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El suavizante de tu lavadora no es tan bueno como crees: así puedes ayudar a tu ropa y al planeta

A la vez que crecen las alternativas ecológicas, expertos en sostenibilidad apuntan que este producto es prescindible y que tiene más contras que pros

Una persona añade detergente a su lavadora / PEXELS
Una persona añade detergente a su lavadora / PEXELS

Hay quienes dicen que la época dorada de la publicidad fueron los años 90. En esa década apareció en televisión un anuncio del suavizante Lenor Ultra en el que los creativos se vinieron arriba: después de que dos mujeres celebrasen las bondades del producto, decidieron que era buena idea restregar un micrófono por unas toallas mientras se decía: “Basta con un taponcito de Lenor Ultra para dejar en la ropa una suavidad que habla por sí sola”. Adelantados al ASMR. Hay otro aún mejor en el que un hombre musculado se zambulle desnudo en el mar para salir después mientras reflexiona con voz sedosa: “Agua helada. Mis músculos están tensos. Me cubro con mi albornoz y es como volver a la vida. Es sorprendente lo que Lenor Esencia puede hacer. Con Lenor todo se convierte en un abrazo de suavidad”.

Hoy en día, toda esa mística se ha rebajado, Mimosín ya no habla en los spots y el suavizante ya no tiene superpoderes. Algunos expertos sostienen incluso que utilizar los industriales puede ser negativo para la ropa, para el cuerpo y para el medio ambiente.

El olor como problema

Ricardo Niso es el gerente de 4Eco, una empresa dedicada a la venta de productos de limpieza e higiene ecosostenibles y de residuo 0 en la que el detergente y el suavizante se venden a granel. “Hacemos economía circular, no solo ecológica”, defiende Niso. Este experto explica que muchos suavizantes industriales emplean grasas cárnicas. “Los que más olor tienen son los que más enmascaran la fórmula de su producto”, explica Niso, que habla con cierto desdén de los productos tradicionales a la venta en el supermercado. Así, los que desprenden una fragancia más embriagadora podrían ser los que más tienen que tapar.

Para que el suavizante sea ecológico, dice Niso, lo que se debe tener en cuenta es el impacto en las aguas en las que acabará. “Hay que tener los conceptos bien cogidos”, defiende. A su juicio, hay gente “con muchas ideas” que presenta su suavizante casero como ecológico cuando realmente no lo es, porque proviene de aceites grasos que luego se verterán en el desagüe y comprometerán los ecosistemas. Todos sabemos, recuerda Niso, que no se debe tirar el aceite usado por el fregadero, porque contamina las aguas. Esto sería parecido. “Con pensar un poquito, ya te das cuenta de muchas cosas”, dice.

Un joven con un cesto de ropa / PEXELS
Un joven con un cesto de ropa / PEXELS

Cada vez más gente lo suprime o lo reduce

Nuria Gías trabaja en Jabón A Granel, una empresa con cuatro puntos de venta en Madrid que vende champú sólido, pastillas de jabón o lavavajillas en polvo. “El suavizante, al fin y al cabo, es grasa, y por eso puede ser nocivo para la lavadora, para la piel en algunos casos, para las tuberías… Y para el medio ambiente, claro”, explica la experta. En su tienda, Gías vende un suavizante “mezcla con base en agua de tensioactivos, alcoholes, copolímeros de silicona e ingredientes no peligrosos”, pero ella no considera imprescindible utilizarlo en todas las coladas.

De hecho, apunta, las personas que tienen problemas en la piel (soriasis, por ejemplo), no emplean suavizante. “Es cierto que lo vendemos, pero sí es llamativo que cada vez tenemos más personas que han optado por suprimirlo o que lo han reducido y lo emplean mucho menos. Ahora bien, sí es necesario en algunos casos, como las toallas”, expone.

Vinagre como alternativa

Gías cree que la denominación de ecológico aplicada al suavizante puede ser tramposa. “En alimentación, el tema ecológico tiene sentido, pero en limpieza no. Lo que hay que mirar es que el producto sea biodegradable, es decir, que no se filtre al agua y acabe contaminando”, razona la experta. De poco sirve que el líquido se haya producido siguiendo unos determinados estándares si después sus componentes van a estropear el medio ambiente. Por otro lado, en Jabón a Granel se vende vinagre de limpieza para la colada. Según Gías, es un producto práctico, y el olor sólo aparece cuando se abre el envase, pero después no deja ningún rastro. “Es una alternativa que se está usando mucho”, reconoce.

Una persona mira dentro de la lavadora / PEXELS
Una persona mira dentro de la lavadora / PEXELS

En Youtube y TikTok abundan los vídeos de personas que ofrecen recomendaciones sobre cómo fabricar un suavizante ecológico. Es el caso de El Rincón de Una Chiari, una youtuber con 143.000 suscriptores que da consejos sobre limpieza casera, reformas o cosmética. “Los suavizantes industriales tienen una cantidad de productos químicos bestiales que a la larga pueden perjudicar nuestra salud”, afirma esta usuaria en uno de sus vídeos. Según cuenta, muchos están pensados para aromatizar, no para suavizar. La solución “ecológica” de esta youtuber se fabrica con un litro y medio de agua hirviendo, medio litro de vinagre y 50 gramos de bicarbonato. Según Niso, a ese tipo de remedios se les puede llamar naturales, pero no ecológicos. Y, sobre el vinagre, se muestra escéptico. “Si el problema es dañar la ropa, el vinagre es un ácido. Se puede comer las fibras”, considera.

“Ni siquiera los ecológicos tendrían sentido”

Gema Gómez es la directora ejecutiva y fundadora de Slow Fashion Next, un proyecto que impulsa la moda sostenible, circular y regenerativa. “Nosotras, desde Slow, no fomentamos el uso de suavizantes. No lo vemos necesario. Además, no deja de ser un segundo producto, con su correspondiente envase de plástico, con sus gastos de distribución… Supone sumar más impacto al hecho de lavar”, expresa. No obstante, Gómez cree que es algo que está interiorizado en muchos consumidores gracias, en parte, a la publicidad. “Si una empresa de limpieza o de detergentes puede vender dos productos en vez de uno, intentará hacerlo”, afirma.

La experta de Slow Fashion Netx subraya que lavar la ropa tiene muchísimo impacto, así que lo fundamental sería determinar cuándo es realmente necesario hacerlo, más allá de que se use suavizante o no. Menciona experimentos alternativos, como meter los vaqueros en el congelador en vez de lavarlos para neutralizar los posibles gérmenes del tejido. “Igual al hacer el cambio de armario, también bastaría con airear las prendas en vez de lavarlas todas”, afirma. Y, sobre los suavizantes ecológicos, Gómez cree que tampoco son necesarios, porque, “si se pone en una balanza”, sus inconvenientes pesan más que sus ventajas. “Creo que ni siquiera los ecológicos tendrían sentido. Estamos en un momento de crisis climática y hay que apostar por soluciones reales, no por parches”, asevera la experta de Slow. 

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