Cada vez más consumidores son conscientes de la importancia de mantener una buena salud digestiva y de cómo ésta influye en su bienestar general. Esta conciencia (impulsada por profesionales de la salud, nutricionistas y gastroenterólogos, pero también creadores de contenido y medios) ha llevado a un mayor interés en alimentos que promueven la salud de la microbiota.
Y es que las investigaciones científicas han revelado la compleja relación entre la microbiota intestinal y la salud humana. Tal y como explica el Centro Médico - Quirúrgico de Enfermedades Digestivas, esta relación es simbiótica: mientras que las bacterias realizan una función protectora frente a enfermedades y agentes patógenos (además de ayuda en la metabolización de los alimentos ingeridos), el organismo les ofrece un lugar donde vivir.
La microbiota, un órgano más
“La microbiota está compuesta de 100 billones de bacterias solo en el aparato digestivo. De hecho, la microbiota ya es considerada por la ciencia como un órgano más del cuerpo, aunque en este caso adquirido”, agregan.
Además, según CaixaResearch, la composición de la microbiota intestinal de cada persona es única y varía según factores como la edad, la genética, los hábitos alimentarios, el entorno, el estilo de vida y el uso de medicamentos.
Alimentación recomendada
Lo más beneficioso para la microbiota es llevar una dieta variada y equilibrada, basada principalmente en alimentos de origen vegetal.
“La relación entre la microbiota y la inflamación es bidireccional. Si la dieta favorece una microbiota saludable se favorece también la modulación de la inflamación. Si hay inflamación se altera la composición de la microbiota, y esto hace que aumente más aún la inflamación, convirtiéndose en un círculo vicioso”, explican desde Adeslas Salud y Bienestar.
Alimentos vegetales
Los alimentos que más benefician a la microbiota son los vegetales y las frutas, los frutos secos (como las almendras y las nueces, que son ricas en fibra prebiótica, grasas saludables y antioxidantes), los cereales integrales, las semillas y legumbres (como las lentejas, los garbanzos y las judías, que contienen gran cantidad de fibra prebiótica, así como de proteínas y de nutrientes esenciales como el hierro).
En cambio, el consumo de carne, pescado y huevos debe ser limitado y justo. En tercer lugar, lo más recomendable es restringir el consumo de alimentos procesados, ultraprocesados, ricos en sal, en grasa o azúcares. Estos alimentos suelen ser bajos en fibra y ricos en aditivos, conservantes y otros ingredientes artificiales que pueden alterar el equilibrio de la microbiota intestinal, lo que puede provocar problemas digestivos y favorecer las enfermedades crónicas.
Alimentos prebióticos y probióticos
Los alimentos prebióticos son aquellos que contienen en su composición gran cantidad de fibra soluble, “que llega a nuestro intestino grueso intacta y sirve de alimento a un grupo concreto de microorganismos de la microbiota”, dicen en Adeslas Salud y Bienestar.
En cambio, los probióticos son aquellos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) definen como "microorganismos vivos que, en cantidades adecuadas, confieren beneficios para la salud". Entre estos figuran el kéfir, los yogures y otras leches fermentadas.