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Peugeot vende un coche a un afectado de la DANA y un año después sigue sin entregarlo

El cliente adelantó 12.000 euros y esperó siete meses por un modelo eléctrico que ni siquiera estaba en producción, mientras la marca incumplía todos los plazos de entrega

Ana Carrasco González

Una grúa se lleva un coche dañado por la DANA / Matias Chiofalo - EP

Quedan pocos días para que se cumpla un año de la riada que nadie olvida. Ese luctuoso 29 de octubre, la crecida se llevó por delante 229 vidas, casas, enseres y recuerdos en Valencia y las provincias de alrededor. Entre las imágenes imborrables que quedaron en la retina de los españoles, destacan aquellos coches amontonados y cubiertos de barro. Pero detrás de esa imagen también hay personas. 

Uno de los damnificados fue Daniel Espín, vecino de Picanya, a quien la DANA le anegó dos de sus tres vehículos, dejando fuera de uso su Mercedes GLC –el coche familiar con el que se movía junto a su esposa y sus hijas– y un todoterreno Opel Monterey de 1993 destinado a las labores del campo. “Me salvé porque ese día estaba fuera con mi coche eléctrico, un Peugeot 2008 que tengo desde hace tres años. Si no, me hubiera quedado sin nada”, relata a Consumidor Global.

Las ayudas para un coche nuevo

Tras la tragedia, el Gobierno anunció un paquete de ayudas para los afectados a través del Plan Reinicia Auto+, que incluía hasta 10.000 euros para la adquisición de un vehículo eléctrico nuevo (etiqueta CERO). 

El Plan Reinicia Auto+

La solidaridad se manifestó en múltiples frentes y algunas corporaciones también lanzaron campañas de apoyo. Peugeot, marca del conglomerado Stellantis, fue una de ellas, ofreciendo a los afectados un descuento preferencial, análogo al de sus propios empleados. 

Un descuento generoso, pero con una señal elevada

El 13 de diciembre de 2024, Espín firmó la hoja de pedido en Peugeot Fertó, un concesionario oficial en Torrent (Valencia). El objeto de su deseo era el flamante Nuevo Peugeot E-5008 GT Eléctrico Long Range, un modelo recién lanzado y el más grande de la gama. El precio del vehículo ascendía a 64.730 euros.

Como se refleja en la hoja de pedido, a la que ha tenido acceso Consumidor Global, la marca aplicó un descuento directo de 14.524 euros. Sumado a los 10.000 euros de la ayuda estatal, el coche de sus sueños quedaba a un precio competitivo. Para formalizar la reserva, pagó una señal de 2.000 euros. “A priori, una suma bastante alta, pues otras marcas pedían, como mucho, 500 euros, pero acepté igualmente”, matiza Espín. 

El baile de los plazos para entregar el coche

Peugeot fijó una fecha de entrega: 11 de abril de 2025. Sin embargo, el primer indicio de que algo no iba bien estaba oculto en la letra pequeña del propio documento: “El presente pedido no constituye un compromiso firme de entrega de vehículo en una fecha concreta por parte del vendedor”. Esta cláusula, habitual en el sector, se convertiría en el presagio de un averno de siete meses.

Pasaron los meses y llegó la esperada fecha. “Llamamos para preguntar sobre el coche”, recuerda Espín. La respuesta del comercial fue el inicio de una letanía de aplazamientos. “Me sale que para mayo”. Llegó mayo y la fecha se movió a junio. “Excusas e historias”, resopla el cliente. En junio, el plazo se alargó a julio y luego a agosto.

Un coche sin número de bastidor

En mitad de esta incertidumbre, el concesionario le solicitó un adelanto adicional de 10.000 euros con el pretexto de “gestionar la ayuda gubernamental”. A pesar de la extrañeza de la petición, Espín accedió, elevando su exposición financiera a 12.000 euros por un producto que se antojaba fantasma. Tras la trasferencia, se le confirmó la ausencia de un número de bastidor (VIN) asignado. 

La falta de este número era la clave. El código VIN (Vehicle Identification Number) es el DNI del coche; si no hay uno asignado, el vehículo ni siquiera ha entrado en la cadena de producción.

Uno de sustitución que tampoco llega: “Me toman el pelo”

Para calmar los ánimos, el concesionario le ofreció un coche de sustitución, un Peugeot 208 eléctrico. “Me fastidiaba un poco. Este coche no me viene bien porque yo viajo mucho, y por su autonomía no me encajaba”. Aceptó a regañadientes, pero las semanas pasaban y el vehículo de cortesía tampoco llegaba.

El modelo Peugeot 208 eléctrico, el coche de sustitución que le ofrecía la marca

La paciencia de Daniel se agotó, cuando un vecino, también afectado por la DANA y cliente de la misma marca, le comentó que llevaba más de un mes conduciendo un Peugeot 3008 de combustión como coche de sustitución. “Ahí es cuando yo ya entro en cólera directamente”, confiesa. “Vi claro que me estaban tomando el pelo. Había pagado bastante dinero, y a otra gente ya le habían dado un coche grande y de combustión, mientras que a mí me ofrecían el más pequeño y eléctrico, y encima ni me lo daban”.

Los otros concesionarios

Armado de indignación, decidió hacer su propia investigación de mercado. Recorrió los concesionarios de la Pista de Silla, una de las arterias automovilísticas de Valencia. “Fui a Volkswagen, a Toyota, a Mazda, a Ford, a Mercedes... En todas me daban soluciones bastante rápidas y se quedaban flipando con mi caso”, destaca Espín.

Pero la revelación definitiva llegó desde internet. En foros europeos de Reddit, conductores de todo el continente compartían la misma frustración. “Leí que el modelo que yo había pedido, el eléctrico de larga autonomía, no se empezaba a fabricar hasta octubre en el resto de Europa. Había gente con pedidos de noviembre, incluso anteriores al mío, preguntando dónde estaba su coche”, informa.

Los retrasos en la producción del grupo Stellantis

Los retrasos en la producción de los nuevos modelos eléctricos del grupo Stellantis (matriz de Peugeot) han sido un secreto a voces en la industria. 

Los problemas se han centrado en la fabricación y el suministro de las nuevas baterías de gran capacidad, un cuello de botella que ha afectado a las entregas en toda Europa. Las promesas de los concesionarios chocaban frontalmente con la realidad de las fábricas.

La cancelación y la lucha por el dinero

Con toda la información sobre la mesa, Espín tomó una decisión. Se presentó en el concesionario para cancelar el pedido. “Quería tener la cortesía de decírselo a la cara al vendedor, que siempre me había tratado bien”, explica. 

La devolución del dinero fue el último capítulo de su suplicio. Los 10.000 euros tardaron tres días en llegar. Los 2.000 euros iniciales, sin embargo, se demoraron hasta diez días. Finalmente, con su dinero de vuelta, Espín compró un coche de otra marca que le entregaron en “prácticamente una semana”. 

Consumidor Global se ha puesto en contacto con Peugeot para conocer su postura oficial al respecto. Sin embargo, al término de este reportaje, la marca sigue guardando silencio.