Comemos por 17 euros el pollo frito de Wingstop, la marca que quiere competir con KFC

Las alitas y los ‘tenders’ de esta empresa americana quieren seducir al consumidor por su sabor, aunque peca de tener precios altos

Un cocinero prepara las alitas de pollo de Wingstop / WINGSTOP
Un cocinero prepara las alitas de pollo de Wingstop / WINGSTOP

El pollo contiene multitudes. Es quizá uno de los alimentos más versátiles que existen, y puede funcionar tanto para recetas sanas, como asado o rebozado. En este segundo sentido, la cadena de referencia de pollo frito en España es KFC, aunque en los últimos tiempos han llegado otros competidores para presentar una crujiente batalla. A la cadena de fast food filipina Jollibee, al ambicioso plan de expansión de Popeye’s y al boom del pollo frito coreano, se suma ahora Wingstop, una marca estadounidense que quiere seducir a los comensales, no por el precio ni por la moda, sino por su efecto sobre los paladares.

En Consumidor Global hemos probado dos opciones de esta empresa que ha aterrizado en Madrid (de momento, sólo con servicio de delivery) y hemos preguntado a expertos cómo disfrutar de un buen pollo

Wingstop: alitas a 1 euro la pieza con un salteado a mano

El packaging del producto es sencillo: llega en una bolsa de cartón estándar con el lema “Where flavor gets its wings” (Donde el sabor obtiene sus alas). La tipografía, por cierto, es muy similar a la de Burger King. Una vez abierta, vemos el pedido: hemos optado por 8 alitas (9,99 euros, a más de 1 euro la pieza) y 3 tenders (6,99 euros), es decir, bastones de pollo rebozado. El precio final es de 16,98 euros por 11 piezas. Si se compara con Kentucky Fried Chicken (KCF), resulta algo caro: en esta segunda cadena se puede pedir un cubo de 12 alitas picantes por 10 euros. Eso sí, en KFC manda el rebozado, que copa totalmente el producto y puede resultar cargante.

La bolsa de Wingstop / CG
La bolsa en la que la compañía americana envía sus productos / CG

Hemos preguntado a Wingstop qué es lo que la distingue de otras marcas. Y la empresa americana se enorgullece de su “posicionamiento único en torno al sabor”. Tal y como exponen, ofrecen “10 sabores característicos, audaces y distintivos. Van desde opciones súper picantes como Atomic, hasta variantes dulces como Hawaiian y sabores icónicos y apetecibles como Lemon Pepper. Tenemos un compromiso de ‘cocinado a pedido’ y nuestro proceso de salteado y salteado a mano nos distingue de todas las demás opciones”, expone.

El cliente selecciona el sazonado

La carne de Wingstop viene en unos envases de cartón. En los mismos aparecen unas pequeñas pegatinas que indican el sabor que se ha elegido previamente para sazonarlas. Aquí nos surge una pregunta: “¿No habíamos pedido salsas?” Este detalle es muy importante: a la hora de hacer el pedido, el cliente no pide unas salsas cremosas en las que bañar la carne, sino el aderezo con el que se cocinarán las alitas.

Se pueden seleccionar dos: en nuestro caso, limón y pimienta (refrescante, apetecible y lograda, pero simple al fin y al cabo), y ajo y parmesano (aunque el queso era prácticamente inapreciable). En cambio, para los tenders hemos optado por el cajún. Con todo, el hecho de que no venga de forma gratuita una salsa con la que poder pringarnos los dedos es un poco decepcionante.

El envase con las alitas / CG
El envase con las alitas / CG

Una preparación algo ‘casera’

La carne de las alitas está jugosa, no es una masa ni un bloque amarillento, pero tampoco es un alimento extraordinario. De hecho, recuerda a una preparación casera, con lo bueno y con lo malo. Hemos preguntado a Pablo Cabezali, un influencer y crítico que está al frente del canal de YouTube Cenando con Pablo, donde acumula 380.000 suscriptores. Cabezali, con mucha experiencia en cocina americana, señala que, bajo su punto de vista, las alitas ideales “son las que se preparan a baja temperatura, lo que logra que la carne quede tierna, que casi se deshaga”. El color de la misma debe ser “clarito, con tonos rosáceos”. Y, en caso de  las Wingstop, los dientes casi no necesitan maniobrar.

Cabezali también prioriza que haya buen porcentaje de carne. “Muchas veces encuentras alitas en las que la parte útil, la que no es hueso, es minúscula”, expone. Las de Wingstop no tienen demasiado hueso, pero el tamaño, equivalente al dedo meñique de un adulto, puede quedarse pequeño para su precio. Son sabrosas, pero no son una revolución. De algún modo, la sensación es que Wingstop será apetecible, sobre todo, para los auténticos frikis del pollo frito.

Aspecto de la alita de Wingstop / CG
Aspecto de la alita de Wingstop / CG

Pollo con piel 

En cambio, Dryan Eats, otro comilón que suma 91.000 seguidores en su canal, relata que el secreto de una buena alita de pollo “está sobre todo en el marinado”. Las hay completamente rebozadas, pero, “personalmente, prefiero las que van marinadas con una capita fina. La carne del pollo tiende a quedarse seca con facilidad”, señala. Este punto juega en contra de las cadenas de delivery, y es justo reconocer que la de Wingstop no posee ese problema.

“Prefiero mantener la piel. Aunque es un extra de grasa adicional, garantiza una textura crujiente. Para presentarlas, optaría por un poco de cebollino cortado y sésamo negro”, relata Dryan. Las de Wingstop también vienen con piel, pero no apuestan por presentaciones tan frescas.

Los 'tenders' de Wingstop / CG
Los 'tenders' con cajún / CG

Cajún fuerte, pero de calidad

“A nivel de franquicias, la alita es un producto socorrido como entrante, pero algunas marcas como TGB les dan un toque interesante. Pero la ración de alitas se disfruta más en establecimientos casual dinner. Pagas más y a veces el proveedor es el mismo, pero te las presentan lacadas y condimentadas tras freírlas. ¡Y eso se nota!”, expresa Dryan Eats. Al fin y al cabo, el pollo no es una carne que destaque de su sabor, así que la partida está en el condimento. También parece justo apuntar que, quizá, de haber seleccionado otro sabor como Hawaiian, la experiencia habría sido completamente distinta con Wingstop.

Por el contrario, los tenders de la compañía poseen el contraste idóneo para estos casos: muy crujientes en el exterior y tiernos en el interior. Su color, rojo intenso, ya anticipaba que íbamos a necesitar mucha agua. El cajún de Wingstop es un condimento muy picante, de un picor prolongado, pero logrado, seco, sin regustos desagradables y que no produce ardor de estómago.

El logo de la marca / WINGSTOP
El logo de la marca / WINGSTOP

Cocinas fantasma 

Los productos de la marca se cocinan en cuatro cocinas fantasma de Madrid, tal y como reconoce la compañía. “Ya hemos lanzado en Salamanca y Centro-Imperial. Abriremos en Las Tablas el lunes 4 de abril y la cuarta cocina a principios de verano. Esto nos dará una fuerte cobertura en Madrid”, explican desde el grupo.

Además, la empresa admite que ve “gran potencial” en el mercado español. Su cliente objetivo es el joven entre los 16 y los 30 años. “Creemos que tenemos una oferta única que traer a España que actualmente no existe. Ofrecemos un concepto premium casual y rápido que se diferencia por el sabor. Hemos visto una gran respuesta en otros mercados europeos, como el Reino Unido”, aseguran.  Además, reconocen que en España buscan activamente “un socio para liderar nuestro crecimiento físico”. En definitiva, Wingstop cautivará a los comensales si sus sazonados cautivan. 

 

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