La taberna más antigua de Sevilla hace uno de los mejores gazpachos de España

Fundado en 1670, este histórico establecimiento conserva intacta la esencia de uno de los sabores más emblemáticos del verano, preparado con autenticidad

Un vaso de gazpacho en una de las tabernas más antiguas de Sevilla / EL RINCONCILLO
Un vaso de gazpacho en una de las tabernas más antiguas de Sevilla / EL RINCONCILLO

En Sevilla, cuando el termómetro se encabrita y el sol azuza sin tregua desde bien temprano, hay pocas cosas que alivien como un buen gazpacho. Frío, honesto y con ese punto justo de ajo, no es una simple sopa fría ni una bebida cualquiera. En la capital andaluza es tan identitario como una saeta en el Silencio o un “quillo” bien entonado en la Plaza del Salvador.

Encontrar gazpacho en esta ciudad no tiene mérito. Lo sirven desde el “cutre bar” más castizo hasta las mesas más finas con mantel de hilo. Pero dar con uno verdaderamente inolvidable es ya otra historia. Algunos te trasladan a la cocina de tu abuela o te reconcilian, aunque sea por un momento, con los veranos inclementes del sur. En esa búsqueda, entre tanto intento y tantas versiones, hay una taberna que hace uno de los mejores gazpachos de España.

Uno de los bares más antiguos de Sevilla

El Rinconcillo, fundado en 1670, es considerado uno de los bares más antiguo de la ciudad. Entre columnas de madera, jamones colgantes y turistas con la boca abierta, se sirve uno de los mejores gazpachos no solo de Sevilla, sino del país entero. Suena grandilocuente, pero es que el sorbo lo justifica. 

Interior de El Rinconcillo   FLICR
Interior de El Rinconcillo / FLICKR

Casero, con tomates de verdad y aceite virgen extra, se entrega bien frío. Pero lo que distingue este gazpacho no es solo la receta –que también–, sino el entorno. Tomarlo en la barra de madera, con las cuentas escritas a tiza y el murmullo alegre de la clientela, es una experiencia que va más allá del gusto. Es reencontrarse con una Sevilla que aún resiste al paso del tiempo. Allí, donde las cosas se hacen con mimo y sin prisas, como antes. Como se debe.

Una jartá de bueno

Y si alguien se pregunta si el lugar se mantiene por nostalgia o por marketing, la respuesta está en el vaso. Porque en El Rinconcillo no hay trampa y si llevan más de 350 años abiertos, no es por casualidad. 

Así que, si pasas por la ciudad hispalense este verano (ánimo si vas) y necesitas algo más que aire acondicionado para sobrevivir, ya sabes a dónde ir. El gazpacho de El Rinconcillo no es solo una simple bebida. Y está, como dicen por allí, una jartá de bueno.