Septiembre suele traer consigo una sensación de “nuevo comienzo”. Igual que enero, el mes marca una etapa de propósitos como el de dejar los heladitos veraniegos atrás y retomar la rutina saludable, reorganizar horarios y, en muchos casos, mejorar los hábitos relacionados con la alimentación y el ejercicio. Tras los excesos de las vacaciones, es habitual buscar maneras de recuperar el equilibrio, sentirnos con más energía y, por qué no, aligerar esos kilos de más que a veces se acumulan sin darnos cuenta.
Uno de los factores más influyentes en cómo nos vemos y nos sentimos es la digestión. Un sistema digestivo lento o sobrecargado puede repercutir en el peso, la energía e incluso en el estado de ánimo. Por eso, en lugar de optar por dietas drásticas o soluciones poco sostenibles, los expertos recuerdan que pequeños cambios en el menú diario pueden marcar una gran diferencia.
Digestión ligera y antiinflamatoria: el rábano, un aliado inesperado
El nutricionista Pablo Ojeda señala un alimento sencillo y muy accesible que a menudo pasa desapercibido en nuestra cocina: el rábano. Este vegetal, con su característico sabor fresco y ligeramente picante, es mucho más que una guarnición colorida deliciosa y que cada vez está más presente en los pokes, por ejemplo.
Su composición lo convierte en un auténtico aliado digestivo y hepático:
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Rico en agua, ayuda a mantenernos hidratados y favorece la eliminación de líquidos.
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Bajo en calorías, resulta ideal para quienes buscan controlar su peso.
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Fuente de vitamina C y antioxidantes, que protegen las células del estrés oxidativo y fortalecen el sistema inmune.
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Aporta fibra, que regula el tránsito intestinal y contribuye a la sensación de saciedad.
¿Por qué el rábano es tan bueno para desinflamar?
Según el nutricionista Pablo Ojeda: “El rábano apoya la función del hígado, desinflama la vesícula y facilita la digestión de las grasas. Si lo introduces en tus ensaladas este verano notarás sus beneficios”. De ahí que en países europeos tenga un lugar destacado en ensaladas, salsas y platos tradicionales. En España, en cambio, su consumo es más limitado, lo que convierte al dicho “me importa un rábano” en una injusticia para este vegetal tan completo.
Incluso la ciencia lo respalda, estudios publicados en Journal of Functional Foods confirman que el rábano estimula enzimas hepáticas y contribuye a depurar el organismo, reforzando el papel del hígado como filtro natural.
La inflamación: cuando el cuerpo se resiente
La inflamación es una respuesta natural del organismo para defenderse de lesiones o infecciones. Sin embargo, cuando se prolonga en el tiempo sin motivo, se convierte en inflamación crónica, un problema silencioso que puede dañar tejidos sanos y aumentar el riesgo de enfermedades como artritis, diabetes tipo 2, patologías cardiovasculares o incluso Alzheimer.
Hábitos cotidianos influyen directamente en este proceso: la alimentación, el nivel de actividad física, el descanso, el consumo de alcohol y tabaco o el estrés. Por eso, mejorar la dieta es una herramienta clave para reducir la inflamación y proteger nuestra salud a largo plazo.
Los 10 alimentos más antiinflamatorios que deberías incluir en tu dieta
Adoptar una alimentación rica en productos frescos y naturales es una estrategia eficaz para combatir la inflamación crónica. Aquí tienes una lista de alimentos que la ciencia respalda.
- Cúrcuma: La curcumina, su principal componente, es uno de los compuestos naturales más investigados por su potente acción antiinflamatoria.
- Aceite de oliva virgen extra: Gracias a sus polifenoles, como el oleocantal, actúa como un antiinflamatorio natural y protege las células.
- Té verde: Su riqueza en catequinas lo convierte en una bebida antioxidante y antiinflamatoria que contribuye a la salud metabólica.
- Nueces y almendras: Destacan por su aporte de proteínas vegetales, grasas monoinsaturadas, vitamina E y magnesio.
- Aguacate: aporta grasas saludables, vitamina E, fibra y carotenoides, beneficiosos para la salud cardiovascular y el control de la inflamación.
- Brócoli y crucíferas (coliflor, coles de Bruselas, rúcula): Contienen sulforafano, un antioxidante que ayuda a reducir la inflamación y a proteger las células.
- Naranjas y otros cítricos: Son una gran fuente de vitamina C, fibra y flavonoides que refuerzan el sistema inmunológico.
- Salmón y pescados azules (caballa, arenque, anchoas): Ricos en ácidos grasos omega-3, ayudan a mantener el colesterol en niveles adecuados y a reducir la inflamación.
- Tomate: Destaca por su licopeno, un antioxidante vinculado con la salud del corazón y la reducción de la inflamación.
- Bayas (fresas, arándanos, moras, frambuesas): Aportan fibra, antioxidantes y antocianinas, con un potente efecto protector frente a la inflamación.
Comer para digerir mejor y vivir mejor
La relación entre digestión, inflamación y bienestar es más estrecha de lo que pensamos. Una alimentación que favorezca la salud digestiva no solo nos ayuda a sentirnos más ligeros y con energía, también repercute en la piel, el descanso y la prevención de enfermedades.
Introducir más verduras frescas, reducir los ultraprocesados y apostar por ingredientes naturales como el rábano o los alimentos antiinflamatorios mencionados es una forma sencilla y realista de mejorar el día a día. En definitiva, cuidar lo que ponemos en el plato no significa renunciar al placer de comer, sino aprovechar el poder de los alimentos para sentirnos mejor por dentro y por fuera.