Las plataformas de 'streaming' ponen en jaque la supervivencia de la televisión tradicional

Alternativas como Netflix, con cuotas fijas mensuales asequibles, le han comido parte del pastel a las cadenas convencionales gracias a la posibilidad de decidir qué ver y cuándo

Un hombre ve la televisión / PIXABAY
Un hombre ve la televisión / PIXABAY

Las plataformas de contenido en streaming actúan como videoclubs virtuales, con una amplia variedad de películas, series y documentales para todos los gustos. Su característica más valorada es que dan control al espectador para decidir qué ver, cuándo y durante cuánto tiempo. Y todo ello, además, libre de anuncios publicitarios. Ésta, junto a otras bondades como la recomendación personalizada de contenido, ha hecho que cada vez más españoles opten por suscribirse a una (o varias) de las opciones que existen en el mercado audiovisual.

De hecho, estas plataformas han pasado de tener un número reducido de usuarios en 2015 a estar presentes en más del 38 % de los hogares españoles, según datos del Estudio General de Medios de 2019 realizado por la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC). Así, plataformas como Netflix, HBO o Amazon Prime Video, las tres con mayor penetración en España, han puesto en un apuro a la televisión tradicional, que arrastra una tendencia de uso decreciente. Pero, ¿tienen todavía margen para revertir la fuga de una parte de su audiencia?

El salvavidas de los programas en directo

Ante la dura competencia, la televisión tradicional ha tenido que reaccionar y comenzar a competir en un terreno que no es el suyo. De hecho, prácticamente todas las cadenas de televisión ya cuentan con una oferta complementaria a la tradicional. Por ejemplo, el grupo Atresmedia cuenta con Atresplayer y Mediaset tiene la plataforma de Mitele, donde ofrecen series y películas a la carta. Sin embargo, estas alternativas no están cosechando el éxito esperado. Así, para Javier Reyero, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad Francisco de Vitoria, su supervivencia pasa por focalizarse en cuestiones que no sean interesantes para las otras plataformas de vídeo bajo demanda, que se reducen a dos: la información y los programas en directo.

La entrada de duros competidores ha redefinido las opciones disponibles para el entretenimiento audiovisual y, con ella, también los hábitos de consumo de los espectadores. “Estamos asistiendo a un cambio de modelo, porque los espectadores han descubierto lo mucho que les gusta la televisión no programada, es decir, que no les digan qué día y a qué hora ver su serie favorita”, explica Reyero a Consumidor Global.

Una reacción tardía

“Los reality shows no acaban de tener mucho sentido en las plataformas online porque no permiten la interacción del público por medio de votaciones o de comentarios a través de redes sociales mientras se emite”, coincide Adrià Naranjo, profesor del Máster en Creación de Guiones Audiovisuales de la Universidad Internacional de la Rioja. Para este experto, la televisión tradicional no está sabiendo adaptarse y, además, va tarde. “Han atacado el problema cuando se lo han encontrado, pero se podía haber previsto hace décadas que la televisión entraría en internet”, critica este experto, quien asegura que se han puesto las pilas sólo cuando Netflix “ya se había comido parte del pastel”. 

No obstante, Juan Pablo Muñoz, productor televisivo y miembro de la Federación de Asociaciones de Radio y Televisión, discrepa con estos profesores y expertos. “Las cadenas sí están sabiendo reconvertirse, mejor o peor en función de sus recursos, y de forma correcta”. Aunque este profesional del sector también encuentra un hueco para la autocrítica: “La televisión no lidera los cambios para adaptarse, sino que es el cambio de hábitos quien tira de la televisión”. Por su parte, Netflix manifestó en su balance anual de 2020 que son muchos los actores que compiten por el tiempo y el compromiso de los consumidores, pues no sólo se enfrentan a otras plataformas, sino también a otras categorías de entretenimiento como los videojuegos. “Seguimos siendo bastante pequeños en relación con el tiempo total que se pasa frente a la pantalla”, llegó a admitir el gigante estadounidense. 

Las nuevas narrativas

En los análisis de la AIMC sobre cómo se consumen este tipo de contenido, una de las principales conclusiones es que, frente al hábito de ver la televisión en dos momentos principales del día, el visionado bajo demanda crece de forma constante a lo largo del día y explota en el horario Prime Time.

Otro cambio importante es la adaptación de las series a las nuevas formas de consumir. “Se habían creado unas pautas muy claras de cómo tenía que ser una comedia o una trama, cuánto debía durar, en cuántos capítulos se podía resolver y ahora no se ajustan a la manera de ser consumidas”, explica Naranjo. Es decir, en las series policíacas de la televisión tradicional, cada capítulo era un caso distinto con un principio y un final. Sin embargo, ahora todas las temporadas tienen una unidad, y las tramas van y vienen. “Los productores han tenido que romper con los formatos y entenderlos más como una película larga que como pequeñas partes independientes”, concluye este profesor.

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