Pasar las vacaciones en un hotel es un privilegio que no está al alcance de todos. Y, con la llegada de la era moderna, se popularizaron formas más baratas de hospedaje, como los Airbnb o las pensiones cápsula. Además, tras el confinamiento primero, y la distancia social y la fobia a los espacios cerrados después, el turismo de furgoneta se ha convertido en la nueva moda. Lo mejor: la libertad y posibilidad de dormir en auténticos paraísos naturales. Lo peor: es un estilo de vida que no está hecho para cualquiera.
Eduardo Parrado y Rocío Calvo son trotamundos. Hace dos años decidieron dejar sus trabajos seguros y su casa en León para echarse a la carretera en una furgoneta camper. Lo que empezó como una afición de fin de semana, se convirtió en su estilo de vida y una forma de sustento. Ambos son autores del libro Cómo viajar y vivir en una furgoneta camper, donde explican, entre otras cosas, lo que se necesita para acondicionar una furgoneta y convertirla en una auténtica casa con ruedas.
¿Qué es una camper?
Se trata de un tipo de vehículo que está acondicionado para dormir y hacer vida en su interior. En esta definición pueden entrar desde caravanas y furgonetas hasta coches tuneados para el descanso. “Hasta el momento, el perfil de comprador de este tipo de furgonetas siempre ha sido el de parejas o gente joven y con las caravanas era más común gente mayor o matrimonios con hijos”, explica a Consumidor Global Javier Oyagüer, gerente de Explora2, uno de los talleres más populares de Madrid para adaptar todo tipo de vehículos.
A día de hoy, sin embargo, el perfil se ha generalizado. “Con la pandemia, la gente empezó a buscar alternativas a los hoteles, y ahora parece que se ha puesto de moda. Nos llegan personas de hasta 70 años”, añade Oyagüer. Tunear una furgoneta es, por otro lado, una inversión cara. El usuario puede llegar a gastar hasta 50.000 euros si la quiere con todo lujo de detalles. Si el presupuesto es más ajustado, tocará prescindir de ciertas comodidades como, por ejemplo, agua caliente. Aunque lo ideal, recomiendan los expertos, es primero alquilar una de estas furgonetas un fin de semana y después valorar los pros y contras antes de desembolsar cierta cantidad de dinero.
¿Cuál me compro?
Las opciones para convertir una furgoneta en un camping móvil son casi infinitas. Se pueden ir añadiendo suplementos poco a poco u optar por una que ya esté acondicionada. También se puede indagar en el mercado de segunda mano, pero hay que tener cuidado: “Mucha gente vende furgonetas o accesorios que no están en condiciones y después acaban en el taller. Hemos visto desde muebles en mal estado a elementos que no funcionan, pero los precios están subiendo mucho y ésta puede ser una opción interesante”, asegura Oyagüer.
La mejor elección es empezar desde cero. Y lo más habitual suele ser comprar una furgoneta de la gama Ducato de Fiat, una Peugeot Boxer o una Citroen Jumper. Antes se podía encontrar un vehículo de este tipo de primera mano por 20.000 euros, aunque ahora es raro conseguirlo por 28.000 euros. A esto hay que añadirle la adaptación a una camper, que puede aumentar el precio en 8.000 euros o 15.000 euros si se opta por un techo elevable. Además, la Mercedes Sprinter es la furgoneta de partida para muchos, el modelo de referencia, pero también es el más caro.
Lo mínimo que se necesita
Una obviedad: una camper no es un hotel. Es decir, a no ser que se cuente con un buen presupuesto, tocará olvidarse de baños calientes, un lugar realmente confortable y agilidad en la cocina. Dormir en medio de la naturaleza tiene sus cosas buenas, pero la comodidad no siempre es una de ellas. Pese a todo, estos vehículos se pueden adaptar para conseguir el máximo confort.
“Lo más importante es la cama y la cocina. Normalmente la gente va con un camping gas que ronda los 20 euros y una pequeña batería secundaria para cuando está el vehículo parado y para que, en verano, no se te estropee la comida en la nevera”, explican Parrado y Calvo. Pero también depende del perfil del turista: “El joven quiere una furgoneta para dormir. Después, ya va pensando en el siguiente paso, las comodidades, y más tarde se centra en tener más autonomía en cuanto a agua y electricidad. Por último, normalmente, se opta por un baño completo”, añade Oyagüer .
La legislación
Uno de los intangibles que vende el turismo de furgoneta es la libertad, pero ¿realmente se puede dormir en cualquier parte? La respuesta es sí, y no. Es decir, según la Dirección General de Tráfico (DGT), cualquiera puede dormir dentro de un vehículo siempre y cuando cumpla con la normativa establecida, es decir, la propia que se le aplica a cualquier vehículo. Pero, tras el auge de este tipo de turismo, algunas localidades, sobre todo costeras, han establecido una ordenanza municipal especial que prohíbe en algunos lugares pernoctar dentro de la furgoneta.
Cuando esto ocurre, lo mejor es abandonar el sitio y buscar otro sin pedir explicaciones. En el caso de que aparezca una multa en el limpiaparabrisas, lo aconsejable es hacer una fotografía del vehículo estacionado para añadir a las alegaciones en caso de que se quiera recurrir. La multa puede ser superior a los 150 euros, pero depende del municipio y la infracción cometida. Generalmente, el agente de policía avisa antes y si el usuario decide irse, no suele haber mayor problema.