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La tienda de víveres centenaria reconvertida en museo: "Es como viajar al pasado"

Su dueño, Jaume Pau Cañas, nos abre las puertas de este establecimiento que permanece anclado en los años cincuenta y ofrece visitas guiadas

Teo Camino

Jaume Pau Cañas Figueres durante una visita a la tienda Cal Figueres / CEDIDA

Una luz gastada impregna las cuatro paredes de la estancia, totalmente cubiertas por unas estanterías de madera que contienen envases y cachivaches de principios y mediados del siglo XX.

Un cortador de hielo, balanzas y básculas. Rollos de papel higiénico Elefante, la primera marca que hubo en España a finales de los años cincuenta, tambores de detergente y enormes frascos de vidrio para vender legumbres a granel. Bajo una fina capa de polvo se puede leer: “Nueva Sevillana, la mejor hoja de afeitar”. En lo alto, como avergonzada, una botella de “Soberano. Es cosa de hombres” habla de un pasado pisado y bien pisado.

El origen de Cal Figueres

“En 1884, mi bisabuela ya pagaba impuestos como tienda de abacería y legumbres. Desde entonces, ininterrumpidamente, hemos pagado la contribución como tienda de víveres”, relata Jaume Pau Cañas Figueres, que pertenece a la última de las cinco generaciones que han regentado Cal Figueres, un comercio que ha sido la vida de su familia, pero narra la historia de El Vendrell, un pueblo de la provincia de Tarragona.

El interior de la tienda centenaria Cal Figueres / JAUME PAU CAÑAS

“Yo nací aquí en la tienda, en el piso de arriba”, explica Jaume, quien, desde pequeño, al salir de la escuela, volvía a la tienda -su casa- de la calle Santa Anna número 31 a echar una mano.

De padres a hijos

“La madre falleció en el 76 y la muerte del padre fue en el 78. A partir de ese momento, mi difunta esposa, la Montserrat, y yo, pasamos a encargarnos de la tienda”, recuerda con la voz quebrada.

Tras una vida dedicada al comercio familiar, Montserrat Canela y Jaume bajaron la persiana de Cal Figueres en 2012. 

De tienda de víveres a museo

“Yo siempre he sido de guardar cosas. Así que, cuando nos jubilamos, le dije a la Montserrat: ‘¿Por qué no vaciamos la tienda, colocamos todos los artilugios que hay en el almacén y la enseñamos a los jóvenes para que sepan cómo eran las tiendas de antes?’”.

Y así lo hicieron... 

Botellas de sifón, detergentes y otros productos de limpieza / JAUME PAU CAÑAS

Así eran las tiendas en los años cincuenta

Para los grupos de jóvenes y mayores que se acercan Cal Figueres, lo más curioso son las balanzas de principios del XX, la tostadora sin soldadura para las almendras, el viejo fregadero donde remojaban el bacalao, las inmensas ollas para cocer las legumbres, el horno para tostar la malta… 

“Son las herramientas que utilizaba la abuela”, señala Jaume. “Recuerdo que el padre siempre decía: ‘Qui vol menjar bon llegum cuit i bon bacallà, a Cal Figueres a d’anar’.

Colonia a granel y hielo cortado

Porque entrar en esta tienda es como adentrarse en el túnel del tiempo: “Vendíamos desde el aceite hasta la colonia a granel, pero también carburo y jabón de olor. Durante los veranos, cortábamos el hielo y lo llevábamos a las casas”, rememora Jaume.

Cajas de madera, botellas antiguas de licor y ollas para cocinar legumbres / JAUME PAU CAÑAS

Casi todo iba a granel, aunque también abundaba el vidrio de los primeros yogures de Danone, las botellas de La Lechera y los licores de importación tipo Chartreuse y Cointreau. El azúcar, en cambio, llegaba en sacos de algodón. Una vida sin plástico en la que todos los envases eran retornables y no había que reciclar.

Visitas guiadas

En un principio, en la regiduría de cultura del Ayuntamiento de El Vendrell “no nos hicieron caso y me supo mal, pero empezamos a enseñarlo por nuestra cuenta y el número de curiosos ha ido creciendo”, explica, orgulloso, Jaume.

Ahora, desde el propio consistorio organizan visitas guiadas gratuitas y Jaume es el encargado de dar las explicaciones pertinentes. “Yo explico lo que me explicaba mi abuelo, que es lo que le había explicado su madre, y eso despierta sentimientos”. 

Viaje al pasado

Curiosos de toda España se acercan hasta esta tienda-museo de El Vendrell. "El otro día vino una señora de Cáritas y me dijo que le había encantado, y se emocionó, pero que tenía un problema, y es que no sabía si le había gustado más lo que había visto o lo que echaba en falta”, explica Jaume.

“La gente me dice que es un museo, pero a mí, como no me he movido de este espacio y nunca he entrado en una gran superficie, no me transporta a ningún lado más allá de la infancia. Me recuerda a mi abuela cuando me mandaba a buscar sardinas o cuando los vecinos venían con la aceitera a comprar aceite y te ponías a charlar. El comercio de proximidad que dicen ahora. En esta misma calle nació el maestro Pau Casals. Mi abuela materna era amiga de su familia. No sólo éramos una tienda, éramos unos vecinos más. Aquí aún bendecimos el pan como hace 200 años. Somos de tradiciones”, cuenta este jubilado reconvertido en guardián de los recuerdos.