Giro radical en el cuidado facial: la tendencia de la cosmética sostenible que arrasa en redes
Una nueva conciencia se abre paso en la rutina de belleza: ingredientes éticos, envases responsables y decisiones informadas para cuidar tu piel sin dañar el planeta. Descubre cuál es el skincare que está arrasando entre las consumidoras más conscientes

Actualmente, no son pocas las marcas que promueven la sostenibilidad de sus productos cosméticos, en busca de armonizar el cuidado de la piel con ingredientes sin químicos y que están presentes en la naturaleza, posiblemente una de las fuentes más puras y limpias de remedios. ¿Quién no ha probado ya a hidratar su piel con aceite de coco o incluso se ha hecho su propia mascarilla natural de colágeno con semillas de lino?
Y es que el uso de la cosmética natural ha pasado de ser una tendencia emergente entre los consumidores a una necesidad urgente para cuidar el medio ambiente, además de un éxito en el mundo de la belleza y las redes sociales.

Ejemplos de ello son marcas como Freshly, Salad Code, Arganour o Confort Zone que presumen de fabricar cosméticos respetuosos. Y es que hoy, más que nunca, las rutinas de skincare están bajo la lupa por su impacto ambiental, y cada vez son más las consumidoras que se preguntan cómo sus decisiones frente al espejo pueden contribuir —o no— al bienestar del planeta.
Belleza consciente: ¿En qué consiste el skincare sostenible?
En este escenario, el cuidado de la piel se convierte en un terreno clave para la transformación del tipo de industria cosmética que hemos conocido hasta ahora. Desde los ingredientes que se utilizan hasta el tipo de envase que los contiene, cada paso cuenta cuando se trata de construir una rutina que no solo sea efectiva, sino también respetuosa con los animales y la naturaleza.

¿Cuándo hablamos de skincare sostenible? La respuesta no es tan sencilla: solo cuando los productos han sido formulados y fabricados minimizando su impacto ambiental —con envases reutilizables o reciclables, ingredientes naturales provenientes de fuentes éticas, y procesos de producción que reducen el consumo de energía y agua— puede una marca apropiarse de esta etiqueta tan viral y golosa en publicidad.
Transparencia real: ¿Todo es cosmética sostenible para arrasar en redes?
A decir verdad, las marcas que son verdaderamente responsables no tienen problema en compartir con claridad sus métodos de producción, su cadena de suministro y sus fuentes de ingredientes. Informarse bien, leer las etiquetas y explorar sus páginas web puede ayudarte a distinguir entre empresas auténticamente sostenibles y aquellas que solo practican el llamado greenwashing como modo de reclamo fraudulento y comercial.

¿Cómo detectar el 'greenwashing'?
El greenwashing ocurre cuando una marca aparenta ser más ecológica de lo que realmente es. Es común ver etiquetas verdes, palabras como “natural” o “eco” y envases con diseños minimalistas que insinúan sostenibilidad sin que haya un respaldo real. Para evitar caer en esta estrategia de marketing, es clave investigar a fondo: revisa las certificaciones, consulta ingredientes y evalúa la trayectoria de la marca.
Lo que hace que un producto no sea sostenible
Aunque muchos productos de belleza prometen eficacia, su huella ecológica a menudo es considerable. Optar por una rutina más sostenible no solo beneficia al planeta, también puede tener un efecto positivo en la salud de nuestra piel.

Ingredientes menos procesados y fórmulas limpias suelen ser mejor tolerados y más eficaces a largo plazo, puesto que todo lo que aplicamos en nuestra dermis, lo filtra también el riñón. Algunos de los principales factores que contribuyen a la insostenibilidad del skincare son:
1. El envasado: más allá del diseño con materiales reciclados
Los frascos y tubos en los que vienen los productos suelen ser de plástico de un solo uso. Si bien este material es liviano y económico, la mayoría de los plásticos utilizados en cosmética no se reciclan adecuadamente, y muchos acaban en vertederos o contaminando ecosistemas naturales. Además, ciertos envases están compuestos por mezclas de materiales imposibles de reciclar.
2. Ingredientes que perjudican el entorno
Muchos ingredientes convencionales tienen un impacto ambiental significativo. Un ejemplo es el aceite de palma, omnipresente en la industria cosmética por su bajo coste y versatilidad, pero cuya producción está asociada con la deforestación masiva y la pérdida de biodiversidad. Otros componentes, como los derivados animales (colágeno, lanolina, carmín) o los microplásticos, también generan problemas éticos y ecológicos.
Incluso ingredientes menos conocidos como el bisabolol, extraído de árboles en peligro de extinción como el Candeia brasileño, plantean dudas sobre su sostenibilidad. Lo mismo ocurre con subproductos del petróleo (como la vaselina) y extractos obtenidos de la madera.
3. Producción con alto coste ambiental
El proceso de fabricación también cuenta. Algunas plantas industriales consumen enormes cantidades de agua y energía, generando residuos y emisiones que contribuyen al cambio climático. Por eso, las marcas que trabajan con prácticas de producción responsable ganan terreno frente a las grandes cadenas industriales.
Marcas con propósito: ¿Qué las hace realmente sostenibles?
El sector cosmético tiene una enorme capacidad de transformación. Aunque históricamente ha estado ligado a prácticas poco sostenibles, hoy muchas firmas están apostando por una belleza más responsable. Pero, ¿qué distingue a una marca realmente comprometida?

Huella de carbono reducida
Una marca verdaderamente sostenible no solo cuida lo que pone en sus productos, sino también cómo los fabrica y distribuye. Esto implica minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero y compensar, en la medida de lo posible, su impacto ambiental. Algunas empresas incluso logran certificaciones que avalan su compromiso con el medio ambiente.
Envases ecológicos
El vidrio y el aluminio reciclado son materiales que, aunque más costosos o pesados, ofrecen ventajas claras: pueden reciclarse infinitamente y reutilizarse con facilidad. Algunos tarros, por ejemplo, se pueden rellenar o transformar en otros objetos útiles. Este tipo de soluciones reduce notablemente la generación de residuos.
Ingredientes orgánicos y naturales
Cada vez más fórmulas recurren a ingredientes de origen vegetal, cultivados sin pesticidas ni modificaciones genéticas. Aunque lo “natural” no siempre equivale a lo sostenible, una composición transparente y sencilla suele ser un buen indicio de buenas prácticas.