En el número 12 de la Plaza de la Sagrada Familia de Barcelona, con unas vistas inmejorables al templo de Antoni Gaudí, abría en octubre de 1946 una sala de exhibición cinematográfica que marcaría a distintas generaciones de vecinos, y cinéfilos de otros lares, que se acercaban en busca de comedias, romances y aventuras en la gran pantalla.
La gran ilusión duró algo más de medio siglo. Hasta el 21 de febrero de 2005, cuando finalizó la última sesión, la memorable Million Dollar Baby, y los espectadores se levantaron de las 1.300 butacas aterciopeladas en color verde chillón y abandonaron la oscuridad de la icónica sala. Pero la esperanza aún perduró unos años más. Hasta el momento del derribo final, en marzo de 2018, con el adiós definitivo al cine Niza y a una época. Ahora, el nuevo edificio alberga un inmenso Mercadona.
El icónico Cine Niza
El empresario cinematográfico Luís Cabezas, también propietario del cine Montecarlo, construyó el Niza y lo convirtió en una de las salas de reestreno de referencia de la ciudad. Su primer programa doble fue It Ain’t Hay, de Abbott y Costello, y Sangre sobre el sol (Blood on the sun).
Además de cine, el Niza acogió numerosos mítines de partidos como el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) o el Partido Socialista de Cataluña-Congrés (PSC-Congrés) durante la transición española. También en 1977, varios colectivos de homosexuales y el Colectivo de Lesbianas, que habían sido represaliados durante el franquismo, celebraron allí multitudinarios mítines contra la Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social.
Años 80
Tras unos años de declive, el conocido empresario Pere Balañà compró la sala en los 80 y la remodeló por completo, instalando las vistosas butacas verde chillón.
A causa de la falta de acuerdo entre Balañà y los propietarios del local a la hora de renovar el contrato de alquiler, el Niza, como tantos otros cines de barrio de toda España, cerró finalmente sus puertas.
Un Mercadona con historia
En diciembre de 2020, pasados 15 años desde la última sesión, el Niza se convertía en un aparcamiento, un parque de interior de manzana y un Mercadona de miles de metros cuadrados.
Allí donde antes reinaba la magia del séptimo arte, ahora manda Juan Roig. Pero el recuerdo del Niza nunca muere. Aquellas tardes de domingo. El aroma a palomitas. Las historias compartidas.