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Por qué el aceite de oliva y el vino tinto ‘espantan’ algunas enfermedades

Una buena alimentación ayuda a prevenir o retrasar un tercio de los casos de alzhéimer, que en España afecta a unas 700.000 personas

Una botella de vino tinto / PIXABAY
Una botella de vino tinto / PIXABAY

Dice el refranero que el comer a muchos mata y la dieta a muchos salva. Tras años de sesudas investigaciones, la evidencia científica empieza a concretar lo que la sabiduría colectiva y el sentido común intuían desde hace tiempo, es decir, que una alimentación sana es fundamental para la salud. Tanto es así, que la dieta mediterránea, de la que España es uno de los países abanderados a nivel mundial, se ha destapado como una de las estrategias mejor valoradas por los expertos para prevenir el alzhéimer y otras enfermedades. De hecho, se estima que puede ayudar a evitar o retrasar el desarrollo en un tercio de los casos.

Sin embargo, la dieta de la que tanto hacemos alarde parece estar cayendo en el olvido. “Deberíamos volver a comer lo mismo que las generaciones anteriores. Estamos perdiendo la dieta mediterránea”, asegura a Consumidor Global Aleix Sala, investigador especializado en dietética del Barcelonaßeta Brain Research Center (BBRC) y del Institut Hospital del Mar d'Investigacions Mèdiques (IMIM). Mientras, la bollería industrial, los refrescos azucarados y los alimentos con mucha sal, cada vez más presentes en las mesas de los españoles, son los principales asesinos del cerebro, según apuntan los expertos consultados por este medio.

Aceite de oliva, pescados azules, cítricos y pasión por el naranja

“La dieta mediterránea lo que hace es cuidar de las arterias. Si se cuidan las del cerebro, también se protegen las neuronas”, resume José Ramón Lorenzo, vicepresidente de la Sociedad Gallega de Neurología. En ese sentido, Vila explica que este tipo de alimentación es abundante en productos de origen vegetal y grasas saludables. Por ello, defiende el consumo de aceite de oliva virgen extra y de semillas cargadas con antioxidantes, ya sean legumbres o frutos secos. Además, subraya la importancia de incluir pescado en los hábitos de consumo: “Al menos dos raciones por semana”. La razón es que contienen omega 3, detalla a este medio José Enrique Campillo, médico especialista en nutrición y catedrático de fisiología en la Universidad de Extremadura.

Además, este experto destaca las vitaminas antioxidantes como otro aliado poderoso para retrasar o prevenir la aparición de la enfermedad, como las de los cítricos y el kiwi. “Pero nunca en zumo. Mejor la pieza entera o triturada”, matiza. También subraya las propiedades de la vitamina E, presente en los aguacates, por ejemplo, y de la vitamina D, que se puede encontrar en los huevos, entre otros productos. En la misma línea, este catedrático, autor del libro sobre nutrición y enfermedades El mono obeso, recalca los beneficios antioxidantes de sustancias como los betacarotenos, que abundan en las hortalizas y frutas de colores anaranjados, como las zanahorias y los mangos.

Veto a la comida churruscada

Entre los aliados para reducir la incidencia del alzhéimer también figuran los polifenoles, un grupo de sustancias que se encuentran, por ejemplo, en la uva tinta y, por tanto, en el vino tinto. Para desilusión de muchos, lo cierto es que el alcohol no es recomendable para la prevención de la enfermedad, por lo que la moderación es clave. Pese a ello, otra forma de introducirlos en la dieta es a través de las endrinas, frambuesas, madroños, grosellas o moras. “Es bueno tenerlas siempre a mano y tomar un puñado después de comer”, señala Campillo, que agrega al catálogo de productos con esta sustancia el té verde y la cúrcuma. En relación con esta última, el vicepresidente de la Sociedad Gallega de Neurología discrepa y señala que su beneficio para prevenir el alzhéimer se “está investigando mucho y que, por ahora, los estudios están saliendo rana”.

Otro de los aspectos en los que hace hincapié el catedrático es en el cocinado saludable de los alimentos. “Hay que evitar las temperaturas demasiado elevadas. Por ejemplo, en las barbacoas o cuando la gente se hace las tostadas churruscadas se producen unas sustancias peligrosas y tóxicas para el cerebro que no se eliminan con facilidad y que tienen efectos acumulativos”, asevera. 

Varios terrones de azúcar / PIXABAY
Varios terrones de azúcar / PIXABAY

En guerra con los ultraprocesados, la sal y el azúcar 

Al hilo de los hábitos que hay que evitar, Aleix Sala destaca la necesidad de vigilar la cantidad de alimentos ultraprocesados que se consumen y también aboga por reducir las grasas animales, la sal y los azúcares. Es decir, las mismas recomendaciones que cualquier médico podría hacer a un paciente para reducir el riesgo de sufrir un infarto. De hecho, las enfermedades cardiovasculares y el alzhéimer van de la mano y las personas que han tenido un ictus tienen más riesgo de padecerla. “Cuidar el componente vascular es fundamental; la tensión, el colesterol, los triglicéridos, el azúcar… eso es lo que provoca que pueda aparecer antes. Favorecen que se acelere el proceso de muerte neuronal y por eso es importante cuidar la dieta a rajatabla”, coincide por su parte Lorenzo, de la Sociedad Gallega de Neurología. Así, los refrescos azucarados, la bollería industrial y los alimentos con mucha sal se convierten en auténticos asesinos de neuronas.

A pesar de todas las recomendaciones que se puedan hacer, lo cierto es que el alzhéimer es, de alguna manera, una lotería que le puede tocar a cualquiera, se cuide o no, aunque los segundos tienen más boletos. No obstante, los expertos consultados por Consumidor Global coinciden en que, en el peor de los casos, una buena alimentación también puede hacer que se retrase el desarrollo de la enfermedad.  “Es muy difícil que sólo con un cambio de dieta se reduzca a cero el riesgo de padecerla, pero, además del beneficio individual de atrasar el proceso, hay que tener en cuenta el beneficio económico que tiene para la sociedad debido al nivel de costes que conlleva para el sistema”, subraya Sala.

La dieta MIND, una variante de la mediterránea

Para muchos, seguir las recomendaciones del médico supone un suplicio debido a la eliminación de ciertos hábitos que, aunque placenteros, son poco saludables. Ante esta situación, una epidemióloga de la Universidad de Rush (Estados Unidos) desarrolló la denominada dieta MIND --mente, en inglés--, que es una mezcla de la mediterránea y otra para frenar la hipertensión.

Esta dieta propone, al menos, tres porciones de cereales integrales, una ensalada y otras verduras todos los días, además de un vaso de vino con una de las comidas principales. También recomienda comer frutos secos en días alternos y tomar pollo y bayas al menos dos veces a la semana. Si se siguen estas pautas, según los estudios de esta universidad estadounidense, se reduce el riesgo de padecer alzhéimer hasta el 53 % en aquellas personas que la siguen de manera estricta y hasta el 35 % con un cumplimiento moderado.

Divertirse también es importante

Según los estudios realizados en España, se calcula que unas 700.000 personas mayores de cuarenta años padecen alzhéimer y se cree que en 2050 “el número de enfermos se habrá duplicado y se acercará a los dos millones de personas”. Para el mismo año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que habrá 132 millones de afectados en todo el planeta, es decir, el equivalente a la población actual de México. Además, esta enfermedad degenerativa a día de hoy sigue siendo un misterio en muchos sentidos. “No se sabe cuándo empieza y los síntomas aparecen cuando ya se ha desarrollado”, explica Lorenzo.

La edad, el sexo --las mujeres son más propensas-- y la genética son los factores principales sobre los cuales no se puede incidir para prevenir la enfermedad. Sin embargo, además de la alimentación, hacer ejercicio y evitar el consumo de tóxicos --como el tabaco, el alcohol y las drogas-- son aspectos en los que sí se puede actuar de forma individual. “Divertirse, leer, salir a pasear y relacionarse con otras personas son aspectos casi tan importantes como la dieta para conseguir que las neuronas sigan funcionando bien”, concluye el neurólogo.

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