El embarcadero de 1931 que hoy alberga el restaurante donde comenzó el chef Ferran Adrià
Consumidor Global se sienta a la mesa del establecimiento situado en Castelldefels (Barcelona) para degustar sus sugerencias

Su nombre no es casual. Este restaurante se alza sobre un antiguo embarcadero de 1931, donde los pescadores de la zona de Castelldefels descargaban sus capturas diarias, negociaban su precio y abastecían a los locales de la región con los frutos más frescos del Mediterráneo.
Embarcadero, del Grupo Lancaster, es un homenaje a esa tradición, pero también una reinterpretación contemporánea de la misma. Su carta es un recorrido por los sabores del mar, con ingredientes seleccionados del Parc Agrari del Baix Llobregat y una elaboración que respeta la calidad del producto sin renunciar a la creatividad.
El inicio de Ferran Adrià
Si hay una figura que ha marcado un antes y un después en la gastronomía, esa es Ferran Adrià. Antes de convertirse en un chef de renombre mundial, Adrià dio sus primeros pasos en la hostelería trabajando como lavaplatos en este mismo local. Quién iba a decir que, décadas después, ese mismo lugar sería el marco de su primer empleo, un sitio donde el joven daría sus primeros destellos de creatividad antes de conquistar el mundo con elBulli y de recibir tres estrellas Michelin.

Desde entonces, su trayectoria ha sido una oda a la creatividad sin límites. Pionero de la deconstrucción culinaria, maestro del juego sensorial y referente indiscutible de la vanguardia gastronómica, Adrià transformó la cocina en un laboratorio de ideas donde la textura, la temperatura y la presentación rompieron con los esquemas tradicionales. Aunque elBulli cerró en 2011, su legado sigue vivo en cada cocinero que se atreve a innovar y en cada comensal que busca en la gastronomía algo más que una simple comida.
La experiencia
Con vistas al mar y una propuesta gastronómica que combina tradición e innovación, Consumidor Global comienza con las sugerencias del chef, un menú diseñado para llevarnos de la mano por una oda a los sabores mediterráneos, sin perder de vista el arte de la cocina contemporánea. Para abrir boca, optamos por las flores de alcachofa con virutas de jamón (12,95 euros), un plato que, en su simplicidad, transmite la esencia de la huerta.

A continuación, la berenjena asada con tomate confitado de Viladecans, stracciatella de burrata, piñones, pistachos y aceite de albahaca (13,80 euros) es un plato bien equilibrado en sabores y texturas. La berenjena asada se combina con la frescura del tomate confitado, mientras que la burrata aporta una cremosidad que contrasta con la textura crujiente de los piñones y pistachos. El aceite de albahaca añade un toque fresco y herbal, complementando los ingredientes con una ligera capa aromática. Este plato refleja una ejecución técnica cuidada y el uso de ingredientes locales.

El plato estrella
El siguiente paso en nuestro recorrido culinario fue el arroz seco de bogavante (31,90 euros por persona), uno de los grandes protagonistas de la carta. El arroz está cocido de manera uniforme, absorbiendo los sabores marinos, mientras que el bogavante se presenta tierno y jugoso. La combinación de ingredientes resulta en un plato equilibrado, con un sabor pronunciado del mar y una textura adecuada. Tanto la temperatura como la presentación del plato se mantienen consistentes, lo que refleja la atención al detalle y la calidad en la ejecución.

Todo estuvo acompañado de un vino blanco de la casa, La Xancla, que realzó cada sabor con una elegancia sutil. Como colofón, la torrija de brioche francés con helado de crema y haba tonka (7,80 euros) fue el cierre perfecto.
Otros platos
Las sugerencias del chef en la carta de Embarcadero están pensadas para promover una experiencia gastronómica compartida, con raciones generosas ideales para más de dos personas. Entre los platos destacados se encuentran el solomillo a la brasa con salsa de trufas y verduras del Parc Agrari (29,50 euros) y el tataki de salmón con salsa teriyaki y mermelada de tomate (18,50 euros), que ofrecen una combinación de sabores intensos y texturas diversas.
Dado su entorno cercano al mar, los arroces ocupan un lugar central en la carta –hay cuatro variedades diferentes, todas por debajo de los 30 euros–. Además del arroz de Castelldefels, el restaurante ofrece opciones como la fideuá de sepia, mejillones de roca y colas de gamba (23,80 euros por persona), que refleja la tradición marinera, y el arroz caldoso de bogavante (31,90 euros por persona), una opción más jugosa, pero igualmente sabrosa.
Un espacio para el disfrute
Embarcadero no solo conquista por su cocina, sino también por su ambiente. Su diseño ibicenco y su ubicación privilegiada frente al mar se traducen en una atmósfera relajada pero sofisticada. La sala principal, con sus arcos originales del antiguo embarcadero, es un guiño a la historia, mientras que sus terrazas —una elevada y otra a pie de playa— invitan a dejarse llevar por la brisa marina.
El establecimiento forma parte del Grupo Lancaster, un nombre consolidado en la restauración del Baix Llobregat. Con más de 20 años de experiencia, este grupo ha sabido combinar tradición y modernidad en cada uno de sus establecimientos, incluyendo otros referentes como Casanova Beach Club (CBC), Lancaster en Gavà y Mamut Beach Club en Viladecans. Además, gestiona algunos de los chiringuitos más emblemáticos de la zona, como La Xancla, Carita Morena y El Mosquito.