Postbióticos: qué son, qué prometen y qué no sabemos aún

Al trío formado por probióticos, prebióticos y simbióticos se une un 'nuevo' miembro: los postbióticos. En este post los definiremos, conoceremos sus características y qué evidencia hay más allá del marketing

El consultor dietista-nutricionista Juan Revenga escribe sobre los postbióticos y lo que prometen / Fotomontaje CONSUMIDOR GLOBAL
El consultor dietista-nutricionista Juan Revenga escribe sobre los postbióticos y lo que prometen / Fotomontaje CONSUMIDOR GLOBAL

Durante años hemos hablado de probióticos (microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud) y de prebióticos (sustratos que utilizan selectivamente los microbios del huésped y que también aportan un beneficio). A esta familia se sumaron los simbióticos, que combinan ambos. Este marco, compartido tanto por la comunidad científica como por la mayor parte de consumidores, sirve de punto de partida para entender la siguiente pieza en este complicado puzle que es el del microbioma (o, de forma coloquial, la flora intestinal): los postbióticos.

Una razón clara del interés comercial que han suscitado los postbióticos es su estabilidad. Las células vivas son delicadas ya que precisan de condiciones concretas de oxígeno, calor y humedad. Sin embargo, las preparaciones inanimadas serían más resistentes en cuanto a las condiciones de almacenamiento, es decir, menos dependientes de la cadena de frío. Pero esa ventaja tecnológica no sustituye la necesidad de una evidencia clínica que avale su beneficio.

Definición con consenso… y con matices importantes

En 2021, un panel internacional de la ISAPP, (Asociación Internacional de Probióticos y Prebióticos) propuso una definición de consenso que hoy se ha tomado como referencia. Postbiótico es una preparación de microorganismos inanimados y/o sus componentes que confiere un beneficio para la salud del huésped. En este contexto, “inanimado” significa que el microbio estuvo vivo, pero que se inactivó por algún medio y ya no es viable. En cuanto a “preparación”, la definición subraya que no se trata de una molécula aislada y concentrada, sino un conjunto caracterizable que, además, ha demostrado un beneficio sobre la salud.

En el documento se señalan aspectos importantes para entender el concepto:

  • Quedan fuera los metabolitos purificados (por ejemplo, un preparado con butirato, un ácido graso de cadena corta característico del metabolismo de las bacterias intestinales beneficiosas). Y, por supuesto, en la definición de postbiótico no entran las vacunas.
  • No es imprescindible que postbiótico provenga de un probiótico: que una bacteria viva sea probiótica no garantiza que su versión inactivada funcione.
  • Debe administrarse por vía oral o aplicarse en alguna superficie del huésped (boca, intestino, piel, tracto urogenital o nasofaringe). Las inyecciones, por tanto, quedan fuera del alcance del término.
  • Para calificar como postbiótico se exige: que estén bien caracterizadas las cepas de origen (de forma ideal con su genoma), describir el procedimiento de inactivación y la composición final, demostrar un beneficio objetivo en el huésped mediante estudios de alta calidad y, claro está, documentar su seguridad para el uso indicado.

En paralelo, una revisión de 2022 sintetiza el concepto de postbiótico en la misma línea: un postbiótico puede estar formado por células no viables intactas o por fragmentos celulares, con o sin metabolitos producidos antes de inactivar la biomasa, siempre que el conjunto —esa preparación específica— sea el que aporta el beneficio.

¿Cómo se “fabrican” y qué productos podrían encajar?

Hay múltiples rutas tecnológicas para terminar con una biomasa inanimada (calor, spray-drying, radiación, alta presión, sonicación o lisis). Según separemos o no los metabolitos de fermentación, obtendremos preparaciones con células enteras o fragmentos con o sin metabolitos asociados. Lo clave es que esa combinación concreta sea reproducible y haya demostrado beneficio. La revisión cita ejemplos de categorías comerciales potenciales:

  • Lácteos fermentados tratados térmicamente: al inactivar los cultivos se gana estabilidad y la cadena de frío es menos exigente (“yogures” que no necesitan nevera). Pero ojo, solo podrían llamarse postbióticos si dicho preparado en concreto ha demostrado beneficios en ensayos adecuados.
  • Fórmulas infantiles con microorganismos inactivados (Bifidobacterium breve C50 o Streptococcus thermophilus 065): se han publicado ensayos con marcadores inmunes y clínicos en lactantes; pero, de nuevo, que se puedan etiquetar como “postbióticos” depende de que la preparación (ya no solo la cepa de origen) demuestre el beneficio.

¿Qué efectos se han observado hasta ahora?

La evidencia es prometedora pero bastante heterogénea. Algunos ensayos clínicos —citados en la revisión de 2022— apuntan a beneficios en escenarios concretos:

  • En pediatría, revisiones de ensayos clínicos sugieren que ciertas preparaciones con lactobacilos inactivados pueden acortar los síntomas de una diarrea en tratamiento y reducir algunos episodios de infecciones respiratorias en prevención.
  • En adultos, tabletas con Lactobacillus gasseri (CP2305) inactivado se han asociado a mejoría de síntomas de síndrome de intestino irritable y del estrés en contextos específicos. Además, cápsulas con Bifidobacterium bifidum (MIMBb75) no viable también han mostrado alivio sintomático en esta enfermedad. Son datos positivos y concretos, pero no sería adecuado extrapolar estos hallazgos a todos los postbióticos ni a todos los problemas digestivos o inmunitarios.

¿Cuál sería el mecanismo (sugerido) de actuación de los postbióticos?

El documento de la ISAPP resume cinco vías plausibles, no excluyentes entre sí:

  1. Modulación de la microbiota local a partir de los ácidos orgánicos o bacteriocinas con actividad antimicrobiana temporal.
  2. Al mejorar la microbiota, se podría reforzar la barrera del epitelio intestinal.
  3. Modulación del sistema inmune del huésped.
  4. Efectos metabólicos sistémicos, por ejemplo la señalización ligada a los ácidos grasos de cadena corta ya mencionados y presentes en la preparación (si es el caso).
  5. Señalización nerviosa, a través del eje de comunicación entre el sistema intestinal y el cerebro.

Incertidumbres y tareas pendientes

  1. Estandarización de dosis y unidades: todavía no hay una “CFU equivalente” universal para postbióticos; las etiquetas oscilan entre “nº de células inactivadas”, “mg de biomasa”, etc. El cómo cuantificar lo activo de cada preparación y relacionarlo con el efecto es un área en construcción. (Los criterios ISAPP piden, al menos, que la composición y el método estén bien descritos y que el beneficio se demuestre en el huésped objetivo).
  2. Heterogeneidad de preparaciones: “postbiótico” es una categoría funcional, no una molécula concreta. Dos productos distintos (cepas, matrices, inactivación) pueden no ser comparables; trasladar resultados de uno a otro es arriesgado.
  3. Calidad de la evidencia: aunque hay ECA positivos, el campo necesita más ensayos robustos por indicación, dosis y población (incluida pediatría) y metaanálisis bien acotados por preparación específica.
  4. Seguridad: inactivar reduce riesgos, pero no exonera. Hace falta caracterización genómica de la cepa de origen (genes de preocupación), confirmar inactivación y documentar inocuidad en el uso concreto (población, vía, duración).

Consejos prácticos para el lector (y para separar marketing de ciencia)

Si te ofrecen un “postbiótico”, pide (o busca en la etiqueta o en la web técnica) algunas características clave. La primera que esté clara la identidad de la biomasa, es decir el género, especie y cepa (no todas valen o han demostrado su efecto).

En segundo lugar, es clave que señale en qué población y para qué fin se ha demostrado beneficio.

Otros datos menos relevantes pero que también han de estar presentes serían el método de inactivación de la cepa de origen, la composición del preparado (células enteras, fragmentos, con o sin metabolitos, y aquellos datos de seguridad para ese uso concreto.