Qué podías comprar antes con el dinero de la Lotería Nacional: así se ha devaluado el premio por año
Lotería de Navidad: historia, curiosidades y por qué el Gordo ya no vale lo que antes porque no puedes comprar lo mismo debido a la inflación
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Como cada 22 de diciembre, esta mañana millones de personas han encendido la televisión o la radio para seguir el sorteo con la esperanza de que su número fuera el agraciado en el Sorteo de Navidad. Un ritual colectivo que ya forma parte de la Navidad y que para muchos hogares da comienzo a la época festiva. No es solo es el día en el que ya se han dado las vacaciones en los colegios, es el día en el que muchas casas viven con ilusión ser los premiados en un sorteo lleno de matices curiosos. Este no solo es una ceremonia social que reparte más de 2.700 millones de euros y, sobre todo, una enorme dosis de ilusión compartida, también es una tradición que otros años fue bien distinta.

Pese a su arraigo actual, esta cita no siempre se celebró en la misma fecha ni tuvo el mismo nombre. Los antecedentes del sorteo se sitúan en 1812, cuando tuvo lugar un sorteo el 18 de diciembre, impulsado más por el ambiente festivo y el sentir popular que por una vinculación directa con la Navidad. El nombre de “Sorteo de Navidad” no aparecería hasta 1892, año en el que, curiosamente, se celebró el 23 de diciembre. Con el paso del tiempo, la fecha del día 22 quedó fijada como inamovible en el calendario y terminó convirtiéndose en una seña de identidad nacional.
Un mecanismo que no cambia
El sorteo se sigue realizando por el sistema tradicional, prácticamente intacto desde hace décadas. Dos bombos giran de forma simultánea: en el grande se introducen las 100.000 bolas con números, mientras que en el pequeño se reparten las 1.807 bolas con premios. El proceso completo se prolonga durante unas cuatro horas, un tiempo que se hace eterno para quienes esperan escuchar su número cantado.

En total existen 100.000 números, y cada uno cuenta con 198 series, conocidas como billetes. Cada billete se divide en diez décimos, la forma más habitual de participación. Comprar todos los décimos de un mismo número no está al alcance de cualquiera: supondría un desembolso de 39.600 euros, resultado de multiplicar 20 euros por décimo, diez décimos y las 198 series disponibles.
Dónde y cómo se cobran los premios
Los premios inferiores a 2.000 euros por décimo pueden cobrarse desde la tarde del 22 de diciembre en cualquiera de los más de 10.800 puntos de venta oficiales, ya sea en efectivo o mediante Bizum. Cuando el importe es igual o superior a esa cantidad, el cobro debe realizarse en entidades financieras autorizadas como BBVA y CaixaBank.

En el caso de los décimos adquiridos por el canal online oficial, los premios mayores se ingresan directamente por transferencia bancaria. Eso sí, hay un límite temporal claro: los premios caducan a los tres meses, por lo que el plazo máximo finaliza el 23 de marzo de 2026.
El Gordo ya no compra lo que compraba antes
Soñar con el Gordo sigue siendo una costumbre que resiste al paso del tiempo, pero el poder adquisitivo del premio se ha reducido de forma drástica. Lo que antes aseguraba una vida sin sobresaltos económicos, hoy apenas permite cubrir grandes gastos. En 1957, los tres millones de pesetas del primer premio bastaban para comprar hasta diez pisos y diez coches, una auténtica fortuna. Actualmente, el Gordo reparte 400.000 euros por décimo, que se quedan en torno a 328.000 euros netos tras impuestos.

El momento de mayor rentabilidad llegó en 1967, con un premio de 7,5 millones de pesetas, equivalente a más de un millón de euros actuales, suficiente para adquirir viviendas de lujo y varios coches. A partir de entonces, el valor real fue cayendo progresivamente. En los años 80 aún permitía comprar varias viviendas, pero la llegada del euro y el encarecimiento generalizado de la vida cambiaron el panorama. Desde 2011, la cuantía permanece congelada, mientras la inflación y el precio de la vivienda siguen subiendo.
La inflación frente al sueño del piso propio
Los datos del Instituto Nacional de Estadística confirman la pérdida de poder adquisitivo. En ciudades como Madrid o Barcelona, los precios inmobiliarios se han duplicado en poco más de una década. Un piso medio de dos o tres habitaciones, que costaba poco más de 150.000 euros en 2011 supera hoy ampliamente los 200.000, y en zonas demandadas rebasa los 400.000. El viejo ideal de “un piso en la ciudad y otro en la playa” se ha convertido en una quimera.

El economista Santiago Niño Becerra ha recordado en numerosas ocasiones que, en términos reales, en 1920 el premio gordo permitía comprar hasta 24 viviendas de lujo. A su juicio, la pérdida de valor comenzó a partir de los años 50 y 60, probablemente ligada a decisiones estratégicas y a los cambios económicos. Aun así, destaca que la Lotería mantiene un valor simbólico difícil de cuantificar: une a familias, compañeros de trabajo y barrios enteros.
Los loteros, los otros protagonistas
Mientras los premios pierden fuerza, los vendedores de lotería siguen siendo piezas clave del sorteo. Más de 4.000 administraciones dependen en gran medida de la campaña navideña, que puede suponer hasta el 40% de sus ventas anuales. Sus comisiones, de entre el 4% y el 6%, sostienen el negocio, aunque desde la Asociación Española de Administraciones de Lotería reclaman desde hace años una actualización de premios y márgenes.
Porque, aunque el Gordo ya no haga ricos como antes, la ilusión sigue siendo intocable… Y el desembolso por esta, crece si cabe mucho más cada año. ¿Quién no sueña con sentirse “rico”? Y es que aunque esta palabra ya no venga tanto de lo obtenido por el monto total del premio… nada se compara a la sensación de levantarte y tener varios miles de euros en el banco. Si no has tenido suerte hoy, no desesperes porque aún queda otra oportunidad con el Sorteo del Niño que se reparte cada 6 de enero.


