentador: 150.000 euros en descubiertos bancarios, créditos avalados por el ICO en 2021 cifrados en 400.000 euros -que ahora quedan sujetos al devenir del expediente judicial-, y un reguero de clientes y acreedores que deberán reclamar judicialmente lo que se les debe.
Un cierre lleno de humo
El concesionario de la calle Calvet, entre el glamour de Turó Park y la vorágine de Francesc Macià, bajó la persiana sin previo aviso. Como si nunca hubiera estado allí. Poco después, la página web dejó de funcionar y, en noviembre de 2024, los Mossos d’Esquadra irrumpieron en la tienda en un registro espectacular. La operación policial, según reveló en su momento Crónica Global, formaba parte de una investigación por presunto desfalco a la que se suman ahora las causas mercantiles y penales.
Mientras el local quedaba clausurado, los Mossos se incautaban de once motocicletas, y el administrador único de la empresa, Toni Solano Pallarol –hijo del fundador, Antonio Solano Abad, un veterano motero– dejaba de dar señales. Los clientes, desconcertados, empezaron a unir puntos.
Montse y el efecto dominó
Uno de los casos que ayudó a sacar el escándalo a la luz fue el de Montse, una clienta que confió su Harley al concesionario en abril de 2023 para su venta. Se suponía que recibiría 16.500 euros. A día de hoy, aún no ha visto ni un euro.
“Fui varias veces, y el 3 de junio de 2023 fue la última. Desde entonces, el dueño desapareció”, explicó Montse en declaraciones a RAC1. Su testimonio, que recogimos en Consumidor Global, desencadenó una avalancha de denuncias de otros clientes que relatan situaciones similares: motos vendidas sin pagar al propietario, compradores que nunca recibieron el vehículo, operaciones sin contratos claros ni trazabilidad.
Las causas judiciales, una telaraña
A día de hoy, hay tres causas abiertas. La mercantil, por la insolvencia declarada. Una penal, por presunta estafa –en curso en el juzgado de instrucción número 27 de Barcelona– y otra por un supuesto fraude en contratos de arrendamiento, tras una querella presentada por una entidad financiera contra los gestores del concesionario.
En paralelo, continúa la guerra de versiones. La familia Solano, responsables del negocio, se defiende alegando que fueron víctimas de dos inversores italianos, quienes supuestamente les facilitaron fondos que nunca se recuperaron. Pero los italianos se lavan las manos: afirman que sólo prestaron dinero y que la gestión diaria estaba completamente en manos de los Solano. Lo único claro, por ahora, es que el dinero –como las motos– ha desaparecido.
Harley Davidson se lava las manos (y el logo)
¿Y qué dice Harley Davidson de todo esto? Poca cosa. En un comunicado escueto, la mítica firma estadounidense ha asegurado que el concesionario barcelonés operaba como entidad independiente, que no tiene acceso a sus cuentas ni a su gestión financiera, y que su relación se limitaba a estándares de imagen. Traducido: se vendían nuestras motos, pero si hay problemas, no son nuestros.

Una postura tibia, incluso cobarde, ante la magnitud del problema, teniendo en cuenta que este era el concesionario más antiguo de España y uno de los más visitados por moteros europeos. En su momento incluso se llegó a vincular su caída con el tráfico de marihuana, como también publicó Crónica Global. Aquella pista, sin embargo, no llegó a consolidarse judicialmente.
Mientras tanto, otra tienda sigue rugiendo
Por si alguien se pregunta si Harley sigue viva en Barcelona, la respuesta es sí, pero con matices. Existe otro espacio oficial, el Espai Harley Davidson BCN, en la calle Joan Güell, que no tiene ninguna vinculación con los escándalos de Calvet.
Lo dirige Jorge del Olmo, hijo del conocido periodista radiofónico Luis del Olmo, y su gestión –hasta ahora– no ha sido cuestionada. De hecho, desde este local siguen vendiendo motos, recambios y organizando eventos sin el menor sobresalto.
El último rugido
El cierre del concesionario de Calvet marca el fin de una era para los fans de Harley en Barcelona. Pero también deja una amarga lección sobre lo que ocurre cuando un símbolo se desvanece entre la mala gestión, el silencio institucional y el desamparo del consumidor. Montse, y muchas personas como ella, todavía esperan una respuesta. O, al menos, que alguien aparezca para dar la cara.
Y mientras tanto, en la calle Calvet, sólo queda el eco de un motor que ya no arranca.