Ester Barranco, psicóloga: "Cuando estamos funcionando, es más difícil detectar la ansiedad"

Ester Barranco, psicóloga experta en ansiedad, explica en una entrevista en 'ABC' cómo la vida diaria puede dificultar la detección de esta enfermedad y cómo aprender a gestionarla

Ester Barranco, psicóloga: "Cuando estamos funcionando, es más difícil detectar la ansiedad" / PEXELS
Ester Barranco, psicóloga: "Cuando estamos funcionando, es más difícil detectar la ansiedad" / PEXELS

La ansiedad se ha convertido en una de las grandes protagonistas del discurso sobre salud mental en los últimos años. A pesar de que se habla más que nunca sobre ella, muchas personas siguen sin saber identificar sus síntomas o confunden este trastorno con otras emociones cotidianas como el estrés o el agobio.

Para la psicóloga Ester Barranco, directora del centro La Oveja Negra Psicología, uno de los principales obstáculos es precisamente ese: el ritmo de vida actual impide que nos detengamos a escuchar lo que realmente nos ocurre.

De acuerdo con la entrevista ofrecida a ABC.es, Barranco explica que cuando estamos inmersos en las tareas del día a día, “funcionando”, es mucho más difícil detectar que lo que sentimos es ansiedad. Solo cuando el cuerpo nos obliga a parar, empezamos a sospechar que algo no va bien.

Una ansiedad que se camufla entre la rutina

“Funcionamos como si tuviéramos un león delante todo el tiempo”, apunta Barranco. En ese modo automático de supervivencia, es fácil que los primeros síntomas pasen desapercibidos. Mientras algunas personas reconocen la ansiedad por las taquicardias o la falta de aire, otras la viven como dolores de barriga, cefaleas, cansancio extremo o una sensación generalizada de malestar.

El problema es que muchas veces estos signos no se asocian con la ansiedad. “Si la persona nunca se ha planteado que puede tener ansiedad, no va a detectarlo como tal”, explica la psicóloga. De hecho, muchos pacientes llegan a consulta tras pasar por varios médicos sin que nadie les haya sugerido que podrían estar atravesando un episodio ansioso.

¿Tenemos más ansiedad o solo hablamos más de ella?

La ansiedad no es nueva, pero sí lo es la forma en la que la abordamos. “Mi abuela decía que estaba mala de los nervios”, comenta Barranco en la entrevista. Hoy, aunque el término se ha popularizado, sigue siendo difícil asumirlo como una realidad propia. En muchas culturas y contextos, todavía se percibe como una debilidad, algo que hay que ocultar o evitar.

Este estigma provoca que muchas personas ignoren los síntomas o incluso los normalicen. La ansiedad, recuerda la psicóloga, es universal. Nos puede afectar a todos en distintos momentos de la vida. La clave está en aprender a identificarla y, sobre todo, en actuar cuando el cuerpo empieza a pedir ayuda.

Educación emocional: la gran asignatura pendiente

“Para la mayoría de las personas, esta información es nueva”, señala Barranco. No hemos recibido formación en gestión emocional y, por tanto, no sabemos ponerle nombre a lo que sentimos. “Algunas personas son capaces de explicarme lo que les pasa, pero otras no tienen ni idea. Han vivido tantos años con ansiedad que creen que es su estado natural”, añade.

Detectar la ansiedad requiere conciencia y autoconocimiento, algo que no se adquiere de forma espontánea. Por eso, acudir a un profesional puede marcar la diferencia entre vivir atrapado en un malestar constante o empezar a entender qué lo causa.

Respirar: una herramienta sencilla pero poderosa

Entre las técnicas que se trabajan en consulta, la respiración consciente es una de las más eficaces. “Cuando sentimos ansiedad, respiramos de forma acelerada, con la parte superior del pecho, y eso genera hiperventilación”, explica Barranco. Esta respiración descontrolada agrava la sensación de ahogo y acelera aún más el sistema nervioso.

Una práctica sencilla consiste en inhalar en tres segundos, retener el aire unos instantes y exhalar lentamente en cinco. También se puede utilizar un recurso de emergencia como respirar dentro de la manga de la camiseta. 

Ataque de ansiedad o ataque de pánico: ¿son lo mismo?

Aunque se utilizan como sinónimos, no son exactamente iguales. En el ataque de ansiedad suele haber un estímulo claro, mientras que en el pánico, el miedo surge ante los propios síntomas de ansiedad. “La persona tiene miedo de que le vuelva a pasar, y eso retroalimenta el proceso”, explica Barranco.

Respiración consciente / PEXELS
Respiración consciente / PEXELS

La diferencia, por tanto, no está en los síntomas sino en lo que los desencadena. Por eso, entender qué provoca nuestra ansiedad es esencial para poder abordarla con eficacia.

Ansiedad en pareja o en familia: cómo no agravar el problema

Cuando alguien cercano sufre ansiedad, la tendencia natural es querer ayudar. Pero muchas veces, las frases más comunes resultan contraproducentes. “Decirle a alguien ‘relájate’ o ‘no es para tanto’ solo consigue que la persona se sienta aún peor”, advierte la psicóloga.

Lo más útil es acompañar, escuchar sin juicio y evitar invalidar la experiencia del otro. Además, es importante no asumir la responsabilidad de ‘curar’ al otro. “La ansiedad la tiene que gestionar quien la sufre. Podemos acompañar, pero no resolver”, recuerda Barranco.

¿Se supera la ansiedad?

Más que superarla, la clave está en convivir con ella. La ansiedad no es el enemigo: en dosis adecuadas, es una aliada que nos mantiene alerta y nos permite rendir mejor. “El problema es cuando se instala como el motor desde el que funcionamos cada día”, señala Barranco.

Por eso, más que eliminarla por completo, lo que se busca en terapia es reducir su intensidad, comprender su origen y aprender a gestionarla de forma saludable. Solo así dejamos de ser esclavos del miedo y recuperamos el control sobre nuestra vida.