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Un año sin pastillas hormonales: la odisea de las mujeres trans

Uno tras otro, los medicamentos para tratar a las personas que han cambiado su sexo se agotan sin que el sistema sanitario aporte ninguna solución

Duas embalagens de comprimidos / PEXELS
Duas embalagens de comprimidos / PEXELS

En tan sólo un año, muchas mujeres trans han cambiado de medicación hasta tres veces. Primero empezaron con Climen, después con Lenzetto y ahora con Progyluton. Sin duda, un desbarajuste hormonal que atenta contra la salud de este colectivo. “Cuando reemprendes un tratamiento hormonal, después de haberlo dejado, los primeros tres meses tienes riesgo de sufrir paradas cardíacas”, advierte Laura Durán, técnica de salud en la plataforma Federación Trans y presidenta de la organización sin ánimo de lucro Balears Diversa.

Estos cambios continuados de medicación se deben al desabastecimiento de los fármacos. A principio de año cayó Climen de la farmacéutica Bayer que, de un día para otro, dejó de venderse en las farmacias. Según informó la compañía a Consumidor Global, el problema se debía a “las limitaciones de capacidad en la red mundial de suministro de productos hormonales”. Con Climen fuera del mercado, Sanidad recomendó reemplazar la medicina de Bayer por Progyluton oral o por Lenzetto. No obstante, desde agosto, este último fármaco está agotado. “En un principio, el 18 de octubre tenía que volver a las farmacias, pero no ha sido así y, de momento, no hay ninguna fecha prevista”, incide la portavoz de Balears Diversa. El colectivo vuelve a quedarse sin la posibilidad de comprar su tratamiento hormonal, pero ¿qué opciones les quedan en el mercado?


Antes Meriestra, ayer Climen... ¿y mañana? 

“Antes de Climen teníamos Meriestra, pero en el 2016 suspendieron este medicamento”, recuerda Cacao Díaz, una mujer trans venezolana afincada en Barcelona. De hecho, el colectivo manifiesta su hartazgo por tener que cambiar de fármaco cada cierto tiempo, porque lo que ocurre con Lenzetto y con Climen no es excepcional, sino una situación recurrente en este tipo de medicación. Acceder a la endocrina no equivale a tener fármacos, ya que estos siempre dependen de la disponibilidad en el mercado. “Excepto noviembre y principios de diciembre, he estado cada mes sin saber si al siguiente tendría hormonas”, denuncia Eris Belil, una mujer transexual de la ciudad condal. 

En los ocho meses que lleva de terapia hormonal, esta joven ha usado cinco productos diferentes: Climodien, Climen, Progyluton, Perifem y Lenzetto. Y, para muchas, dejar la hormonación no es una opción, porque cuando se deja de tomar la medicación se recuperan características del sexo con el que se ha nacido. “Vuelven a tener erecciones cuando hacía tiempo que no las tenían y la voz se agrava otra vez”, explica el endocrino Diego Concha del Hospital Clínico de Barcelona y miembro de Doctoralia. El desabastecimiento hormonal no afecta únicamente al cuerpo, acostumbrado a la ingesta de hormonas, sino que también incide en la salud mental de los pacientes que suelen tener una relación de apego con este tratamiento. “Cuando no toman la medicación sienten que están volviendo atrás, que su transformación ha sido en vano”, incide Concha. Y es que, tal y como añade Díaz, “cuando no pagas por pastillas, pagas por terapia”. 

Unas manos con las siglas LGBTQIA / PEXELS
Unas manos con las siglas LGBTQIA / PEXELS


Pedir tratamientos en el extranjero 

Una de las posibilidades que se barajó ante la incertidumbre de los medicamentos fue la de pedirlos en el extranjero. “Pero se descartó”, explica Durán. Cuando los fármacos se compran fuera de las fronteras nacionales no se reciben en la farmacia, sino en el hospital. Además, el procedimiento es algo más engorroso y el médico tiene que “rellenar varios formularios para autorizar dicha transición”. Así, desde la Federación Trans se descartó la posibilidad.

“Se dejaba de lado a todas aquellas que viven en zonas rurales y que no tienen los centros hospitalarios cerca. Además, cargábamos con más trabajo y trámites al personal sanitario, que suficiente trabajo tienen”, añade la portavoz de la plataforma.

Reserva nacional 

Este desabastecimiento continuo de las hormonas femeninas, aparte de tener motivos pandémicos, responde a que son medicamentos usados para otras patologías, como la menopausia o la osteoporosis. De ahí que desde las asociaciones del colectivo se haya propuesto hacer una reserva nacional para disponer de fármacos cuando pasen este tipo de situaciones. 

No obstante, para crear este banco sanitario se deben poner de acuerdo muchos agentes. “Desde consejos territoriales de cada comunidad autónoma, a la Agencia Española del Medicamento y después todas las organizaciones del colectivo”, como explica Durán. De ahí que este proyecto, por el momento, quede en papel mojado. Así, ante la falta de Lenzetto y Climen, existen dos posibilidades para las mujeres trans: el Progyluton oral (únicamente los comprimidos blancos) y el Oestraclin gel 0.6 mg/g, que no está financiado por la sanidad pública.

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