La magia de la realidad virtual: así me colé en una batalla de gladiadores en el Coliseo romano
Este espectáculo inmersivo mezcla historia, emoción y tecnología para que los más curiosos puedan revivir la antigua Roma con todo lujo de detalles
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Viajar a la antigua Roma es posible. Solo hacen falta unas gafas de realidad virtual, unos cuantos sensores y la decisión de dejarse llevar. La nueva experiencia de Eclipso Immersive Entertainment promete (y consigue) transportar al visitante a la Roma imperial con un grado de realismo que desdibuja la frontera entre la tecnología y la historia.
Esta cronista lo ha comprobado en primera persona en 'Coliseo, el mítico escenario'. Durante 35 minutos me moví como una romana más entre calles empedradas, templos majestuosos y el caos vibrante de los mercados. También descendí a las entrañas del Coliseo y seguí de cerca a uno de sus gladiadores más célebres: Flamma. No es un documental ni un videojuego, es una reconstrucción viva que se activa con cada movimiento del usuario. Una invitación a explorar un mundo desaparecido con la libertad de quien lo habita.
Un viaje que empieza mirando al cielo
La aventura comienza con unas gafas voluminosas. Pesan más de lo esperado, pero basta encajarlas para que el espacio físico desaparezca. En lugar de paredes y señales adhesivas, surge ante mí un desierto nocturno y un cielo estrellado. A mi alrededor solo distingo las siluetas del resto del grupo, convertidas en figuras translúcidas para evitar choques.

Nos reunimos alrededor de una fogata que nos eleva al mismísimo cielo junto a los dioses romanos. Son ellos quienes nos introducen en el recorrido que estamos a punto de emprender: una inmersión a la Roma imperial, desde sus calles hasta su espectáculo más temido y admirado.
Recorrer Roma de la mano de Cayo
A través de los ojos de Cayo, un joven romano ficticio, la ciudad cobra vida en una recreación fotorrealista. Paseamos por calles animadas, escuchamos el bullicio del mercado y hasta podemos interactuar con algunos objetos o intentar acariciar a un gato que deambula entre los puestos.

Cayo no solo guía los pasos, también contextualiza. Mientras ganamos altura, la ciudad se despliega a nuestros pies: la Curia, las termas, los templos y, por supuesto, el imponente Coliseo. Cada monumento viene acompañado de una explicación sencilla que ayuda a entender la magnitud de aquella urbe que gobernó el Mediterráneo.
El rugido del Coliseo
Dentro del anfiteatro, la simulación recrea un foro con 80.000 espectadores virtuales, incluido el emperador. Sus voces coreando al unísono envuelven la escena. La escala del espacio, la vibración del público y la luz que entra por los arcos hacen que, por un instante, nos olvidemos de que todo es digital.

La visita continúa en el hipogeo, el subterráneo donde los gladiadores se preparaban antes de saltar a la arena. Entre pasillos y mazmorras aparece Flamma, uno de los gladiadores más famosos de la época. Es él quien cuenta su historia y revela cómo se entrenaba y afrontaba cada combate.
Cara a cara con los gladiadores
Seguimos a Flamma hasta la arena, donde estalla un combate recreado con rigor. Los contrincantes y las bestias avanzan hacia nosotros con tal verosimilitud que el instinto pide retroceder, aunque nunca llegan a tocarnos.
La experiencia evita el impacto violento. Los gladiadores derrotados se desvanecen en destellos dorados, un guiño elegante al honor y al espíritu del espectáculo romano.

Del esplendor al declive
El recorrido se cierra con una reflexión. Otro dios romano aparece para narrar el declive del Imperio, pero también para señalar las huellas que han resistido hasta la actualidad. Desde el urbanismo hasta la liturgia de los grandes espectáculos deportivos contemporáneos, herederos, en parte, de aquellas jornadas multitudinarias en el Coliseo.
Más que una mera ilustración histórica, la producción está diseñada para que el visitante pueda caminar, observar e interactuar. Creada junto al estudio Small Creative, la experiencia está disponible en el centro comercial Las Arenas (Barcelona). Las entradas están disponibles desde 17 euros. Cada escena está pensada para transmitir la sensación de estar realmente allí, convirtiéndonos durante un instante en ciudadanos de una Roma que vuelve a existir solo cuando nos ponemos las gafas.

