Calamar, sepia o pota. Cualquiera de estos tres cefalópodos son habituales en pescaderías y supermercados. No solo son tres de los mariscos más populares en España, también a nivel global.
Nuestro país es el segundo mayor importador de calamar y sepia del mundo y el principal punto de entrada de estos productos en la Unión Europea. "Eso coloca a España en un papel clave dentro del comercio global", explica a Consumidor Global Jesús Urios, responsable de políticas oceánicas de Environmental Justice Foundation (EJF), la organización que ha elaborado el informe La cara oculta del calamar importado en España.
Milla 201: la frontera sin ley del Atlántico
En el Atlántico suroeste, dentro de las aguas argentinas, la pesca del calamar y la sepia está regulada y controlada. Pero, justo más allá, en la llamada Milla 201, comienza la zona internacional donde "no hay ningún tipo de control", denuncia Urios.
En esas aguas faenan cada año unos 343 buques poteros -barcos especializados en la captura de calamar- sin supervisión ni límites de capturas. Principalmente, proceden de China. "Ese mismo calamar entra y sale de las aguas argentinas. Estas flotas no declaran cuánto calamar pescan y es imposible hacer un recuento en aguas internacionales. Todos los años hay temor a un riesgo de colapso. No sabemos si sobrevivirá a la siguiente temporada", advierte el experto.
Esclavitud moderna en alta mar
El 75% de estos barcos pertenece a China, aunque también hay flotas de Corea del Sur y Taiwán. "Hemos detectado abusos de derechos humanos y laborales generalizados a bordo de estos buques", asegura Urios.
Tras realizar 169 entrevistas con tripulantes indonesios y filipinos a bordo de buques poteros, "hay muertes no explicadas, negligencias médicas, violencia física, intimidaciones y jornadas de 16 o 17 horas. Son condiciones de esclavitud moderna", denuncia el responsable de EJF.
España, puerta de entrada del calamar ilegal
Buena parte de las capturas de esas flotas terminan en el mercado europeo, y muchas entran por puertos españoles. España es la principal puerta de entrada de calamar y sepia de la Unión Europea y el segundo mayor exportador, solo por detrás de China.
EJF ha identificado al menos 47 importadores españoles que han comprado calamar a empresas vinculadas con estas prácticas. Los puertos de Valencia, Bilbao, Vigo, Algeciras y Barcelona son los principales puntos de entrada. "Estas partidas acaban en el supermercado al lado de las capturas legales y controladas que hacen Argentina y nuestro país", alerta Urios.
Etiquetas que confunden al consumidor
La etiqueta del producto podría ser la clave para distinguir entre un calamar capturado de forma sostenible y otro procedente de aguas sin regulación. Si indica 'origen: Argentina', el consumidor puede estar tranquilo. "Pero si pone 'Atlántico sudoeste', ya no se sabe si viene de aguas argentinas o internacionales", explica Urios. Es, por tanto, un etiquetado ambiguo.
No obstante, el arte de la pesca también da pistas. "Si indica 'pesca de arrastre', probablemente sea un barco español. Pero si menciona 'sedal y anzuelo', suele tratarse de un buque asiático", añade el responsable de EJF.
Competencia desigual
Aunque EJF no ha analizado los precios, Urios reconoce que "la intuición dice mucho". Los barcos chinos operan con costes laborales muy bajos y reciben subsidios estatales, por lo que “es mucho más probable que el calamar que ellos cuelan en el mercado tenga más margen para ellos”.
Aunque el precio final del calamar en el mercado es el mismo para todos, los márgenes no. "Los buques europeos tienen costes mucho más altos, y eso los coloca en una situación de desventaja frente a las flotas asiáticas", explica.
Una pesca intensiva y sin transparencia
Entre 2019 y 2024, las horas de pesca de la flota potera china en la milla 201 aumentaron un 85%, según datos de EJF. "El Gobierno chino ha impulsado el consumo interno de calamar y sus flotas se dedican a ir por diferentes partes del mundo con este tipo de condiciones", señala Urios.
El problema, dice, es que nadie sabe realmente cuánto se pesca. "Argentina lleva un control de capturas dentro de sus aguas, pero en aguas internacionales no se declara nada. El calamar tiene un ciclo de vida de un año. Si coinciden la sobrepesca y un mal año ambiental, que son los dos factores clave para el desarrollo del animal, puede producirse un colapso como el de 2016", advierte.
Más medidas de control
Desde EJF reclaman más medidas de control de estas importaciones. Entre sus propuestas figuran ampliar los criterios de verificación del reglamento europeo contra la pesca ilegal, aumentar inspecciones y verificaciones, así como evitar el control shopping entre Estados miembros.
"Estas medidas son críticas para impedir que productos vinculados al trabajo forzoso entren en el mercado local y europeo", concluye EJF. Un recordatorio de que la responsabilidad de garantizar una pesca legal, sostenible y ética no termina en alta mar, sino también en los mercados y mesas de los consumidores.