Brian del Val (Antigüedades): “He vendido juegos de los años 80 o 90 por miles de euros”

Este experto asegura que para “entrenar el ojo” y aprender a valorar los objetos antiguos hace falta formación y curiosidad

Brian del Val / CEDIDA
Brian del Val / CEDIDA

“En los artefactos se depositan significados, emociones, recuerdos, planes e incluso acciones”. Lo advierte el filósofo Fernando Broncano, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia, en su libro Espacios de intimidad y cultura material, donde apunta que éstos pueden ser solo objetos instrumentales, pero en cualquier caso “siempre existen en complejas relaciones con sus poseedores”. Hay (o había, antes de que casi todo fuese de usar y tirar) algún tipo de transferencia, de vínculo secreto.

No son solo cosas. Tienen la capacidad de comunicar y “definir identidades”, y quizá incluso de preservar la memoria de algunos individuos. De todo esto saben bastante los profesionales que se dedican a la compra y venta de antigüedades, que los días 22 y 23 de noviembre tuvieron una cita en Madrid. Esos días, el Museo del Ferrocarril acogió Brocante, un evento que se anunció como el mayor desembalaje de almoneda y antigüedades de la capital. Brian del Val es uno de los vendedores que asistió.

--Usted reside en Burgos y, en su cuenta de Instagram, donde suma 40.000 seguidores, ofrece una interesante visión del mundo de las antigüedades y el coleccionismo. ¿Cómo empezó en él?

--A mí todo este mundo de las antigüedades me viene de rebote, digamos. No viene de familia ni de una vinculación especial con anticuarios, más bien todo lo contrario. Surgió en un mercadillo en mi ciudad, Burgos, donde me empezaron a llamar la atención una serie de objetos, sobre todo del ámbito de la publicidad y el juguete antiguo. Compré una lata publicitaria de los años 40-50, inglesa, que me había llamado bastante la atención por la tipografía que tenía, la ilustración... Y así comenzó todo. También es cierto que, unos años atrás, mis padres habían reformado una pequeña casa que tienen en la Sierra de Burgos y la habían decorado con cuatro o cinco antigüedades: algún reloj, algún candelabro de bronce… A raíz de eso empecé a investigar, a dedicarme a la formación y a visitar muchos museos, mercadillos y rastros de todo el mundo. Cada vez que viajo trato de ir a mercadillos, lo he hecho incluso en Japón, en buena parte de Asia, en media Europa… Y en casi todos he comprado algo.

--¿Cree que las antigüedades en España están bien valoradas? No solo económicamente, sino en su concepción de piezas singulares, en un contexto en el que la mayoría de los consumidores decora su casa con artículos de Ikea o Zara Home.

--Yo soy joven en esto, pero creo que en los últimos cuatro o cinco años es cuando verdaderamente las antigüedades se están llevando a otro nivel y está habiendo un boom, sobre todo en cuanto a decoración. La gente de entre 25 y 30 años da más importancia a todo esto porque se da cuenta de que puede tener una pieza muy especial, que puede llamar la atención en su casa, como un espejo del siglo XIX, que puede comprar perfectamente por 200 o 300 euros. Y es una pieza que, al igual que una lámpara antigua, viste un hogar. Con todo, creo que en España siempre ha habido buen nivel de coleccionismo, pero no ese interés general por preservar piezas que podían tener una historia detrás. 

Diversas antigüedades / PEXELS
Diversas antigüedades / PEXELS

--¿Por qué?

--En España, por lo que he podido comprobar, siempre ha habido un desapego que ha implicado que se tirasen cosas, que se pensase aquello de ‘este mueble o estos juguetes antiguos, pues los tiramos’; y todo ha acabado en la basura. Podría poner mil ejemplos, de domicilios que visito a diario en los que me dicen ‘Esto lo guardamos de casualidad, mi padre tenía una gran colección de sellos y la tiramos’; o ‘Mi madre coleccionaba dedales, pero lo donamos todo’. Se sigue tirando muchísimo a la basura en este país, porque no se valora. Ahora quizá gracias a plataformas de segunda mano como Wallapop o Todocoleccion sí se le está dando una segunda oportunidad a estos artículos porque hay gente que ve que puede sacarse un dinero con unas piezas que tiene olvidadas en el trastero o en el armario.

--¿Qué valor tienen para usted eventos como Brocante Madrid?

--Para mí es una gran publicidad y significa poder llegar a un gran público. En Madrid llevo unos cuantos años trabajando y el público es muy bueno. Además, las grandes ferias se celebran allí, como Brocante, Almoneda o el desembalaje de Las Rozas. Hay grandes coleccionistas, personas que tienen gran interés por el mundo del coleccionismo y el vintage.

Mercado de antigüedades Brocante, en el Museo del Ferrocarril / EUROPA PRESS - JESUS HELLÍN
Mercado de antigüedades Brocante, en el Museo del Ferrocarril / EUROPA PRESS - JESUS HELLÍN

--¿Podría contar cuál es la pieza más curiosa que ha vendido o la que más le llamó la atención por algún motivo?

--Muchas. Jamás pensé que pudiera vender ciertas piezas por tanto dinero. Por ejemplo, he vendido videojuegos de los años 80 y 90 por miles de euros. También pienso en instrumental médico de principios de siglo, o en un cuerpo anatómico que se utilizaba para la enseñanza en aquella época, que no pensé que podría llegar a valorarse tanto. Lo bonito de este trabajo es que cada día te sorprendes con una nueva adquisición.

--¿Qué consejos daría a alguien que quiera iniciarse en la compra de antigüedades y pretenda entrenar el ojo?

--Lo primero sería investigar mucho. A veces he comprado grandes piezas por intuición, pero esa intuición se va trabajando con los años y hay que hacer el ojo: ir a muchos museos y mercadillos, analizar cómo se trabajaba la cerámica o el bronce de una época, formarse…

--¿Qué señales pueden indicar que una pieza es una falsificación?

--Depende de qué tipo de objeto hablemos. Si nos centramos en muebles, hay que ver las maderas, cómo son los ensambles… Pero solo lo vas a poder determinar cuando hayas trabajado el ojo, como decíamos. Si un mueble que es de época está muy repintado o la madera no tiene ese lustre de los años, ya debemos sospechar. Si hablamos de juguetes antiguos de chapa u hojalata, conviene revisar los engranajes y los tornillos, para verificar que concuerdan. Esto es un mundo muy extenso y es difícil, pero, cuando han pasado muchas piezas por tus manos, a veces solo con tocar una puede saber si se trata de una pieza de época o no.

Juguetes antiguos / UNSPLASH
Juguetes antiguos / UNSPLASH

--¿Cómo es su día a día?

--Cada día es distinto. No tengo una rutina. El día de ayer, por ejemplo, fue tranquilo porque estuve en mi almacén dedicándome a la reparación de unos muebles. También me puse con un reloj despertador de los años 60 que estoy restaurando. Otros días los dedico a hacer paquetería y preparar envíos, a preparar todo el tema de la web, que gracias a Dios va bastante bien. También dedico tiempo a las redes sociales: grabar vídeos, editarlos bien… Y, cuando hay una feria o un evento en Bilbao, en Francia o donde sea, hay que preparar las cajas y el furgón. 

--¿Alguna vez se ha arrepentido de no haber comprado una pieza?

 --Muchísimas veces. Además, es curioso: siempre me acuerdo más de las piezas que no he comprado que de las que sí. Recuerdo que hace poco no compré un lote de relojes en Francia por el precio, pero luego, tras investigar un poco más desde casa, pensé que habría sido una buena compra.

Unos relojes antiguos / UNSPLASH
Unos relojes antiguos / UNSPLASH

--¿Qué papel juegan las redes sociales en su estrategia de negocio?

--Estoy en las redes sociales para transmitir esto a todas las personas que me siguen. Mi objetivo es que puedan ver el trabajo que hay detrás de este bonito mundo que para algunas personas es totalmente desconocido. Es un escaparate súper amplio.

--¿Cómo ve el futuro del sector?

--Cuando empecé en esto, muchas personas me decían que para qué me metía en este mundo, si las antigüedades estaban acabadas. No me dejé guiar por esos comentarios: creía en mí y en lo que iba a hacer. De modo que le veo futuro, soy positivo, veo que es algo que va por rachas y hay que saber adaptarse: lo que ahora se lleva en unos años dejará de llevarse, y por eso hay que estar atento a las tendencias. Si el mueble castellano o los objetos rústicos y de labranza ya no se llevan, hay que saber enfocarse en lo que sí, como las lámparas de los años 60 o 70.