La compañía la presenta de forma audaz: habla de ropa pre-loved, no pre-used. Algo que ha sido amado previamente tiene otro significado, otro valor, de modo que la percepción del consumidor sobre estas prendas de segunda mano puede cambiar. Alguien las amó antes, ¿por qué no iban a ser merecedor de un nuevo cariño? Esa es una de las principales novedades que H&M ha incorporado a su tienda de la Gran Vía capitalina, sometida a una gran reforma: una cuidada selección de artículos ya usados que comercializa de forma inteligente.
Lo hace sin estridencias y sin símbolos machacones, como la hoja verde o las tres flechas. El segundo gigante global de distribución de moda muestra exhibe así su compromiso con la circularidad (un compromiso que, no obstante, tiene muchos y espinosos matices). Su nueva tienda de Gran Vía es más limpia, más íntima y más moderna. Y esos tres conceptos pueden estar en perfecta armonía con la segunda mano.
La nueva sección de H&M
“Cada elemento está diseñado para crear un entorno rico en estímulos”, asegura H&M en un comunicado. No obstante, no es un espacio que avasalle ni agobie. Resulta, por el contrario, bastante sereno.
Además, la compañía ha instalado probadores inteligentes equipados con espejos interactivos que reconocen los productos introducidos. De este modo, ofrecen la posibilidad de dar recomendaciones personalizadas sobre productos para así completar el look y cajas de autoservicio con lectura RFID. Por otro lado, se ha ampliado la zona de autopago y se ha instalado un robot para 'Click & Collect', que permite agilizar el proceso de recogida de pedidos.
Ropa de segunda mano
No da la sensación de que la inclusión de la ropa de segunda mano que hace H&M en este contexto sea forzada. Y, para una empresa de este calibre, ya es decir mucho.
Uno puede encontrar, en un par de burros de acero situados en un rincón de la tienda, propuestas muy eclécticas: prendas de ante o con estampado animal print y marcas algo menos conocidas, como Roco Baroco, que conviven con otras de temporadas pasadas H&M. Lo vintage, aquí, es perfectamente trendy. Es posible dar con unos vaqueros cortos Levi’s (49 euros), una camisa Ralph Lauren (69,99 euros), un vestido de Stella McCartney (89 euros) o incluso con un conjunto de Etro (299 euros).
“No sabía que eran cosas de segunda mano”
“No sabía que eran cosas de segunda mano”, dice a este medio, sorprendida y sonriente, una clienta que andaba echando un ojo a una blusa. Otros, al escuchar el dato, arquean una ceja.
Da la sensación de que la empresa sueca quiere probar este nuevo concepto desde un enfoque en el que prima mucho el estilo que de la sostenibilidad. Y es posible que sea un movimiento hábil: la calle Velarde, ya en Malasaña, está solo a 800 metros de la tienda. Abundan allí los comercios de ropa de segunda mano, pero quizá el target de H&M no está acostumbrado y tiene que ir poco a poco.
Cajas de reciclaje
“H&M tiene cajas de reciclaje en todas las tiendas de ropa del mundo. Trae tu ropa o textiles limpios y usados a una de nuestras tiendas; pueden ser de cualquier marca. Deja las prendas y tejidos que no quieras en cualquier tienda H&M en la caja de recogida de ropa, que suele estar junto a las cajas, y recibirás un vale de descuento como agradecimiento”, explica la marca en su página web.
La marca asegura que el 68% de toda la ropa y textiles recogidos acaba revendiéndose. “Los artículos que se pueden comercializar como ropa de segunda mano se clasifican en más de 200 categorías para maximizar las probabilidades de que cada prenda llegue a un cliente final adecuado”, aseguran. Otro 23%, defienden, se destina al reciclaje (como materia prima para crear paños de limpieza o material aislante). Sin embargo, diversos informes sugieren que estas cifras están infladas, ya que han desvelado (gracias a rastreadores GPS) que muchas prendas acaban en países del Sur Global, degradando aún más los ecosistemas y dañando las economías locales. Por tanto, el movimiento de H&M parece positivo, pero insuficiente.