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La nueva actualización de IA para todos los usuarios según Google: "Va a tener acceso a tu teléfono"

La nueva función de Gemini en Android plantea dudas sobre la privacidad. ¿Está Google accediendo a tus datos aunque no lo permitas?

Rocío Antón

La nueva actualización de IA para todos los usuarios, según Google / Montaje CG

El avance de la inteligencia artificial está dejando de ser un fenómeno aislado para convertirse en un tejido omnipresente que lo impregna todo: aplicaciones, plataformas, dispositivos y hasta las interacciones cotidianas.

Una persona mira su móvil después de configurar la app de Google Gemini / PEXELS

Lo que parecía futurista hace unos años, hoy es parte de nuestras rutinas digitales. Y lo más probable es que esta tendencia se intensifique con fuerza en los próximos años.

Cuando la IA lo sabe todo de ti: el lado invisible de Gemini y tu privacidad en peligro

Uno de los últimos movimientos en esta dirección lo ha dado Google, que ha comenzado a desplegar funciones de su asistente IA Gemini directamente en aplicaciones clave del ecosistema Android, como Teléfono, Mensajes, WhatsApp o incluso herramientas del sistema. ¿La novedad? No importa si tienes activa o desactivada la actividad de Gemini: la IA estará presente de todas formas.

Un hombre comprueba unos datos en el ordenador con ayuda de la IA / FREEPIK - standret

Este anuncio, comunicado discretamente por correo electrónico a los usuarios, se ha presentado como un paso adelante en accesibilidad y asistencia inteligente. Sin embargo, la letra pequeña ha encendido las alarmas entre expertos en ciberseguridad y privacidad digital. La frase clave —y polémica–: "Gemini podrá ayudarte tanto si tienes activada como desactivada la actividad de Gemini Apps", o lo que es lo mismo… desengáñate, va a tener acceso a tu teléfono, lo quieras o no”.

La cara oculta de una “ayuda inteligente”

Más allá del entusiasmo inicial por las nuevas capacidades, esta decisión de Google abre un debate crucial: ¿hasta qué punto estamos sacrificando privacidad por conveniencia? Aunque la compañía asegura que desactivar la actividad impide que los datos se usen para entrenar sus modelos, la posibilidad de que la IA acceda a contenido personal en segundo plano sigue generando desconfianza.

Una persona utiliza el asistente virtual de Zalando / ZALANDO

La polémica no es infundada. Recientemente, Google ha sido condenada a pagar más de 314 millones de dólares por prácticas invasivas de recolección de datos en dispositivos Android, incluso cuando estaban inactivos. No es difícil conectar los puntos.

Según Incogni, firma especializada en privacidad digital, tanto Gemini como Meta AI figuran entre los asistentes menos respetuosos con la privacidad del usuario. “El hecho de que una IA pueda acceder, aunque sea brevemente, a historiales de llamadas, mensajes o chats privados es una línea roja que no debería cruzarse sin un consentimiento claro y explícito”, advierten sus analistas.

El gran dilema: datos a cambio de eficiencia

La inteligencia artificial se nutre de datos. Sin ellos, no hay predicción, personalización ni automatización posible. Redes sociales, navegación web, comportamiento de compra, incluso los silencios de nuestros dispositivos: todo sirve como alimento para el aprendizaje automático. Esta es la base que permite que herramientas como Gemini puedan ofrecer respuestas contextuales, redactar mensajes o incluso sugerir acciones antes de que las pensemos.

Asistente virtual MaryMe para organizar bodas / MARYME

Pero esta dependencia tiene un precio. Cuanta más información recolecta una IA, más difícil se vuelve garantizar que dicha información no se use con fines cuestionables: desde campañas de publicidad dirigida hasta decisiones automatizadas que afectan nuestras finanzas, salud o libertad de expresión.

Privacidad y regulación: las asignaturas pendientes

Nos encontramos en un punto de inflexión. Mientras la tecnología avanza a una velocidad vertiginosa, las políticas de regulación no logran seguirle el ritmo. Muchos países aún no cuentan con leyes específicas que contemplen el uso de IA en contextos sensibles. Y cuando las hay, su aplicación es ambigua.

Una persona ajusta las funciones de privacidad de las apps de su teléfono/ PEXELS

De ahí la urgencia por establecer marcos legales robustos, donde el consentimiento informado sea la base de toda interacción tecnológica. Esto significa que las empresas deben explicar —de forma comprensible y transparente— qué datos recopilan, cómo los utilizan y con quién los comparten. No más contratos interminables ni tecnicismos legales que solo entienden los abogados.

Además, los usuarios deben tener control real sobre su información: decidir qué compartir, revocar permisos fácilmente y saber cómo eliminar sus datos del sistema si así lo desean.

Hacia una IA más ética y responsable

La inteligencia artificial puede ser una aliada increíble si se gestiona con responsabilidad. Desde el diagnóstico médico hasta la optimización del tráfico urbano, sus aplicaciones son infinitas. Pero para que la sociedad confíe en ella, las reglas del juego deben estar claras.

En esta era hiperconectada, la privacidad se ha convertido en un bien escaso. Por eso, iniciativas como la integración de Gemini en todos los rincones de Android deben ser analizadas con lupa. Porque lo que se presenta como progreso, también puede convertirse en vigilancia encubierta si no actuamos con criterio.

¿Qué podemos hacer como usuarios?

  • Revisar configuraciones de privacidad en nuestros dispositivos y cuentas.

  • Utilizar asistentes de IA con políticas de datos más transparentes.

  • Exigir más claridad y control a las empresas que desarrollan estas tecnologías.

  • Apoyar marcos legales que protejan el derecho a la privacidad en el entorno digital.

La inteligencia artificial no debería avanzar a costa de nuestra privacidad. La clave está en encontrar el equilibrio: aprovechar sus beneficios sin perder el control sobre nuestros datos.