Mar Gausachs, estilista y decoradora: "Debemos evitar todo aquello que resulte demasiado pesado"
¿Alguna vez te has preguntado cómo decorar la pared principal del salón de tu casa? Así puedes hacerlo como un auténtico experto para que tus invitados sepan que ahí vive un entendido en decoración e interiorismo

Probablemente, pocas cosas son tomadas con menos relevancia en decoración que la elección de los cuadros que presidirán la pared más importante de tu hogar: la del salón. Un grave error si tenemos en cuenta que para todos los interioristas este paso no solo es crucial, sino un lienzo en blanco creativo para que armonices la decoración de tu hogar.
Y es que la reforma en la que con tanto esfuerzo has intentado plasmar tu buen gusto puede quedar ensombrecida con una mala elección de última hora. “¿Entonces que he de colocar?”, te preguntarás. ¿Una única pieza impactante o una galería de pequeños tesoros? ¿Estética sobria o explosión cromática? ¿Minimalismo, abstracción, retratos o un enfoque más escultórico?
La guía definitiva para vestir la pared de tu casa con estilo
Es fácil caer en la indecisión, pero no dejes que el vértigo de la elección te paralice y te haga actuar sin tino. Porque, bien seleccionadas, las obras que enmarcan el sofá pueden elevar el salón por completo o catapultarlo a la categoría de casas con mal gusto. ¡Es muy importante! No se trata solo de embellecer, sino de aportar identidad, ritmo y una armonía visual que transforme el espacio sin tocar un solo mueble de los que ya tienes.
Podríamos decir que decorar con cuadros es todo un arte. Son piezas que narran quiénes somos, dotan de carácter a las paredes y definen el estilo de la estancia. Sin embargo, a menudo son los grandes olvidados o los últimos en llegar, con decisiones tomadas con prisa que dejan una sensación de “algo falta”.
Para evitar ese vacío decorativo, hemos consultado la opinión y guía de dos expertas: la interiorista María Bermúdez Raventós, fundadora del estudio Quefalamaria, y a la estilista de interiores Mar Gausachs —CEO también de Kanela Studio—, para que nos compartan sus mejores claves a la hora de escoger obras que marquen la diferencia en la decoración de nuestra casa.
1. Antes de nada: analiza tu pared
“No todas las paredes aceptan los mismos cuadros”, señala Bermúdez Raventós. “Lo primero es valorar el tipo de superficie sobre la que se va a colocar la pieza”. Si las paredes son de tonos neutros —blancos, beiges suaves o grises claros—, el cuadro puede ser la estrella, captando todas las miradas gracias al contraste.
En cambio, si el fondo tiene una tonalidad intensa, es fundamental buscar armonía cromática. Jugar con colores que estén en la misma gama o usar tonos complementarios que creen conexión sin estridencias. Si la base es oscura, lo ideal es que el cuadro tenga un fondo claro, para que respire y destaque sin recargar.
2. Qué obra colocar sobre el sofá: equilibrio y ligereza
Mar Gausachs, estilista con un don especial para crear ambientes cálidos y con alma, lo tiene claro: “Evita objetos visualmente pesados sobre el sofá. Ni estanterías repletas ni espejos XXL. El salón debe ser un refugio para desconectar, no un lugar donde tu subconsciente esté en guardia”.
Por eso, sugiere optar por composiciones que aporten belleza sin sobrecargar. Una opción que adora: una balda fina, baja, con varios cuadros apoyados que dialoguen entre sí. Es un recurso elegante, muy versátil y con una estética desenfadada y sofisticada al mismo tiempo.
3. Proporción, que el cuadro hable el mismo idioma que el sofá
Aquí, la clave es el equilibrio. “Todo tiene que estar en sintonía: dimensiones del sofá, tamaño de la pared y del cuadro”, indica Gausachs.
Una regla sencilla: si el sofá es alargado, el arte que lo acompaña también debería seguir esa línea horizontal. Cuadros rectangulares en formato apaisado crean un efecto visual que amplía el espacio y lo ordena. Nada de piezas diminutas flotando en una pared gigantesca, ni obras mastodónticas a punto de engullir el respaldo del sofá.
4. ¿Dudas? Los cuadros en pareja siempre funcionan
Para los indecisos, una dupla bien elegida puede ser la solución perfecta. “Dos cuadros gemelos o relacionados entre sí, ya sea por temática, estilo o paleta cromática, generan simetría y serenidad”, sugiere la estilista.
Puedes jugar con combinaciones interesantes: marcos idénticos con ilustraciones distintas, o piezas del mismo autor que compartan lenguaje visual. El resultado será siempre pulido y actual.
5. El tamaño sí importa (y mucho)
El error más común es no acertar con las dimensiones. “Antes de decidir, piensa desde dónde se verá ese cuadro”, recomienda Bermúdez. Si se va a observar desde lejos —por ejemplo, en salones amplios—, opta por piezas de gran formato, preferiblemente de más de un metro.
Eso sí, deja siempre unos 50 cm de margen entre el cuadro y los extremos del sofá. Si tu sofá mide 250 cm, lo ideal es que el cuadro no supere los 150 cm de ancho. ¿Un tamaño comodín? Mar, en cambio, lo tiene claro: “Un 70x90 funciona casi siempre. Es elegante, no abruma y puedes combinarlo en pareja o dejarlo solo”.
6. ¿A qué altura se cuelga un cuadro?
La altura perfecta no es un misterio, pero hay que tenerla en cuenta. Si el cuadro va sobre el sofá, deja unos 30 cm entre el respaldo y el borde inferior del marco.
La obra debe respirar tanto por abajo como por arriba: nada de pegarla al techo. Un margen mínimo de 30-50 cm evitará que el espacio se sienta encajonado. En otras zonas de la casa, como comedores o sobre aparadores, la altura recomendada varía entre 95 y 105 cm desde el suelo, para asegurar una buena visibilidad por encima del mobiliario.
Decorar la pared del sofá no es solo una cuestión de gusto; es una oportunidad para narrar visualmente quiénes somos. Los cuadros bien elegidos transforman una estancia, equilibran volúmenes y añaden capas de interés. Y lo mejor: lo hacen sin necesidad de obras, ni reformas, ni grandes presupuestos. Solo hace falta una pared libre, un poco de intención… y seguir esta guía para decidir.