El vino más enigmático de Madrid es 'Sobremadre' y tiene a Medusa como guardiana
En el municipio de Titulcia se ubica Viña Bayona, una bodega con ocho décadas de tradición que toma como imagen un referente mitológico
Era terrible y convertía en piedra a quienes la miraban; y cuando al fin Perseo logró decapitarla, la usó como arma. Después pasó a las manos de Atenea, y de ahí a ser representada en innumerables ánforas, platos, medallones e incluso corazas. Uno de estos objetos en los que Medusa era evocada llegó hasta el centro de la Península Ibérica, a lo que hoy es Titulcia (Comunidad de Madrid), y de ahí a una bodega bayonera que la ha convertido en su imagen.
Se trata de Viña Bayona, una bodega que nació en los años 40 y que desde 1996 comercializa sus vinos bajo la Denominación de Origen (D.O.) Vinos de Madrid. No aspiran a petrificar a nadie, como la Gorgona, sino a acompañar y forjar momentos que, para aquellos que degusten sus caldos, queden congelados en el tiempo.
El vino de Madrid con la imagen de Medusa
“En unas excavaciones se encontró aquí un plato con la imagen de Medusa. Era de los carpetanos, anteriores a los romanos. El original se llevó al Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares. Es un plato que se utilizaba para ofrendas rituales y religiosas. Al encontrarse aquí, nos pareció importante y lo pusimos como imagen”, cuenta a este medio Ramón Rico, que pertenece a la cuarta generación de la casa.

Su vino más representativo, que se desarrolla en una zona regada por el río Tajuña, es el blanco sobre madre. Y no, esta no es una referencia mitológica a Dánae ni a Hera, sino a la peculiar forma de elaboración.
Fermentación con los hollejos
“Es lo que llaman también el vino naranja o el vino sobre lías. La característica que tiene es que fermenta con todos los hollejos y las levaduras endógenas, que son la madre. Al no tener trasiegos, tiene un punto de carbónico propio de la fermentación”, explica Rico. Es decir, que emerge un “tenue y peculiar toque efervescente”.
Esta fermentación, de uva Malvar, se lleva a cabo en tinajas de barro, y las madres permanecen junto al vino un máximo de seis meses. “Mi abuelo ya lo hacía así, luego mis padres y ahora nosotros. Tenemos una elaboración completamente artesanal”, defiende Rico.

El origen de Viña Bayona
El origen de Viña Bayona se remonta a 1940, cuando las dos hijas de Magdaleno García retomaron el negocio vitivinicultor que su padre había comenzado años atrás. En 1990 se hizo cargo de la misma la nieta del fundador, con ayuda de su marido y sus tres hijos.
Ahora, los viñedos de Viña Bayona, según se dice en la página web de la empresa, se encuentran en plena madurez y en su mejor etapa productiva. Además, presumen de sus instalaciones tradicionales, en las que se conjuga ese viejo saber hacer con “la más moderna tecnología enológica”.
Precios
Sus vinos se pueden comprar a través de la web o directamente en la bodega. En cuanto a los precios, una caja de 12 botellas de blanco o tinto Sobremadre sale por 64 euros, de modo que cada botella cuesta menos de 5,50 euros. En cambio, si se compra una sola unidad, la botella cuesta 7 euros.

Preguntado por uno con el que brindar, Rico define su blanco como un vino “muy peculiar”. Cualquiera que lo pruebe, apunta, comprobará que está “muy conseguido”.
“El cultivo de la vid no está siendo rentable”
El pasado de su vino tiene una reminiscencia mítica, pero Rico reconoce que el futuro del sector en la zona no es muy halagüeño.
“Está complicado, y en las zonas limítrofes a las grandes capitales más. No solo para nosotros, sino para la agricultura en general. No hay mano de obra, y el cultivo de la vid no está siendo rentable, con lo cual la gente lo está abandonando. Ahora mismo está en manos de personas con una edad media superior a los 70 años, con lo cual su situación es difícil. La gente se va a otros trabajos. Así que ahí vamos, haciendo lo que podemos”, relata.
Catas en grupo
Para darse a conocer y mostrar su buen hacer, Viña Bayona realiza catas con grupos de 15 o 20 personas. “Nos llaman y concertamos la cita. La visita es muy particular, porque también conservamos las tinajas originarias de cuando se creó la bodega. Cuando termina la visita, ofrecemos una cata de los cuatro o cinco vinos más representativos”, cuenta Rico.
Sólo queda acercarse a Titulcia, conocer qué hay detrás del mito y mirar a los ojos a su Medusa.

