Así funcionará el Pasaporte Digital que dirá toda la verdad sobre tus prendas
El nuevo sistema de medición europeo, que persigue la sostenibilidad, llegará a los distintos sectores de forma paulatina, y su objetivo es ofrecer más información y más transparencia
Medir es difícil. Se pueden medir los kilómetros que hay de un lugar a otro, los centímetros de una cama o la cantidad de dispositivos electrónicos de un hogar, pero resulta más espinoso cuantificar el impacto que tiene en un barrio el cierre del comercio tradicional, cómo afecta cada hora de sueño perdida al rendimiento diario o cuánto quiere una persona a otra.
La Unión Europea tiene gran afición por medir. Ha pasado de las buenas intenciones a un despliegue masivo de normativas que obligan a las empresas a poner números reales a su impacto, también en el ámbito de la sostenibilidad. Y pronto habrá más: el Pasaporte Digital de Producto (DPP) se erigirá como una herramienta clave para recopilar y compartir información detallada sobre la sostenibilidad de un producto a lo largo de todo su ciclo de vida, desde la industria textil a los artículos de uso doméstico, como cosméticos.
Precisión de las métricas
Silvia Pérez Bou es directora del Máster de Dirección de Empresas de Moda (FBA) en ISEM Fashion Business School, y recuerda que, al hablar de sostenibilidad y de impacto medioambiental, las métricas actuales no son tan claras como los etiquetados establecidos para el ámbito de los alimentos (Nutriscore) o los electrodomésticos (la escala que mide la eficiencia eficiencia energética).

“En 2021, la UE registró una iniciativa ciudadana que proponía un etiquetado obligatorio de los productos vendidos en la UE, puntuando su impacto medioambiental. De alguna manera, se trataba de utilizar el mismo sistema A-F para informar a los consumidores”, indica a Consumidor Global.
Sistemas de medición de impacto
Se propusieron, narra, dos sistemas posibles de medición del impacto: el recurso a bases de datos existentes privadas, como Agrybalise, o realizar Análisis de Ciclo de Vida, con la complejidad que eso supone. “La iniciativa ciudadana no tenía claro realmente cuál podía ser la manera realista y homogeneizada de medir ese impacto”, afirma la experta de ISEM.
“Poco después, cuando se empezó a pensar en la propuesta de Directiva de Green Claims, las versiones iniciales proponían medir el impacto con una herramienta gratuita desarrollada en el seno de la propia Comisión (Joint Research Center) para hacer Análisis de Ciclo de Vida”, relata.

Écobalyse: la propuesta francesa
No obstante, esta iniciativa no prosperó. Hoy por hoy no hay, cree Pérez-Bou, una voluntad real de unificar sistemas de medidas de impacto ambiental. El esfuerzo por conseguir estos datos reales supondría una carga económica alta, por lo que no considera que vaya a prosperar a corto plazo en todos los ámbitos. Además, recuerda que “la sostenibilidad se basa también en el pilar económico y el social”.
Con todo, en un contexto en el que las críticas a la industria de la moda se intensifican a la par que el peso de vendedores como Shein y Temu aumenta, algunos países sí están tomando medidas más contundentes. Por ejemplo, Francia ha desarrollado una suerte de Ecoscore para la ropa, el sistema Écobalyse, una herramienta voluntaria de evaluación ambiental para textiles.
Consumo más transparente
“Si una marca publica la puntuación ambiental de un producto, debe usar Écobalyse como referencia y adherirse a su marco. Este es un primer paso hacia un consumo más transparente, aunque el modelo siga siendo específicamente francés”, explican en el sitio galo Outdoor Sports Valley.

“La norma textil PEFCR Apparel & Footwear 3.1, validada en mayo de 2025, permitirá disponer de una etiqueta europea única en todos los productos textiles a partir de finales de 2026 o principios de 2027. Para esta fecha, cada marca deberá haber realizado su ACV (Análisis de Ciclo de Vida) en cada uno de sus productos”, relatan.
Del ESPR al DPP
Esta norma está estrechamente relacionada con el Pasaporte Digital de Producto (DPP), enmarcado a su vez en el Reglamento de Diseño Ecológico para Productos Sostenibles de la UE (ESPR), que deberá aclarar el origen, la composición y las posibilidades de reciclaje de las prendas. La idea es que en 2027 entre en vigor para las baterías industriales, de automoción y portátiles, y a partir de ese año y el siguiente llegue a la esfera de la moda.
“El Reglamento de Ecodiseño, aprobado en 2024, habla del Pasaporte Digital de Producto, que debe tener toda esa información. Se van a desarrollar actos delegados para los distintos sectores y parece que el textil llegará en el primer semestre de 2027. Habrá que esperar para ver cuál es el contenido obligatorio que se prevé para la ropa”, advierte.

Información sobre la cadena de valor
Las empresas, prosigue esta experta, llevan tiempo preparándose para esta normativa. Una serie de directivas ya obligaban a las compañías “a tener información en materia de sostenibilidad, por lo que se requería mucha información de la cadena de valor: aguas arriba y aguas abajo. La presión regulatoria se ha relajado en 2025 con los paquetes Ómnibus y solo aplicará a las empresas muy grandes. Tiene lógica porque lo previsto en las directivas era prácticamente inasumible”, indica.
“Habrá que ver qué pide finalmente la UE para el sector textil en el Acto Delegado, y cómo es de realista. En cualquier caso, garantizar la trazabilidad a lo largo de la cadena de valor y partir de fibras y procesos más sostenibles supone siempre inversión económica, por lo que será lógico que suba el precio de la ropa con esos atributos”, concluye, preguntada por el posible encarecimiento que acarreará la implantación.