Reju da el siguiente paso para regenerar (que no reciclar) 300 millones de prendas desechadas
La compañía utiliza tecnología química avanzada para transformar residuos textiles en ropa nueva y, así, acabar con el modelo de “hacer, usar y tirar”

“Lo peor que puedes hacer con una prenda es tirarla a la basura”. Si hay una frase que define la cruzada de Patrik Frisk, CEO de Reju, es esta. Y no es marketing, es urgencia. La revolución textil sigue su curso y ha encontrado su próximo escenario en los Países Bajos.
La compañía Reju, que ya hizo ruido en Frankfurt con su flamante Regeneration Hub Zero, abrirá próximamente su primer centro de regeneración a escala industrial. Es el paso lógico (y valiente) de una empresa que quiere cambiar el destino de esos 92 millones de toneladas de residuos textiles que el mundo genera cada año.
300 millones de prendas
El nuevo centro –un auténtico “renacer fabril”, si se me permite la licencia– tendrá capacidad para regenerar cada año el equivalente a 300 millones de prendas; esas que en otro escenario hubieran terminado en un vertedero o, peor aún, incineradas, liberando CO₂ y microplásticos al aire.
Lo que Reju propone no es reciclar (esa palabra desgastada que evoca camisetas feas), sino regenerar: descomponer, limpiar y volver a ensamblar materiales textiles dañados, devolviéndoles la vida con mayor calidad que la original. Como dice Frisk, “más suaves, más duraderas y con menos microplásticos que antes”. Así, sin alquimia pero con mucha química.
Frankfurt fue solo el comienzo
La decisión de expandirse viene precedida por la apertura, en octubre de 2024, del primer centro operativo de Reju, el Regeneration Hub Zero en Frankfurt. Allí estuvo y fue testigo Consumidor Global de un modelo donde las fibras textiles danzan al ritmo de la despolimerización.
“Tomamos poliéster usado y lo rompemos hasta su forma molecular para volver a construirlo”, explica el director ejecutivo a este medio. Ahora, el plan se industrializa, porque ya no basta con demostrar que la regeneración textil es posible, si no hay que probar que es escalable.
“Lo que hacemos no es reciclaje, es ingeniería circular”
La estrella del proceso sigue siendo el poliéster, el más usado (57% del mercado textil) y, paradójicamente, el más tóxico si se maneja mal, pues se trata de un derivado del petróleo, resistente, barato y casi indestructible cuando llega a un vertedero. De hecho, el 87% de los textiles en el mundo aún terminan en la basura o en llamas.

Frisk no se anda con eufemismos. El modelo actual de “hacer, usar y tirar” le parece, simplemente, absurdo. Y no porque lo diga un idealista con aires de cruzado verde, sino porque su experiencia en gigantes de la moda como Under Armour y The North Face le ha permitido ver las costuras del sistema. “Tenemos textiles suficientes en el mundo para durar seis generaciones”, apunta. “El problema no es la cantidad, es lo que hacemos con ellos cuando dejamos de usarlos”, añade.
Un 3% de impacto en 10 años
En 2023, se produjeron 124 millones de toneladas de textiles en el mundo. Para 2030, la cifra llegará a los 160 millones. Y menos del 1% se recicla de forma efectiva. La moda rápida, con Shein, Primark y compañía a la cabeza, sigue vendiendo a ritmo de vértigo mientras el planeta acumula prendas sin destino.
Reju quiere cambiar eso. Saben que regenerar no salvará el mundo, pero puede evitar que se siga ensuciando al mismo ritmo. La compañía planea abrir dos centros más en 2027 (uno en Estados Unidos y otro en Europa), cada uno con capacidad para regenerar 50.000 toneladas anuales. Aun así, esto cubriría sólo el 3% de la demanda global de poliéster. Pero hay que empezar por algún lado. “Nos llevó décadas construir este modelo insostenible. Cambiarlo llevará tiempo. Pero no podemos retrasarlo más”, finaliza Frisk.