Otranto, el templo que rescata los vestigios del modernismo
Descubre los tesoros secretos de la época más esplendorosa del barrio del Eixample que descansan en este almacén de Barcelona
La gran bañera de época, estratégicamente colocada en vertical junto a la entrada, animaba al transeúnte a sumergirse en este almacén de paraísos perdidos, pero la han alquilado a una popular marca de zapatillas deportivas para grabar el próximo anuncio de Lamine Yamal. Ahora, en su lugar, se erigen unas imponentes columnas de estilo industrial que provienen de unos bajos de la calle Ausiàs March.

Avanzar por el pasillo, flanqueado por montañas de baldosas hidráulicas que ascienden hasta el techo, rodeado de portaladas, rosetones y barandillas deslustradas, reflejado en los espejos de marcos tallados a mano por ebanistas vieneses y bañados en oro, bajo las lámparas de araña que antaño iluminaran las cenas de la alta aristocracia de Barcelona, es como adentrarse en la cueva de Alí Babá y descubrir los tesoros secretos de la época más esplendorosa del Eixample.

Otranto
Así es Otranto, el templo de paseo Sant Joan que rescata los vestigios del modernismo y los acumula en este inmenso local donde antes estaba la sede de Cartonajes Carrión, una antigua empresa de la que se conservan un par de rótulos y las estructuras de madera, que sobrevuelan el techo y en otro tiempo sirvieron para poner a secar el cartón.

Escondida en un lateral, una escalera desvencijada conduce a una pequeña oficina en la que tienen sus respectivos escritorios Sandra y Adrián Ortega, los dueños, y el teléfono, de timbre clásico, no deja de sonar.
En busca del patrimonio perdido
Su misión es acudir allí donde habita el olvido. “Los paletas nos llaman directamente, entramos al piso y recuperamos desde las puertas de madera, los ventanales y los rosetones, hasta el mosaico hidráulico”, expone Adrián a este medio.

Y Sandra apunta: “También viene mucha gente y nos dice: ‘Hace cinco años que murió mi abuelo, el piso está cerrado y ahora hemos decidido venderlo y queremos desprendernos de todos estos elementos’. Trabajamos mucho con herencias, y luego está el comprador que quiere reformar su piso y lo desmonta entero porque no quiere nada original”.
Recuperar los vestigios del modernismo
Por eso en Otranto se pueden encontrar desde puertas de película, como las de Todo sobre mi madre (ya vendidas), hasta lámparas, antiguas bacallaneras (picas de mármol), el pequeño accesorio de baño de porcelana, ese tirador único de una puerta, pavimentos del siglo XIX y otros vestigios.

“Puedes encontrar cualquier cosa. Al final, recuperamos elementos de arquitectura antigua, sobre todo lo que viene siendo un piso modernista del Eixample, y eso incluye lo más inaudito y raro”, detalla Adrián.
Más de 250.000 piezas de mosaico hidráulico
Lo que más buscan los clientes en Otranto son puertas de madera y suelo hidráulico, y las existencias son casi infinitas: tienen más de 250.000 piezas de mosaico repartidas entre este almacén y una nave en Gavà.

“El mosaico hidráulico se sigue fabricando, pero no es lo mismo. A este tipo de pavimento lo ha hecho bueno el paso del tiempo, por eso la gente lo quiere viejo, lustrado, con historia”, recalca Sandra.
El precio lo marca la belleza
El precio estándar para este tipo de pavimento del siglo XIX es de 125 euros más IVA el metro cuadrado o 5 euros la pieza de 15 por 15 centímetros. “También tenemos un conjunto entero diseñado por Domènech i Montaner y fabricado por Escofet y Fortuny, pero está guardado bajo llave junto a otras piezas de nuestra colección personal. Esto es como el que guarda cuadros de Goya”, desvela Adrián.
Las puertas oscilan entre los 100 y los 2.000 euros. “Hoy hemos vendido unas que están aquí en la entrada por 2.000 euros, pero, claro, son unas balconeras bellísimas que vienen de un piso modernista de la calle Tuset con Diagonal y son auténticas obras de arte”.
De Barcelona a Manhattan
Al pasear entre las reliquias de Otranto, es habitual encontrarse a curiosos extranjeros, a hombres vestidos de negro con aspecto de arquitecto y a personas mayores. “No tenemos un cliente tipo”, asegura Adrián, quien explica que el otro día les contactó un chico de Puerto Rico que pensaba viajar a Barcelona para encargarles varias piezas.
También han enviado material a Latinoamérica, California y Manhattan, a Grecia, Singapur e incluso tienen una fuente de mármol pendiente de envío para una pareja que vive en Australia. “Cada pieza es única”, destaca Sandra. “Conocemos su historia reciente, si viene de un convento o de un piso de paseo de Gràcia, y, al final, todo se reubica”.

