La temperatura doméstica perfecta para cuidar tu salud en verano: "La barrera se sitúa en los 18 ºC"
Consejos para mantener el confort en el hogar y ahorrar energía a tu cuerpo y bolsillo

El verano trae consigo días luminosos, vacaciones y planes al aire libre, pero también un reto compartido: el calor sofocante. Cuando el termómetro se dispara, nuestro organismo no tarda en notarlo.
La sensación de bochorno no solo incómoda, también puede afectar a nuestro estado de ánimo y hacer que estemos más irritables. Para evitarlo, mantener la casa a una temperatura adecuada se convierte en una prioridad.
¿Por qué el calor nos altera tanto?
Nuestro cuerpo necesita conservar una temperatura interna estable, en torno a los 37 grados, incluso cuando afuera hace mucho más calor. Para lograrlo, el organismo pone en marcha mecanismos de defensa, como la sudoración, que ayuda a disipar el exceso de calor. Aun así, cuando la temperatura exterior supera los 40 grados, el esfuerzo es mayor y aparecen las molestias: fatiga, nerviosismo o, en casos extremos, golpes de calor.

El responsable de regular este “termostato interno” es el hipotálamo, una pequeña región del cerebro que ajusta cómo ganamos o perdemos calor. Aunque solo pesa unos gramos, de él depende buena parte de nuestro equilibrio térmico. Eso explica por qué, cuando la temperatura ambiente es demasiado alta, nos sentimos incómodos y nuestro humor se ve alterado.
El rango de confort: ni frío ni calor
En términos generales, la mayoría de las personas se sienten cómodas en un rango de 18 grados a 21 grados cuando están en reposo. Si se realiza alguna actividad física, el nivel de confort puede situarse ligeramente por debajo. Pero alcanzar y mantener este equilibrio dentro del hogar depende de múltiples factores: desde la edad y el estado de salud de los ocupantes, hasta la humedad relativa o el tipo de aislamiento de la vivienda.

Por eso no existe una cifra universal que valga para todos, aunque diferentes organismos internacionales han elaborado recomendaciones para orientarnos.
La temperatura máxima recomendable en interiores
Si nos centramos en la salud, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha evaluado los riesgos de pasar largos periodos en ambientes calurosos. Según sus estudios, no hay problemas para las personas sedentarias y sanas que permanecen en estancias con temperaturas comprendidas entre los 18 grados y los 24 grados.

Sin embargo, la “temperatura máxima tolerable” varía según el clima de cada región. En países fríos, como puede ser el caso de ciudades del norte de Estados Unidos, se recomienda no superar los 25 grados en interiores. En cambio, en zonas tropicales o países acostumbrados al calor, como Tailandia, los hogares pueden llegar hasta los 32 grados sin que esto suponga un riesgo grave para la población local.
¿Y cuál es la mínima aceptable?
El frío también plantea riesgos. La OMS advierte que temperaturas demasiado bajas en interiores favorecen problemas respiratorios, empeoran dolencias pulmonares crónicas y generan estrés cardiovascular debido a la vasoconstricción.
Para climas templados o fríos, la recomendación general es que los hogares mantengan al menos 18 grados. Esta cifra asegura un entorno saludable para la mayoría de adultos. Eso sí, existen grupos más vulnerables, como los niños pequeños, las personas mayores o quienes padecen enfermedades crónicas, que podrían necesitar temperaturas ligeramente superiores para evitar complicaciones.
Cómo mantener la casa fresca sin abusar del aire acondicionado

Además de conocer los rangos ideales, es fundamental aplicar trucos de climatización doméstica que permitan ganar confort sin que la factura de la luz se dispare:
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Aprovechar la ventilación cruzada: Abrir ventanas opuestas favorece la circulación natural del aire.
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Bajar persianas y cerrar cortinas durante las horas de sol intenso ayuda a reducir la entrada de calor.
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Usar tejidos ligeros en la ropa de cama y en la decoración del hogar contribuye a mantener una sensación más fresca.
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Aire acondicionado con moderación: Lo más recomendable es mantenerlo entre 24 grados y 26 grados. Por debajo de ese rango, además de aumentar el gasto energético, se incrementa el riesgo de contrastes térmicos perjudiciales para la salud.
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Ventiladores de techo o de pie: No enfrían el aire, pero mejoran la sensación térmica y permiten subir un par de grados el termostato sin perder confort.
No se trata de fijar un número exacto, sino de encontrar un equilibrio entre bienestar, salud y ahorro energético. Según la OMS, la franja más recomendable para el interior de los hogares oscila entre 18 grados y 24 grados, con matices que dependen de la región y de las características de cada familia.
En definitiva, lograr un hogar fresco y saludable durante el verano no es imposible. Ajustando la climatización, aplicando medidas sencillas y entendiendo cómo reacciona nuestro cuerpo al calor, podemos disfrutar de una casa confortable sin poner en riesgo la salud ni disparar el consumo eléctrico.