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Probamos las azucaradas salsas del chef David Muñoz que puedes comprar por 4 euros

La de pesto con queso, de yogur y César, que llevan el sello del mejor cocinero del mundo, no son tan alucinantes como cabría esperar

Juan Manuel Del Olmo

Tres salsas de Dabid Muñoz / CG

Las salsas son un salvavidas, un pase de gol por encima del defensa, un puente seguro para llegar a la otra orilla. Una buena salsa puede transformar por completo una carne insípida o una pasta que no termina de funcionar. Por eso, muchas empresas se lanzan a comercializar aliños más allá de la carbonara y la boloñesa. David Muñoz, el flamante mejor cocinero del mundo según The Best Chef Award, cabeza y paladar del restaurante DiverXO, también tiene las suyas.

En Consumidor Global hemos probado tres de las 10 que ha lanzado al mercado: la salsa de yogur, la de pesto con queso idiazábal y la César con pimienta de Jamaica. Te contamos a qué saben, su información nutricional y si merecen la pena.

Un ‘packaging’ poco logrado

Lo importante siempre es el sabor, pero lo primero que llama la atención de estas Salsas XO es el envase. A medio camino entre el aspecto de un bote de desodorante y el de las chimeneas de La Pedrera, las salsas vienen en un envase de plástico negro. A unos aderezos de 240 gramos que cuestan entre 3,49 y 5,90 euros se les puede pedir un poco más de sostenibilidad.

David Muñoz con su trofeo a mejor chef / Twitter

David Muñoz ha construido su marca y su universo en base a la creatividad: fusión de tradiciones gastronómicas, experimentación, cruces imposibles. Por eso, sus salsas llevan el sobrenombre de un encuentro insospechado entre ciudades: la de pesto es Sicilia-Bangkok, la de yogur Mikonos-Mumbai y la César Roma-Saigón. Suena exótico, atrayente. Todo lo contrario a algo insípido. En esta línea, los dibujos que dominan el envase llevan la firma de Ricardo Cavolo, un artista que maneja una fuerte expresividad y colores vivos, que hace tanto murales como ilustraciones para libros. Explosividad y atrevimiento, como la cocina de Muñoz.

Salsas a lo David Muñoz con sabores raros  que no terminan de cuajar

De las tres salsas que se han probado, la que más ha gustado a Consumidor Global  es la de yogur. Cuesta 3,49 euros y, en cuanto a textura, es la más cremosa de las tres. Tiene un color rosado, por lo que es inevitable que recuerde a la salsa rosa. Además, el regusto a menta y a remolacha es muy potente. De igual modo, la cocina india (país en el que se ubica Mumbai) se caracteriza por el uso de especias que pueden llegar a ser picantes, y esta salsa recoge ese legado. Paradójicamente, y aquí reside su gran valor, resulta muy fresca. ¿Cómo? No lo sabemos (al fin y al cabo, no somos de Hule y Mantel).

Las otras, que coinciden en el color verdoso y en su estado líquido, son menos interesantes. Mezclas arriesgadas y sugerentes, pero que, para este medio, no cuajan del todo. Un sí, pero no. Al menos por ese precio. La de pesto (4,90 euros) no sabe en absoluto a pesto, lo que a priori no es problemático, pero el regusto final no es del todo agradable. Más que pesto, es un curry que invita a beber agua con fuertes notas ácidas aportadas por la lima. Por su parte, la de César y pimienta de Jamaica está algo más rica. Suave, con un matiz dulce muy juguetón y fuerte presencia de las hierbas aromáticas, pero, por 5,90 euros, tampoco descubre América.

Aspecto de la salsa de yogur de Dabid Muñoz / CG

Sicilia, Bangkok y exceso de grasa

A nivel nutricional, la que tiene más grasa es la salsa de pesto y queso idiazábal: 20 gramos de grasas por cada 100 de producto, de los cuales 10,4 gramos son grasas saturadas. Se trata de un porcentaje muy elevado. “Es importante tener en cuenta de dónde vienen”, señala el doctor en Ciencia y Tecnología de los alimentos Miguel Ángel Lurueña, que especifica que, en este caso, el ingrediente más abundante es el aceite de coco. Además, posee 3 gramos de azúcares y 1,5 gramos de sal.

Lo más decepcionante es que contenga, apenas, 1,5 % de queso idiazábal, el gran reclamo del envase. Además, no hay nada de albahaca, fundamental en la receta original de pesto. Sí contiene queso parmesano y, a partir de ahí, casi de todo: crema de coco, aceite de palma, pasta de curry verde, lima, leche, e incluso un fondo de pescado, fondo de pollo y hasta salmón. Asimismo, posee goma xantana y carragenato, “espesantes y gelificantes para mejorar la textura”, tal y como detalla Lurueña. El experto apunta que no deberíamos destinar este tipo de salsas a un consumo frecuente.

Estuche con las salsas de Dabid Muñoz / EL CORTE INGLÉS

Más azúcar que pimienta de Jamaica

En cambio, lo que más llama la atención de la versión de la salsa César de David Muñoz son sus 17 gramos de azúcares, una cantidad “altísima” según la tecnóloga de los alimentos, nutricionista y divulgadora Beatriz Robles. “Tendríamos que preguntarnos de dónde vienen para saber si son libres o no”, especifica la experta. En este caso, vendrían del zumo de lima. Además, Robles puntualiza que el ingrediente destacado, la pimienta de Jamaica, aparece en una cantidad “minúscula”, inferior al 0,02 %, puesto que la etiqueta revela que ese número es relativo a la mostaza. “Legalmente, no es que no se pueda hacer, pero como consumidores hay que fijarse en que su porcentaje es ínfimo”, expresa.

Además, tiene varios ingredientes compuestos, como el vinagre de arroz y la mostaza. La cantidad de sal es, tanto en la salsa pesto como en la César (no así en la de yogur, donde baja a los 0,7 gramos) de 1,5 gramos por cada 100 de productos. Robles recuerda que, a partir de 1,2 gramos de sal por cada 100, el Ministerio de Sanidad considera ese alimento como muy alto en sal. En definitiva, es una salsa, “como muchas otras del mercado”, dice la experta, que se caracteriza por tener gran cantidad de azúcares libres, por lo que habría que emplearla “en ocasiones muy puntuales, no como condimento habitual de nuestras ensaladas”.