“La escritura es una larga introspección, es un viaje hacia las cavernas más oscuras de la conciencia, una lenta meditación”, escribió la gran novelista chilena Isabel Allende sobre el arte de juntar palabras, esa aventura solitaria. No obstante, una fase clave del proceso creativo consiste en perder el miedo y atreverse a leer lo escrito. Porque la escritura, como la vida, se enriquece cuando es compartida.
Hadassa Fernández (Barcelona, 1987) estudió Derecho e incluso opositó para juez. Pero, en un giro de guion inesperado, se apuntó al máster de Narrativa de la Escuela de Escritores de Madrid, publicó el libro Ahora todo es palabra, empezó a dar clases de escritura y creó Retiro de escritoras, una experiencia que ya han vivido más de 200 mujeres en Ávila, El Escorial, Madrid y Barcelona. Un retiro único que ahora cumple su segundo aniversario.
--¿Cuándo escribió la primera página del Retiro de escritoras que organiza?
--Todo empezó porque hacía unas clases de escritura con mujeres los sábados por la mañana y una compañera propuso que montásemos un retiro para conocernos. Recuerdo que pensé: ‘Ufff, qué pereza’.
--Y lo montó, pero sin esterillas ni meditaciones propiamente dichas…
--Durante un viaje a Asturias pensé: ‘Vale, voy a organizar un retiro, pero para escribir. Será una experiencia de escritura’. En 2015 terminé el máster y me fui quince días sola a Galicia a terminar el proyecto. Recuerdo un paisaje maravilloso, había un río cerca de la cabaña, pero estaba muy sola. Esa estancia quedó grabada en mi mente y la recogí unos años después…
--¿Para organizar su primer Retiro de escritoras?
--Exacto. Primero lancé la pregunta en Instagram: ‘¿Qué os parecería un fin de semana de escritura, con un programa y sólo mujeres?’. Me escribieron cientos de personas. Esto fue en el mes de abril de 2022 y ese verano me puse a buscar casa... Hasta que conseguí la primera, en Ávila, en Candelera, un pueblo de la ladera sur de la sierra de Gredos.
--En Candelera empezó todo…
--Está un poco lejos, pero es un lugar precioso. Hicimos tres retiros en esa casa y no hice más porque se vendió.
--¿Cómo fue esa primera vez?
--El primer retiro fue más sencillo porque conocía a todas las mujeres. Eran mis alumnas. Decidí trabajar con un formulario para conocer sus gustos literarios y sus proyectos. Algunas asistieron para terminar un relato, otras para profundizar un poemario, y las había que empezaron una novela. Organicé una dinámica de cinco horas que tiene que ver con lo que yo hago para escribir.
--Cuénteme el secreto...
--Básicamente, son preguntas para trabajar el inconsciente. Hago preguntas para que lleguen a ese foco que cada creadora tiene. Les ayudo a centrar el tiro y conectar con lo que quieren hacer. Toda la dinámica desemboca en un ejercicio, en una teatralización, y funciona. Es un método que he ido perfeccionando. Me guío por herramientas que se salen de lo común.
--¿En qué consiste la dinámica del fin de semana?
--El sábado es el mejor día: están ocho horas escribiendo, algo que es muy difícil de conseguir en casa. Tener por delante ocho horas para escribir puede agobiar a algunas, pero en todo momento puedes salir a dar un paseo por el bosque o coger un libro y leer.
--Suena bien…
--Mientras escriben, hacemos tutorías con cada una de ellas. Esto ayuda a poner el foco y resolver dudas. El domingo escribimos un poco antes de empezar una mesa redonda en la que hablamos de cada proyecto y se aconsejan mutuamente. Algunas se atreven a leer su texto por primera vez. Muchas son mujeres que nunca antes han compartido su escritura. Son cinco o seis horas de cierre muy interesantes. Ahí sale todo y se llevan ideas. Sólo el hecho de atreverte a leer lo que escribes es muy valiente, porque muchas escriben sobre sí mismas. Este es un poco el programa.
--He leído que a su retiro acuden desde jóvenes de 19 años hasta mujeres septuagenarias…
--Es un regalo para ellas compartir ese momento. Las mayores se nutren de las jóvenes y viceversa. La mirada, la experiencia, el empuje que se pueden dar... Surgen amistades, porque se nutren tanto personal como literariamente.
--El retiro se hace cada mes en una casa distinta, pero siempre rodeada de naturaleza…
--No puede haber vecinos. Y la naturaleza inspira. Tengo alumnas que han hecho hasta cuatro retiros.
--He estado cotilleando y las casas son de ensueño…
--Hay que buscar mucho. Dedico tiempo a ir a ver casas. La mayoría no me convencen, porque hay que comer y escribir en espacios distintos. Necesitamos dos salas y muchas habitaciones. También espacios con mucha luz. Es complicado.
--También hace cursos de escritura nocturna a la luz de las velas…
--Así es. De nuevo, lancé la pregunta y vi que había muchas mujeres que escriben de noche. Este curso la intención que tiene es que, esas mujeres que utilizan o acuden a la noche para poder escribir, se reúnan con otras mujeres y aprovechen el momento. Porque la escritura es solitaria, pero a mí me gusta que no lo sea. Conseguí que Altamarea Ediciones me dejase su espacio, y vienen escritoras como Julia Viejo. Es magnífico.
--¿Cuál es la trama del curso?
--La idea es conocer el proceso creativo de una escritora y analizar el nuestro. Luego entra una dinámica para trabajar a través del inconsciente y llegar al proyecto que sientes que quieres escribir. Si estás encallada, o depende del punto en el que estés, te puede servir. Es un curso de escritura, pero la noche tiene su magia. Te da una perspectiva distinta.
--También hace residencias literarias de una semana…
--Este julio, en Barcelona. La primera dinámica es igual que en el retiro, pero luego hay muchas horas de escritura. También habrá yoga, una excursión a unas cuevas próximas y un poco de senderismo. Todas las actividades son libres. Se pueden quedar leyendo o escribiendo en la casa. Una de las chicas que quiere venir sólo quiere escribir: sin problema. Al final, una semana da para mucho. Será bestia. Conectaremos con tres dinámicas.
--En algunos de los actos que organiza, las escritoras presentan sus proyectos a editoriales de renombre como Alianza Editorial o Editorial Sigilo…
--Lo hacemos una vez al año. Cada noviembre organizamos un evento con las escritoras y hacemos un flash editorial en el que las escritoras exponen sus proyectos o sus manuscritos terminados frente a las editoriales. Cada una tiene cinco minutos y ayuda mucho prepararse el evento. De las 16 que se presentaron, 15 serán leídas por una editorial.
--“La verdad es que escribir constituye el placer más profundo, que te lean es sólo un placer superficial”, decía Virginia Woolf.
--Claro, es otra fase. Una tiene que saber por qué escribe. ¿Por qué escribo? El proceso es lo más importante. Ahí te conocerás como escritora. Tengo alumnas a las que cada tres meses les da un bajón. Y volver a levantarse forma parte del proceso. Escribir no es publicar ni mucho menos. Escribir tiene que ver con un proceso que necesitas para crecer. Escribir es un viaje hacia adentro. Escribir nos sirve para conectar con lo que somos y descubrir lo que tenemos que decir. Es una buena herramienta de autoconocimiento.
--¿Qué precio tienen las diferentes experiencias?
--El retiro de fin de semana cuesta unos 850 euros.
--A mí me gustaría acudir a uno de sus retiros… ¿Puedo? ¿Dónde es el próximo?
--Es un retiro sólo de mujeres porque creo que es un espacio necesario. El proceso de escritura de las mujeres tiene algo que necesita ser explorado. Necesitamos vivirlo. Eso no quiere decir que no queramos saber nada de los hombres. Tal vez podría ser interesante compartirlo con hombres en un futuro. El próximo es en Galicia, del 9 a 11 de mayo, y no está abierto a que vengan hombres, pero no descarto probar uno mixto en el futuro.