No lo sabías: el secreto detrás de las tallas y por qué varían tanto entre marcas
¿Alguna vez te has preguntado por qué hay tanta diferencia de tallaje entre una tienda y otra? Descubre por qué en España sigue faltando coherencia en las medidas de la ropa

Seguro que te ha pasado más de una vez: vas de compras, encuentras unos pantalones en tu talla habitual, te los pruebas y te quedan perfectos. Pero luego, en otra tienda, esa misma talla es demasiado ajustada y terminas probándote una o dos tallas más grandes. Este fenómeno, que parece tan cotidiano, puede generar una gran carga emocional capaz de arruinarle el día a muchas personas.

El problema radica en dos factores principales: por un lado, la falta de uniformidad en los tallajes de las marcas y, por otro, la creencia arraigada desde la infancia de que las tallas pequeñas son “buenas” y las grandes “malas”. Cuando nos encontramos en el límite de lo que socialmente se considera aceptable o incluso superamos esa barrera, pueden aparecer pensamientos negativos sobre nuestro cuerpo, afectando nuestra autoestima a corto y medio plazo. En Consumidor Global queremos arrojar algo de luz a esto que ocurre en multitud de tiendas.
¿Por qué varían tanto las tallas de una tienda a otra?
Si alguna vez te has preguntado por qué nunca usas la misma talla en todas las tiendas, la respuesta es sencilla: el tallaje en la moda es un sistema impreciso y, con el tiempo, se ha vuelto aún más polémico, pues atiende más a qué tipo de público está dirigido que a unas medidas estándares claras.
Es una realidad, una talla de la marca Bershka o Urban Outfitters no atiende al mismo tallaje que tiendas como Zara o Massimo Dutti, marcas que pese a poder pertenecer al mismo grupo corporativo – a excepción de Urban Outfitters- no corresponden entre ellas. La problemática radica en que las primeras están enfocadas a satisfacer la demanda de chicas muy jóvenes o adolescentes con cuerpos normativos y muy estilizados, mientras las segundas destinan su producción a mujeres más maduras que habitualmente han superado la treintena.
En un mundo donde cada cuerpo es único, resulta difícil creer que unas pocas medidas estándar puedan representar a todas las mujeres. Sin embargo, la moda prêt-à-porter sigue apostando por sistemas que no se ajustan a la diversidad real, sino a sus ideales de qué tipo de cliente les gustaría presumir de tener.
Un poco de historia sobre el origen del tallaje
Las primeras referencias sobre un sistema de medidas en la confección se remontan al siglo XVI, cuando el sastre y matemático español Juan de Acelga ideó un método basado en patrones básicos que luego se ajustaban a cada cliente. Su objetivo no era estandarizar las tallas, sino aprovechar mejor la tela.
Sin embargo, el concepto de tallas como lo conocemos hoy surgió en el siglo XIX, impulsado por la necesidad de producir ropa en grandes cantidades durante las guerras. Se buscaba fabricar uniformes de manera rápida y eficiente, sin personalizar cada prenda. En un principio, este sistema se aplicó a la ropa masculina, mientras que la moda femenina siguió siendo confeccionada a medida hasta bien entrado el siglo XX.
Hay diferencias por países
Cada país tiene su propio contexto y medidas estándar, lo que hace que existan diferencias entre las tallas de un lugar a otro. En países como Reino Unido y Estados Unidos, por ejemplo, se utiliza el sistema imperial (basado en pulgadas), mientras que en Europa predominan los centímetros. A pesar de que en los años 80 hubo intentos de unificar estos sistemas, la industria de la moda ha seguido utilizando distintas métricas, lo que genera confusión entre los consumidores.
¿Existe un sistema universal de tallas?
A nivel global, el sistema de tallas por letras (XXS, XS, S, M, L, XL, XXL) es uno de los más utilizados, sobre todo en prendas superiores. Sin embargo, cuando hablamos de pantalones y faldas, se suele emplear un sistema numérico que varía según el país y la marca. En España, por ejemplo, las tallas oscilan entre la 32 y la 50, aunque pocas tiendas ofrecen opciones en los extremos de esta escala.
El problema surge cuando una marca decide adoptar un sistema diferente al del país en el que vende sus productos o, peor aún, cuando combina distintos criterios de tallaje en una misma colección. Esto puede hacer que las consumidoras se sientan desorientadas y, en algunos casos, frustradas al no encontrar su talla habitual.
Un ejemplo de caos en el tallaje
Una de las marcas que más confusión ha generado en este aspecto es H&M, cuyo sistema de tallas ha desconcertado a muchas compradoras. En su web, ofrecen una guía detallada, pero en tiendas físicas no siempre es fácil interpretar la información de las etiquetas. Algunos pantalones aparecen con tallas británicas, mientras que otros incluyen una “p” que, según la marca, indica la longitud de la pernera. Sin embargo, esa misma letra también aparece en chaquetas y otras prendas sin perneras, lo que ha llevado a muchas clientas a preguntarse qué significa realmente.
Esta falta de claridad puede generar frustración y, en algunos casos, afectar la confianza de quienes compran ropa. Después de todo, nadie debería sentirse mal por tener que elegir una talla más grande en una tienda que en otra. Las marcas de moda deberían facilitar la experiencia de compra en lugar de añadir obstáculos innecesarios.
¿Cómo podemos afrontar el problema de las tallas?
Dado que la industria de la moda sigue sin ofrecer un estándar claro, la clave está en cambiar nuestra percepción sobre las tallas y darles la importancia que realmente tienen: ninguna. Nuestro cuerpo no está definido por un número en la etiqueta de una prenda. Algunas estrategias para lidiar con este problema incluyen:
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Probarse la ropa sin mirar la talla en la etiqueta. Lo importante es cómo nos queda y nos hace sentir, no el número que indique la prenda.
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Optar por marcas que ofrezcan tallajes más inclusivos. Cada vez más firmas están apostando por modelos de negocio que priorizan la diversidad corporal.
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Recordar que las tallas varían según la tienda. Si en una marca necesitas una talla más grande, no significa que hayas cambiado de peso ni que tu cuerpo haya sufrido una transformación drástica.
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Exigir transparencia a las marcas. Si las empresas fueran más claras en sus sistemas de tallaje, muchas mujeres evitarían experiencias frustrantes al comprar ropa.
En definitiva, la lucha no es por encajar en una talla, sino por sentirnos bien en nuestra propia piel. Y si la moda no se adapta a nosotras, quizás sea el momento de replantearnos a quién le estamos dando nuestro dinero. Al final del día, lo que realmente importa es que nos sintamos cómodas y seguras con lo que llevamos puesto, sin importar el número en la etiqueta.