En el otoño de 1935, Federico García Lorca no era un simple turista, sino el autor del momento, un auténtico fenómeno cultural que conquistaba Barcelona. Se instaló en un emblemático hotel para supervisar el estreno de su obra cumbre, Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, protagonizada por su gran amiga y musa, la actriz catalana Margarita Xirgu.
Casi 90 años después, ese mismo hospedaje ha saldado una deuda histórica con uno de sus más ilustres huéspedes. Gracias al impulso del cantaor Miguel Poveda, una placa conmemorativa brillará en el vestíbulo del Hotel Majestic para que ninguno de los alojados olvide que, entre esas paredes, uno de los mayores genios de la literatura española vivió, escribió y soñó.
Un otoño dorado en la Barcelona que amaba
La de 1935 no fue la primera vez que Lorca pisaba Barcelona. Su primer viaje fue en 1925, justo hace un siglo, invitado por Salvador Dalí. Regresó en 1927 para inaugurar su primera y única exposición de dibujos en las prestigiosas Galerías Dalmau.
Pero su estancia de 1935 fue la consagración. Barcelona se rindió a sus pies. Mientras Doña Rosita la soltera triunfaba en el Teatro Principal, en otros teatros de la ciudad se representaban simultáneamente Yerma y Bodas de Sangre. Lorca amaba Barcelona por su modernidad, su vibrante vida cultural y su espíritu abierto. Hablaba maravillas de Cataluña, se involucró con sus ateneos y sentía una profunda admiración por su gente.
Desde su habitación en el Majestic
Desde su habitación en el Majestic, no solo saboreó el éxito. El periodista e investigador Víctor Fernández asegura que fue allí donde escribió un emotivo epitafio para el músico Isaac Albéniz.
Además, el dramaturgo Alberto Conejero está convencido de que entre esas cuatro paredes avanzó en la escritura de dos obras inmortales: La casa de Bernarda Alba y los Sonetos del amor oscuro. Barcelona, junto a Madrid y Buenos Aires, fue uno de los “epítomes de su carrera”.
Joan Manuel Serrat entonan a Lorca
La idea de esta placa nació de una pregunta que el cantaor Miguel Poveda se hacía constantemente: ¿por qué no había nada que recordara un momento tan importante? “Lorca hablaba maravillas de Barcelona y Cataluña”, ha afirmado Poveda durante el acto de presentación, definiendo la placa como una muestra de “amor y gratitud” hacia un poeta que es “un ejemplo a seguir”.
El evento, cargado de simbolismo, contó con figuras de primer nivel. Joan Manuel Serrat, quien se definió como “el padrino del novio”, puso el broche de oro al homenaje. Antes de descubrir la placa, el maestro entonó a capela los versos de Herido de amor, uno de los poemas de Lorca que él mismo musicó, creando un momento de pura emoción que enmudeció a los presentes.
La huella de Lorca: un proyecto que no termina aquí
Esta iniciativa en el Hotel Majestic no es un hecho aislado. Miguel Poveda ha revelado que forma parte de un proyecto personal para señalizar los lugares que marcaron la vida del poeta. La primera parada fue en Granada, en la calle Acera del Darro, donde Lorca vivió su adolescencia. Allí, Poveda ha alquilado un local para convertirlo en un “centro cultural vivo” y donde el próximo 13 de mayo se instalará otra placa.
El cantaor ya tiene la vista puesta en su próximo objetivo: Badalona. Quiere honrar la memoria de la casa donde vivió Margarida Xirgu, el refugio donde el poeta pasó tantas noches de confidencias y creación artística. Un proyecto que busca trazar un mapa físico y emocional de la vida de un autor universal cuya huella, ahora más que nunca, se hace imborrable.