Dicen que cuando Felipe II visitó el municipio toledano de Villanueva de Alcardete y los pueblos aledaños afirmó que en esa zona de La Mancha se elaboraba “el mejor vino sin ningún género de adobo”, es decir, sin añadidos innecesarios. Muy cerca de Alcardete se ubicaba y se ubica Quintanar de la Orden, llamado así por la poderosa Orden de Santiago, a la que el monarca conocía muy bien, como también a la de Calatrava o la de San Jerónimo (de hecho, encomendó el Monasterio de El Escorial a los monjes de esta última).
Sin embargo, si a Su Católica Majestad le hubiesen hablado de la Orden de la Real Gana, quizá habría pensado que le estaban tomando el pelo, que estaba tratando con herejes o directamente con chiflados, precursores de la locura que aquejaría a Alonso Quijano.
Una cooperativa con presencia en 25 países
Pero la Orden existe. Y, de hecho, puede que hubiese invitado al hijo de Carlos V a un brindis cortés. A un brindis particular, burbujeante. Cuatro siglos después de que los holandeses rindiesen la ciudad de Harlem a los españoles nació Bodegas Alcardet, un proyecto de una cooperativa que hoy tiene 6.000 hectáreas de viñedo, presencia en 25 países y una facturación anual de 20 millones de euros.
Fue pionera en cultivos ecológicos y comercializa el 100% del vino embotellado con marca propia. Su última novedad es el espumoso Real Gana, elaborado siguiendo un método tradicional francés. Por él y por la gama en la que se inscribe, Bodegas Alcardet ha fundado esta cofradía que defiende que el espumoso se puede tomar en cualquier momento.
Desestacionalizar los espumosos
El CEO de la empresa, Miguel Ángel Ortega, cuenta a Consumidor Global que, en España, la mayoría de espumosos tienen un pico de ventas muy claro justo antes de la Navidad, pero, salvo en Cataluña, donde el consumo sí está desestacionalizado, tienden a percibirse como unos vinos exclusivamente para celebraciones.
En este contexto, la Orden de la Real Gana surge “para que lo tomes como quieras, donde quieras y cuando quieras”. Incluso, cuenta Ortega, Alcardet repartirá insignias a las damas y caballeros que considere merecedores por sus valores y su autenticidad a la hora de “hacer las cosas a su manera”. Quien ya la tiene, relata este experto, es el socio número 1 de la cooperativa, “un hombre de 92 años (con una salud de hierro) que siempre toma su espumoso, incluso cuando otros piden cerveza”.
Uva base
Más allá de las condecoraciones, Ortega defiende que “la uva base de muchos de los grandes vinos espumosos franceses y alemanes es manchega”. Explica que esta zona se caracteriza por los suelos pobres, sin mucha irrigación, lo que favorece el desarrollo de la variedad airén, “que es una excelente base para los espumosos porque tiene poca graduación alcohólica y la acidez alta”, describe.
En La Mancha, históricamente, se ha primado la cantidad de uva, lo que ha motivado que no sea “lo suficiente valorada” porque “no tenemos la imagen de marca creada que pueda dar ese valor añadido”. No es un reproche al resto del mercado, matiza Ortega, sino una observación sobre el “poco desarrollo” que en su momento hubo en la zona por no dedicarse a vender su producto, en un sentido amplio, y centrarse en cambio en la producción.
Subir en marketing
“Tenemos mejores instalaciones e infraestructuras que el resto de Europa. Decir del mundo quizá sería demasiado aventurado”, defiende el bodeguero al hablar sobre el contexto manchego. “Ahora somos top en tecnología y en innovación. Lo que nos falta para poder subir es marketing y ventas. Y eso se está haciendo”.
Aunque cada vez hay más, hasta hace no mucho no era habitual que en La Mancha se apostase por elixires burbujeantes. Ortega cuenta que en Alcardete fueron de los pioneros: en la década de los 80, un grupo de enólogos, conscientes del éxito comercial que tenía el espumoso en lugares como Cataluña, se formaron en Francia para regresar después a España con el objetivo de comenzar a elaborarlo en su pueblo, donde contaban con una infraestructura valiosa para la fase final de la producción: las cuevas.
D.O. Cueva
“Por eso, estamos en proceso de que haya una nueva Denominación de Origen llamada Cueva. Sería el mismo método que en el caso del champán y el cava, pero con nuestra D.O. Cueva”, narra Ortega.
Cueva ya fue una marca de calidad diferenciada, una figura que existía a nivel europeo pero que desapareció con los años. Por tanto, el gerente de Bodegas Alcardet defiende que constituir la nueva D.O. es un proyecto ilusionante que exige “atar todos los cabos para explicar bien por qué somos diferentes de verdad. Cueva solo aglutinaría a cuatro bodegas de Villanueva de Alcardete muy influenciadas por el clima del río Cigüela, lo que crea un perfil muy especial”, asegura.
Del Riesling a los vinos ‘correctos’
Bodegas Alcardet, cree su gerente, es “la bodega de España que más variedades internacionales elabora: un total de 27 variedades de uva distintas”. De todas las referencias que comercializan, reconoce, las botellas más vendidas son las más caras. Por ejemplo, triunfa el Real Gana de 36 meses (14,50 euros la botella), el Seiscuerdas Riesling (“una variedad que es de origen alemán, pero que nosotros elaboramos aquí, y que llama mucho la atención por cómo se ha adaptado”) y los de la gama Correcto (6,30 euros la botella).
La curiosa etiqueta de estos últimos muestra un cálculo (una suma o una resta) erróneo. Con ese fallo buscado, dice Ortega, desean expresar que “no hay nada más inexacto que un vino: depende de la añada, de la climatología, del vendimiado, de cómo lo tomas, de con quién… Nunca un vino es igual que otro”.