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Comprar jamón ibérico: las claves para identificarlo

Santo y seña de la gastronomía española, el ibérico es una delicia para el paladar que no siempre es fácil de distinguir

Consumidor Global

Varias patas de jamón ibérico / PIXABAY

El sabor del jamón ibérico es inconfundible. Sin embargo, aún existen dudas a la hora de distinguirlo de otras variedades.

Dentro de los jamones existen otros tipos muy similares de aspecto, y es esta similitud la que puede provocar confusión. Es el caso del serrano, parecido a primera vista, pero con muchas diferencias en cuanto a sabor y elaboración.

La diferencia está en la raza

"La característica principal que nos permite diferenciar al jamón ibérico del resto es la raza del cerdo del que procede. La raza ibérica es propia de nuestro país y tiene unas cualidades gracias a las cuales podemos obtener embutidos ibéricos con sabores únicos" afirman desde Jamones Enrique García.

A pesar de la exclusividad del sabor, reconocer un ibérico a simple vista no es fácil. Una vez que está cortado resulta más sencillo: por lo general, el ibérico suele ser más oscuro que el serrano, de un burdeos brillante y poblado de motas blancas, que indica que su proceso de maduración ha sido largo y que procede de un cerdo ibérico criado en libertad.

Elaboración cuidada

El hecho de que el jamón ibérico sea uno de nuestros bienes más preciados no es casualidad. Se trata de un producto que conlleva una elaboración artesanal con algunas características que le diferencian de otros productos de aspecto similar.

Así, el jamón ibérico requiere un proceso de elaboración artesanal, cuidando nuestra tradición, mientras que la mayoría de serranos no. Además, la alimentación y el estilo de vida del cerdo ibérico están más cuidados y controlados para respetar la carne y su sabor.

El doble de tiempo curándose

En cuanto a la curación, el jamón serrano debe estar nueve meses en curación para ser considerado Bodega, 12 meses para ser Reserva y 15 meses para ser un Gran Reserva. En cambio, un jamón ibérico tiene que estar curándose 24 meses como mínimo.

La norma del ibérico es muy estricta y clara. Exige, de hecho, una trazabilidad y cumplimiento de normativas por parte de todos los productores para mantener la tradición y ofrecer a los clientes productos de calidad.