En un mundo donde los ritmos acelerados y las soluciones rápidas con apellido de “dietas milagro” parecen dominar nuestra forma de vivir, a veces las claves para cuidar la salud están en los gestos más simples. Karlos Arguiñano, uno de los cocineros más reconocidos tanto dentro como fuera de España, lo demuestra con su rutina diaria para no perder la línea, pero no privarse de uno de los mayores placeres que le ha dado la vida: saborear y disfrutar de la comida.
Con más de 76 años a sus espaldas y una carrera sólida en televisión gracias a su buena mano en la cocina, este chef no solo sabe del poder de la gastronomía española, esa que se cocina a fuego lento y con mimo, Arguiñano también sabe como cuidar su salud fuera del plato.
Y es que no solo inspira con sus recetas llenas de sabor y tradición, sino también con su filosofía de vida: “plato y zapato”. ¿Qué quiere decir? Una caminata diaria de 10 kilómetros. Sin música, sin distracciones. Solo él y el camino para reconectar con el presente.
El sencillo hábito de Karlos Arguiñano que mejora cuerpo y mente: caminar cada día
En una entrevista reciente concedida a El Diario de Sevilla, el popular chef confesó que lleva más de dos décadas saliendo a andar todos los días por la orilla de sus queridas playas del norte, haga frío o calor: “Camino muchísimo todos los días. Hago 10 kilómetros y no escucho música ni nada. Solo ando, me da igual el tiempo que haga”, explicó.
Este hábito constante, más allá de lo físico, refleja una forma de entender el bienestar desde lo cotidiano del moverse por para la salud. El hecho de encontrar estos pequeños momentos de desconexión y paz han hecho que empezar el día siempre sea motivo de reunión consigo mismo. No hace falta una suscripción al gimnasio ni un equipamiento especial: solo el deseo de cuidarse. Caminar es un ejercicio que conecta cuerpo y mente, y lo mejor es que está al alcance de todos.
Los pasos que suman salud
La recomendación de caminar 10.000 pasos al día se ha convertido casi en un mantra del bienestar moderno. Esta cifra, que equivale a unos 7-8 kilómetros —¡Karlos Arguiñano hace hasta 2 más!— surgió en los años 60 como parte de una campaña japonesa de salud vinculada a las Olimpiadas de Tokio.
El primer podómetro comercial, llamado manpo-kei (traducido como “medidor de 10.000 pasos”), marcó esta cifra como objetivo diario. Desde entonces, diversos estudios científicos han respaldado su utilidad, aunque también han demostrado que incluso con menos pasos se pueden obtener beneficios.
Por ejemplo, investigaciones recientes han encontrado que caminar tan solo 4.000 pasos al día puede reducir el riesgo de demencia en un 25%. A medida que se incrementa la cantidad de pasos, también lo hacen los beneficios: caminar 10.000 pasos diarios puede reducir en un 35% el riesgo de enfermedad cardiovascular, en un 20% el de cáncer y en un 50% el de deterioro cognitivo.
Una medicina natural y sin efectos secundarios
Los beneficios de caminar no se limitan a prevenir enfermedades. Este hábito fortalece el sistema inmune, ayuda a equilibrar la presión arterial, mejora la circulación y puede ser una herramienta efectiva en el control del peso corporal. Una caminata de 10 kilómetros puede quemar entre 500 y 700 calorías, dependiendo del ritmo, el peso de la persona y las condiciones del terreno.
Caminar también favorece la salud mental. Estimula la producción de endorfinas, esas “hormonas de la felicidad” que elevan el estado de ánimo y reducen el estrés. Además, favorece el descanso nocturno y mejora la concentración. No es casualidad que muchos terapeutas recomienden caminar como complemento a procesos de ansiedad o depresión, por no hablar de lo bien que le viene a una personalidad como la del cocinero: en cuyos paseos siempre encuentra la forma de entretenerse observando el medio con la curiosidad de un niño.
Y no hay que olvidar otro efecto positivo: caminar mejora el equilibrio y refuerza la musculatura de piernas y caderas, lo cual es fundamental para mantener la autonomía física a medida que envejecemos. Es una inversión en salud a largo plazo.
¿Importa el ritmo al caminar?
Aunque todo paso cuenta, la velocidad también influye. Según los expertos, caminar a paso rápido —lo que se considera una intensidad moderada, donde aún se puede hablar, pero cuesta un poco— durante al menos 30 minutos al día puede potenciar los beneficios cardiovasculares. Este “acelerón” diario mejora la capacidad pulmonar, aumenta el gasto calórico y fortalece el corazón.
No se trata de competir con nadie, sino de ser conscientes del propio cuerpo y adaptar la intensidad al nivel personal. La clave está en moverse con intención.
Un ejercicio accesible y sin barreras
Uno de los grandes atractivos de caminar es que no impone requisitos físicos o técnicos. ¡Es gratis! Se puede practicar en casi cualquier entorno: un parque, la playa, el campo o las calles del barrio. No requiere un equipo específico ni una condición física determinada, lo cual lo convierte en una actividad ideal para todas las edades.
Además, gracias a los dispositivos móviles y relojes inteligentes, podemos llevar un registro de nuestros pasos diarios. Esto no solo permite establecer metas realistas, sino que también ayuda a mantener la motivación a lo largo del tiempo.
El poder de la constancia
Lo más importante de todo es la regularidad. Caminar, como cualquier hábito saludable, ofrece sus mejores frutos con la práctica constante. Karlos Arguiñano es un gran ejemplo de ello: durante más de 20 años ha apostado por moverse cada día, y los resultados están a la vista, pues nadie diría que está cerca de los 80 años.
En un mundo lleno de soluciones milagrosas, su mensaje es claro: cuidarse no tiene por qué ser complicado. A veces, lo más efectivo está en lo más sencillo.