Las frutas y verduras marroquíes triunfan en España

Preocupación entre los agricultores españoles por la creciente dependencia de productos hortofrutícolas del Reino alauí

Palés de un camión con tomates, una de las frutas y verduras marroquíes que triunfa en España / Jesús Diges - EFE
Palés de un camión con tomates, una de las frutas y verduras marroquíes que triunfa en España / Jesús Diges - EFE

España importa cada vez más frutas y verduras de Marruecos. Una tendencia que se consolida y que, lejos de remitir, gana fuerza a medida que avanza el año. En el primer trimestre de 2025, las importaciones españolas de productos hortofrutícolas frescos procedentes del país magrebí crecieron un 24% en volumen y un 23% en valor, según datos de la Agencia Tributaria analizados por Fepex, la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas.

En total, más de 188.000 toneladas de frutas y hortalizas cruzaron el Estrecho con destino a los mercados españoles, generando un desembolso de 481 millones de euros. Con estas cifras, Marruecos no sólo consolida su presencia en las estanterías españolas, sino que se convierte en el proveedor extracomunitario que más crece en este periodo.

El tomate, rey de la importación

El protagonista indiscutible de esta avalancha es el tomate. España importó en los tres primeros meses del año 32.300 toneladas, frente a las 24.000 del mismo periodo de 2024. El valor de esta operación también se disparó: de 33 a 52 millones de euros. Le sigue el pimiento, con 32.000 toneladas, en niveles similares a ejercicios anteriores, y la judía verde, que registró una bajada tanto en volumen como en valor, con unas 19.000 toneladas.

Unas judías verdes   UNSPLASH
Unas judías verdes UNSPLASH

El fenómeno, sin embargo, trasciende al tomate. Se percibe un cambio estructural en el modelo de abastecimiento alimentario de España y, por extensión, de Europa.

Una competencia que no juega con las mismas reglas

Desde Fepex denuncian una clara desigualdad normativa entre la producción europea y la marroquí. Las exigencias en materias fitosanitaria, laboral y medioambiental a las que están sometidos los agricultores comunitarios no se aplican con el mismo rigor a los productos importados. Esta situación genera una competencia desleal, que erosiona progresivamente la competitividad del campo español.

El precio de entrada de las hortalizas marroquíes, que debería servir para proteger nuestro mercado, está desfasado y no cumple su función”, explican desde la federación. De hecho, el acuerdo de asociación entre la Unión Europea y Marruecos, en vigor desde hace más de una década, ha quedado “obsoleto”, señalan. Por eso, exigen una reforma del tratado comercial que garantice la viabilidad del sector agrícola nacional y que refuerce el principio de soberanía alimentaria.

Un fenómeno europeo con epicentro en Marruecos

La preocupación no se limita a las fronteras españolas. La penetración de productos marroquíes es un fenómeno paneuropeo. En toda la UE, el valor de las importaciones hortofrutícolas del Reino alauí creció un 14% en el primer trimestre del año, consolidando a Marruecos como una potencia agrícola emergente y aspirante a convertirse en la huerta del continente.

Además del tomate, otro protagonista ha sido el aguacate, cuya importación se duplicó en el último año hasta alcanzar las 62.000 toneladas en el ámbito comunitario, según datos de Eurostat. El crecimiento meteórico de este producto –cada vez más presente en la dieta europea– evidencia la rapidez con la que Marruecos está posicionando su oferta agroalimentaria en el mercado internacional.

El grito del campo

Ante este escenario, los agricultores europeos alzan la voz para pedir que se impongan las llamadas cláusulas espejo: que las normas que rigen en Europa se apliquen también a los productos importados. De lo contrario, advierten, el modelo agrícola europeo podría quedar arrinconado.

“Queremos producir con las mismas reglas del juego”, insisten. Reclaman que los estándares de calidad, sostenibilidad y condiciones laborales exigidos a los productores europeos también sean obligatorios para los que exportan al Viejo Continente. Solo así, dicen, se podrá preservar el equilibrio económico, social y ambiental del sector agroalimentario. Porque aunque las frutas y verduras marroquíes triunfan en España, lo hacen, según denuncian muchos agricultores, en un tablero desigual.