El consumo mundial de vino cae a mínimos históricos

La industria vinícola enfrenta uno de sus mayores retos tras registrarse en 2024 el nivel más bajo de consumo desde 1961

Un vino tinto similar al Rioja premiado por su relación calidad precio / BERNYCE HOLLINGWORTH - PEXELS
Un vino tinto similar al Rioja premiado por su relación calidad precio / BERNYCE HOLLINGWORTH - PEXELS

El sector del vino atraviesa un momento crítico. Según datos publicados por la Organización Internacional del Vino (OIV), el consumo mundial de vino cayó en 2024 a los 214 millones de hectolitros, una cifra que no se veía desde 1961 y que supone un descenso del 3,3% respecto al año anterior. Los principales mercados, como Estados Unidos y Francia, fueron los más afectados por esta caída.

Este descenso, lejos de ser un hecho puntual, refleja una tendencia que se arrastra desde hace más de una década y que ahora se intensifica. Aunque el número total de consumidores no ha disminuido –y en algunos países como Japón o Corea del Sur incluso ha crecido–, el cambio se encuentra en los hábitos de consumo: se bebe menos vino, con menor frecuencia y en menor cantidad.

La transformación 

El informe del Registro Internacional de Vinos y Espirituosos (IWSR) ya advertía hace un año sobre este fenómeno, atribuyéndolo a una creciente conciencia sobre la salud y el bienestar. En torno al 50% de los compradores de vino aseguran haber reducido voluntariamente su consumo de alcohol. A ello se suma el auge de tendencias como “enero seco” u “octubre sobrio”, alentadas por las redes sociales, y una mayor presión social por mantener el control de la imagen personal.

Botellas de vino / D.O. VALDEPEÑAS - EUROPA PRESS
Botellas de vino / D.O. VALDEPEÑAS - EUROPA PRESS

La transformación también se ve impulsada por un cambio generacional. Los jóvenes menores de 30 años son los que más han moderado su consumo, abandonando prácticas tradicionales como acompañar la comida con vino. Paralelamente, crecen las alternativas en el mercado, como cócteles novedosos y otras bebidas más acordes con los gustos de las nuevas generaciones.

Beber menos, pero mejor

Además, el consumidor actual opta por beber menos, pero mejor. La búsqueda de experiencias más exclusivas ha impulsado las ventas de vinos ‘premium’, aunque su crecimiento también ha empezado a desacelerarse, afectado por la pérdida de poder adquisitivo y la inflación global que ha encarecido los productos vinícolas.

España, segundo país con mayor superficie de viñedo del mundo y tercero en producción, no es ajeno a esta situación. El sector, fundamental para el empleo, el desarrollo rural y la cultura del país, se ve amenazado por la incertidumbre que genera la guerra arancelaria iniciada por Estados Unidos. Los aranceles del 10% sobre el vino dificultan las exportaciones al que sigue siendo el mayor mercado por valor del mundo, con importaciones de 6.300 millones de euros en 2024.

Reinventarse

Con el 47% del vino mundial destinado a la exportación, cualquier barrera comercial supone un golpe directo a la industria. Este entorno obliga a las bodegas y productores a replantearse sus estrategias, innovar y conectar con los consumidores del futuro sin perder de vista sus raíces.

La caída en el consumo de vino no solo plantea un desafío económico, sino también cultural. La supervivencia del sector dependerá de su capacidad para adaptarse a un mundo que ya no bebe como antes. ¿Será el vino capaz de reinventarse sin perder su esencia?