La metamorfosis de Hot Wheels: “Ya no es solo un coche para chicos”
Ruth Henríquez, Head of Consumer Products de Mattel, resalta la evolución digital del juguete durante la inauguración de la experiencia inmersiva en Barcelona

En 1968, mientras el mundo miraba hacia la Luna, en los garajes del sur de California un ingeniero automotriz y un diseñador de juguetes daban forma a algo mucho más pequeño: un coche de apenas 6 centímetros capaz de transmitir la emoción de la velocidad, la estética del automóvil americano y el sueño infantil de dominar la pista. Fue el origen de Hot Wheels.
Más de cinco décadas después, esa historia se despliega ahora, a escala real, en una nave del centro comercial La Maquinista de Barcelona, donde la Hot Wheels City Experience abre sus puertas como la primera parada peninsular de un tour internacional. Son 5.000 metros cuadrados de historia y juego. “No es solo una exposición, es una manera de vivir la marca desde dentro. No vienes a hacerte una foto, vienes a revivir tu infancia y compartirla con tus hijos”, resume Ruth Henríquez, Head of Consumer Products de Mattel, en conversación con este medio.
Nacido del vértigo
Hot Wheels no nació para replicar la realidad. Nació para exagerarla. Frente al rigor británico de Matchbox, Mattel apostó por una visión californiana del automóvil en miniatura con llantas de baja fricción, colores cromados, y un diseño más próximo a los dragsters y muscle cars que a los utilitarios de ciudad. Aquellos primeros 16 modelos (los legendarios Sweet 16) encapsularon la cultura automovilística estadounidense y la proyectaron, a escala 1:64.

Hoy, con más de 8.000 millones de unidades vendidas, la iconografía de la marca es reconocible al instante, y su vigencia resulta tan sorprendente como el hecho de que muchos de sus moldes originales aún estén en uso.
El presente interactivo
La exposición que ahora recala en Barcelona (producida por SFX Events y BeFun en colaboración con Mattel) es, en palabras de Henríquez, parte de una “estrategia global para elevar la marca más allá del juguete”. Y el verbo no es menor; pues la muestra se plantea como una experiencia dinámica, digital y física, donde niños y padres interactúan en zonas temáticas que van desde la personalización de vehículos hasta circuitos de karting, pasando por una zona gamer con simuladores y videojuegos.
“Hot Wheels ya no es solo un coche para chicos. Es una marca que está en la ropa, en la televisión, en los videojuegos, incluso en la comida”, insiste Henríquez, que menciona colaboraciones con Puma, McDonald’s, Xbox y Netflix, y destaca que fue la primera marca juguetera en lanzar su propio NFT.
Los retos
En España, según datos del sector, el 70% de los niños prefieren jugar con videojuegos antes que con juguetes físicos. “Los niños siguen queriendo jugar con juguetes físicos, pero también quieren ver sus coches en una pantalla, competir con otros, crear sus propios diseños”, explica Henríquez. En la exposición, por ejemplo, un niño puede dibujar su coche ideal sobre papel, escanearlo y verlo competir digitalmente en tiempo real.

Pero el reto no es solo tecnológico. Durante décadas, Hot Wheels ha sido percibida como una marca “de chicos”, en contraste con Barbie (su hermana mayor en Mattel), que ha transitado hacia una visión más inclusiva y diversa. “El 36% de las coleccionistas son mujeres, y más del 20% de quienes juegan con Hot Wheels son niñas”, según Henríquez. “Si ves nuestros anuncios, verás niños y niñas por igual. Acabamos de lanzar una colaboración con Puma cuyo anuncio protagoniza una niña. Es para todos”, añade.
Un pasado de metal, un futuro sostenible (¿de verdad?)
El otro gran desafío es el medioambiental. Mattel ha anunciado ambiciosos compromisos climáticos para 2030, como el uso de plásticos reciclados y embalajes sostenibles. Pero Hot Wheels sigue dependiendo del diecast –aleación metálica– para producir sus coches, y muy pocos modelos son reciclables.

“Lo cierto es que nuestros moldes de hace 30 años se siguen usando. Es un ejemplo de economía circular, pues los juguetes pasan de generación en generación. Además, estamos trabajando para reducir nuestra huella en todo el ciclo de vida del producto”, comenta la directiva de Mattel.
Una ciudad sobre ruedas
La Hot Wheels City Experience no es un parque temático, pero se le parece. Dividida en diez zonas interactivas, incluye un área de exposición histórica, talleres de diseño, réplicas a escala real, circuitos de competición y experiencias de realidad aumentada. En conjunto, la visita requiere al menos dos horas para poder explorar con cierta calma. Las entradas cuestan 18 euros para niños y 21 para adultos, con descuentos según el horario y el día.

Uno de los grandes atractivos, especialmente para los más jóvenes, es la zona de karting, donde niños y adultos pueden competir en pistas curvas que simulan las de Hot Wheels.
¿Y después?
La exposición no rehúye la nostalgia, pero tampoco se queda en ella. Lo que propone es una exploración de la permanencia del juego en la era digital, y un intento por demostrar que el juguete físico aún tiene un lugar legítimo, incluso en un mundo saturado de pantallas.
La Hot Wheels City Experience permanecerá abierta hasta el 10 de julio, aunque no se descarta una ampliación. Mattel confía en alcanzar al menos 150.000 visitantes, pero internamente manejan cifras más ambiciosas. “Si todo va bien, la siguiente parada será Madrid. Y quién sabe después”, finaliza Henríquez.