Un eurofan pagó 420 euros para ir a Eurovisión antes de que España renunciara: “Iré igualmente”
El joven compró billetes de vuelo y alojamiento en Viena, donde se celebrará el certamen el próximo mayo, antes de que nuestro país decidiera retirarse del festival en protesta por la presencia de Israel
Cuando la Unión Europea de Radiodifusión (UER) confirmó que Viena sería la sede del próximo Festival de la Canción de Eurovisión, Miguel Ángel Marín no esperó a la venta de entradas.
"Fui avispado y compré los billetes en cuanto saltó la noticia", relata Marín a Consumidor Global. En total, el vuelo desde Málaga y un apartamento para dos personas le costaron 420 euros. Todo estaba planificado. Bueno, casi todo. Lo que no pudo prever el eurofan fue el estallido de un conflicto diplomático y moral que finalmente llevó a España a retirarse del certamen.
La inflación de la ilusión
El viaje era un regalo de cumpleaños para la pareja de Marín. La premura tuvo su recompensa económica. El desglose de su "ganga" es la envidia de cualquier turista en temporada alta: unos 190 euros en vuelos y 230 euros por el alojamiento en la capital austriaca. "A las dos horas volví a meterme en Booking y los que quedaban valían 500 y pico. Una locura. Fui listo y lo hice rapidísimo, no me lo pensé", explica Marín.

Sin embargo, la satisfacción del ahorro chocó frontalmente con la realidad geopolítica. Meses después de confirmar su reserva, la noticia ha caído como un jarro de agua fría: España no participará en Eurovisión. La decisión, motivada por la presencia de Israel en el concurso en medio de la ofensiva en Gaza, ha dejado a miles de seguidores huérfanos de representación, pero a Marín le ha dejado, además, con las maletas hechas y una entrada simbólica a un espectáculo que ya no existe tal y como él lo concebía.
Cuando los valores pesan más que la fiesta
Para entender la frustración –y a la vez, la aceptación– de Marín, hay que comprender qué significa ser eurofan. "Es un concurso que siempre me ha traído buenos recuerdos, de reuniones con amigos... Para mí es una iniciativa de unión entre países, todo debe ser en favor de la paz y de la música", reflexiona.
Pero el Eurovisión de Viena no será el festival de la paz que él añora. La participación de Israel ha fracturado al público europeo. La UER, que en 2022 expulsó a Rusia de forma fulminante tras la invasión de Ucrania, ha mantenido esta vez una postura inmovilista amparándose en el carácter "apolítico" del certamen. Una doble vara de medir que ha sido el detonante para que televisiones públicas y fans como Marín digan "basta".
"No me parece justo que participe un país genocida"
"No me parece justo que participe un país genocida cuando a Rusia se le expulsó de forma inmediata en situaciones similares", sentencia Marín.
La disonancia cognitiva es evidente: el festival que nació para sanar las heridas de la posguerra europea se ha convertido, a ojos de muchos, en un escaparate que blanquea conflictos actuales.
Irá a Viena
Marín se encuentra ahora en una situación paradójica. Tiene el vuelo. Tiene el apartamento. Pero no tiene a su país en el escenario. "Me siento un poco fastidiado porque teníamos billetes y alojamiento, y justo es el Eurovisión más polémico. Qué mala pata", confiesa.

No obstante, su decisión final trasciende la queja del consumidor afectado. Ha decidido mantener el viaje. No intentará revender, ni cancelará perdiendo dinero. Irá a Viena, pero el significado de su presencia cambiará radicalmente. Ya no será un espectador pasivo, sino un testimonio de la disidencia. "Considero que la causa palestina tiene que ser prioritaria antes que mis propios intereses. Estoy muy cansado del tema de Israel y no me parece justo que esté participando", afirma.
La bandera sin canción
"Llevaré mi bandera de España con orgullo, aunque no participemos", asegura.
Su experiencia se ha transformado. "Pero, me sentiré orgulloso de estar en el lado bueno de la historia, al menos".

