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La bebida que cambiará todas las fotos de los maratones

La startup Notpla conquista con sus envases comestibles los eventos deportivos, los festivales de música y a empresas de delivery como Just Eat, pero genera escepticismo entre los ecologistas

Un corredor coge una dosis de bebida energética Lucozade Sport en un envase comestible durante el maratón de Londres 2019 / NOTPLA
Un corredor coge una dosis de bebida energética Lucozade Sport en un envase comestible durante el maratón de Londres 2019 / NOTPLA

El suelo está tan pegajoso que cuesta hasta levantar la suela de la zapatilla de nuevo. Restos de todo tipo de brebajes con glucosa y un ejército de 650.000 botellines de plástico hechos trizas cubren las calles a lo largo de 42 kilómetros y 195 metros. Esta es la única huella imborrable que dejaron los miles de participantes del maratón de Londres en 2018. Una huella de la que queda constancia en todas las fotografías de los corredores y, sobre todo, en las numerosas islas de basura que hay repartidas por los océanos. Una imagen de superación y suciedad que pronto podría pasar a mejor vida.

Por suerte, la foto finish de la edición de 2019 guardaba pocas semejanzas con la del año anterior. Y es que la startup Notpla se asoció con la marca Lucozade Sport para repartir entre los atletas 100.000 dosis de bebida energética en envases comestibles. Una alternativa para reducir el consumo de plástico en eventos masivos que también ha sido adoptada por Roland Garros, algunos festivales de música, y Just Eat, que utiliza estos singulares envases para sus entregas de kétchup y patatas a domicilio. “Aunque cueste unos céntimos más que el plástico, va mucho con las tendencias de hoy y puede ayudar a limpiar la imagen de las empresas y hacer que el consumidor se decante por ella”, apunta la experta en publicidad Lorena Marti sobre el envase no envase de Notpla.

Un envase comestible de Ooho con agua / NOTPLA
Un envase comestible de Ooho con agua / NOTPLA

¿Un envase que se come?

“Hacemos desaparecer los envases” es el eslogan de Notpla, la empresa con sede en Londres que trabaja con granjas de algas francesas y españolas para la elaboración --sin tratamientos químicos-- de Ohoo, su envase comestible capaz de almacenar agua, zumos, salsas y cualquier otro líquido. Según Notpla, son “100% veganos” y “biodegradables” en casa en seis semanas como una cáscara de fruta.

Un botellín de agua o una bolsita de mostaza solo permanecen unos segundos en la mano, pero su plástico tarda 700 años en desaparecer. “En estos casos se puede optar por otros materiales como los envases que nosotros fabricamos a partir de algas”, resume Rodrigo García, cofundador de Notpla.

Un parche poco realista

Todos los productos de Notpla cuentan con la certificación de seguridad alimentaria, pero “no veo en su página web que tengan un sello conforme son biodegradables”, advierte Fernando Gómez Soria, referente del residuo cero y autor del libro Vivir sin plástico (Editorial Zenith).

“Yo también dudo de que los envases de Notpla se biodegraden en seis semanas”, apunta Adriana Espinosa, directora de recursos naturales y residuos de la asociación ecologista Amigos de la Tierra. Lo cierto es que en la actualidad no hay ninguna certificación que controle y garantice dicha biodegradación. “Solo hay un certificado oficial emitido por la UE para las bolsas compostables”, recuerda Espinosa, quien opina que para reducir de forma significativa el consumo de plástico “hay que buscar soluciones estructurales y que sean duraderas”.

Soluciones reales

“A mí este invento me parece una alternativa interesante para eventos deportivos de masas porque no hay otra opción, pero estas soluciones son para cosas muy puntuales”, apunta Gómez Soria.

Un hombre introduce varios envases comestibles con kétchup en una bolsa / NOTPLA
Un hombre introduce varios envases comestibles con kétchup en una bolsa / NOTPLA

En la misma línea, Espinosa explica que los bioplásticos “son un intento más de la industria para engañar al legislador y a la ciudadanía con productos que incentivan el consumo de productos desechables”. A los que piensan que con una solución tecnológica se puede solucionar un problema estructural sin cambiar nada del modelo de consumo, la experta los califica como “tecnoptimistas”. Y es que, según Espinosa, iniciativas como la de Notpla no remedian gran cosa, sino que “son parches” que distraen la atención de las soluciones reales, que pasan por reducir el consumo de plásticos, acabar con los plásticos de un solo uso y fomentar la reutilización de productos y envases.

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