Esta es la edad a la que los jóvenes deberán jubilarse para cobrar una pensión como la actual
Un informe de la Fundación BBVA y el Ivie advierte de que las difíciles condiciones laborales comprometen la sostenibilidad de las futuras pensiones

Los jóvenes españoles de hoy se enfrentan a un panorama laboral y económico que compromete no solo su bienestar presente, sino también su calidad de vida futura.
Así lo advierte el informe Presente y futuro de la juventud española, elaborado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), que concluye que, de no lograrse una mejora sustancial en sus trayectorias laborales, los actuales jóvenes deberán jubilarse hasta seis años más tarde –es decir, con 71 años– si aspiran a mantener un nivel de vida similar al actual tras el retiro.
Cotizar al menos 40 años
El informe detalla que los jóvenes que se jubilen en 2065, y que solo hayan podido cotizar 30 años debido a su incorporación tardía al mercado laboral, deberán compensar sus menores aportaciones al sistema público demorando su jubilación seis años más allá de la edad legal ordinaria.

Sólo quienes logren acumular al menos 40 años de cotizaciones podrían jubilarse a los 65 años con una pensión suficiente.
La precariedad, una constante
La radiografía que realiza el informe es contundente: los jóvenes españoles viven atrapados en un mercado laboral precario. En 2024, el 25,3% de los menores de 30 años trabaja con contratos a tiempo parcial –12 puntos por encima de la media poblacional–, mientras que la tasa de temporalidad entre los jóvenes es del 34,4%, más del doble que la del conjunto de los trabajadores (15,9%).
A esto se suma una desventaja salarial estructural. Los jóvenes cobran de media un 34% menos que el resto de la población activa, y su progresión salarial es mucho más lenta. Si antes de 2008 los trabajadores jóvenes alcanzaban bases de cotización medias antes de los 27 años, hoy esa equiparación no se produce ni siquiera a los 34 años. Esto se traduce en hogares con menores ingresos. En 2023, los jóvenes de entre 16 y 29 años vivían en hogares con una renta media anual de 20.800 euros, un 4,2% inferior a la media nacional.
Jubilaciones tardías y pensiones menguantes
La combinación de precariedad y baja cotización a lo largo de la vida laboral tiene un efecto directo sobre las pensiones futuras. Con la legislación actual, para obtener una tasa bruta de reemplazo del 90% –es decir, una pensión equivalente al último salario– se requieren al menos 40 años cotizados y jubilarse a los 65 años.
Sin embargo, si solo se acumulan 35 años de carrera laboral, será necesario prolongar la vida activa hasta los 68 años para alcanzar ese mismo nivel de vida. Con 30 años de cotización, la jubilación tendría que retrasarse hasta los 71 años. Y aun así, la pensión sería proporcionalmente más baja respecto al último salario, lo que podría poner en riesgo la suficiencia económica del colectivo.
Más esfuerzo, menor rendimiento
El estudio también advierte sobre los efectos indirectos de la última reforma de pensiones. Aunque el sistema ha incorporado nuevas cotizaciones –como el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), que subirá progresivamente hasta un 1,2% en 2029–, estas no beneficiarán directamente a los jóvenes actuales en términos de pensión futura. De hecho, con las nuevas reglas, recibirán prestaciones con una tasa de reemplazo dos puntos porcentuales más baja, pese a aportar más al sistema.
Esto, según BBVA y el Ivie, obliga a las nuevas generaciones a plantearse alternativas para complementar sus ingresos en la vejez, como el ahorro privado, planes de pensiones individuales o posibles herencias. “La única vía para paliar estas diferencias será disponer de un ahorro acumulado suficiente”, subraya el documento.
Una generación en riesgo
La conclusión del informe es clara: la actual generación de jóvenes no sólo sufre las consecuencias inmediatas de un mercado laboral hostil y precarizado, sino que también está en camino de recibir unas pensiones significativamente inferiores si no se adoptan medidas correctoras. Sin reformas profundas que mejoren la calidad del empleo, aumenten los salarios y favorezcan trayectorias laborales estables y continuas, el riesgo de exclusión económica en la vejez podría convertirse en una realidad para millones de trabajadores del futuro.

En definitiva, el informe lanza una advertencia urgente: sin cambios estructurales, la única forma de asegurar una jubilación digna para los jóvenes de hoy será trabajar hasta más allá de los 70 años.