Don Quijote y Ovillo, la historia de éxito de estos restaurantes recomendados por la Guía Michelin
Mientras el establecimiento gallego es un icono de los platos de siempre, especialmente el marisco, el del chef Javier Muñoz-Calero presume de ofrecer una "cocina tradicional viajada"

Al pensar en ubicaciones relacionadas con Don Quijote, es probable que la mayoría de consumidores españoles arremolinase en su cabeza nombres como La Mancha, El Toboso o Argamasilla de Alba. Algunos quizá pensasen, en términos menos concretos, en las provincias de Ciudad Real y Toledo; o quizá en las ciudades de Barcelona (por ser la última gran urbe que visita Don Quijote en sus aventuras, donde se enfrenta con el Caballero de la Blanca Luna) y Madrid (por ser la capital el lugar en el que se imprimió el libro).
Lo que no es habitual es que uno pensase en Galicia. Pero es aquí, concretamente en Santiago de Compostela, donde se ubica el restaurante Don Quijote, un establecimiento con cuatro décadas de historia que ha recibido ahora la placa de "Restaurante Recomendado" en la Guia Michelin España 2025.
Abierto desde 1979
Matilde Rodríguez es la experimentada dueña del restaurante que, tal y como explica Efeagro, en la actualidad ha tenido que reducir el número de servicios por la falta de empleados. Don Quijote abrió sus puertas el 6 de enero de 1979, y ahora ha obtenido la placa de Michelin gracias a su cocina tradicional, en la que hay platos como el jabalí o el bacalao.

"La gente lo que quiere son platos de toda la vida", ha resumido Rodríguez al citado medio, destacando también el producto de proximidad y el marisco. Hay así, en su local, “mucha almeja, mucho berberecho y mucha navaja". De hecho, la Guía Michelin dice en su web que "ya casi no existen locales así, con un vivero a la entrada que… ¡Siempre está repleto de auténticas centollas de la ría!" Rodríguez llega al restaurante a las 10 de la mañana y sale a las 12 de la noche, por lo que asegura que al negocio de la restauración hay que tenerle “cariño”, además de, por supuesto, trabajar mucho.
"Te hacen sentir en casa"
Las reseñas en Google de este restaurante son realmente buenas: suma más de 890 críticas y tiene una nota de 4,5 estrellas sobre 5. "Lo recomiendo siempre. El trato es inigualable, la comida de la mayor calidad, te hacen sentir en casa", dice un comensal satisfecho.
"Excepcional. La comida estaba exquisita y el trato del personal fue perfecto. Comimos marisco de gran calidad y varios platos más: el arroz con bogavante muy rico y las fabes con almejas las mejores que hemos comido. Además de la calidad, la cantidad de los platos muy abundante. El precio nos pareció muy bien. Salimos muy contentos", decía otro.
Restaurante Ovillo
El restaurante Ovillo, del chef Javier Muñoz-Calero, también ha sido premiado con la placa de Michelin. Está ubicado en el centro de Madrid, y debe su éxito a su cocina “tradicional viajada” y a su enfoque en la sostenibilidad. Entre otros platos, ofrece cangrejo Real con mayonesa de cayena y lima (10 euros), milhojas de pastel de Cabracho, huevo rallado y mayonesa de berberecho (19 euros), cabeza de buey de mar gratinada (23 euros), rodaballo con pak-choi, fumé alimonado y coco (30 euros) o ravioli de langosta, bísquet de sus cabezas y espuma de erizo (35 euros).

El restaurante dice en su web recoger “un recetario tradicional” de los lugares que han sido el campo base gastronómico de su chef. “Sus influencias culinarias están bien definidas: Francia y Suiza, como sus escuelas de formación. Tailandia, donde el cocinero vivió un tiempo, empapándose de su cocina; y España, sobre todo Cataluña y País Vasco, donde se ha forjado también su carácter a los fogones”, enumeran.
Cuidado del medio ambiente
“Escabeches y ahumados caseros, tartares cortados minuciosamente, fondos que se cocinan a fuego lento, escuchando el chup chup de las cacerolas y ollas… El producto y la estación mandan y el mercado dicta los platos del día”, agregan.
Por otra parte, el local posee un sistema que recoge el agua de la lluvia para usarla como riego, está insonorizado para "no causar daño acústico", usa jabones biodegradables y agua ionizada. También tratan de reducir la cantidad de cartón que usan derivada de los proveedores que les llevan los alimentos y trabajan con una compostadora que produce compost de la basura biodegrdable.