Confirmado por expertos, la decisión que altera el ritmo de las mujeres: "Efectos negativos"

El ayuno puede conllevar serios peligros para la salud hormonal femenina y cada vez está más en auge

Dos mujeres que no practican ayuno / CANVA
Dos mujeres que no practican ayuno / CANVA

Con la llegada del verano, la presión por adelgazar se dispara. Los mensajes que promueven “cuerpos de temporada” llenan redes sociales, titulares y conversaciones cotidianas, y muchas personas recurren al ayuno intermitente como atajo para perder kilos en tiempo récord. Pero ¿hasta qué punto es saludable modificar nuestra alimentación por una cuestión estética?

Montaje caricaturizado de la moda del ayuno intermitente en verano/ Montaje CG
Montaje caricaturizado de la moda del ayuno intermitente en verano / Montaje CG

¿Es el ayuno la solución o un nuevo riesgo disfrazado de tendencia? Antes de saltarte el desayuno y eliminar comidas, conviene entender cómo responde realmente el cuerpo -y, sobre todo, el cuerpo femenino- a este tipo de prácticas.

Lo que se debe saber antes de dejar el desayuno atrás

En los últimos años, el ayuno intermitente se ha posicionado como una tendencia popular dentro del mundo de la alimentación saludable. Sus beneficios, como la mejora en la sensibilidad a la insulina o el control del peso, han sido ampliamente difundidos.

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Un plato con alimentos y las horas / CANVA

Sin embargo, lo que funciona para unos no necesariamente es ideal para todos. Y en el caso de las mujeres, los efectos pueden ser distintos y, en algunos casos, incluso contraproducentes.

¿Es el ayuno realmente igual de efectivo para mujeres que para hombres?

No del todo. Según explica la nutricionista Ana Ceci, el impacto del ayuno intermitente puede variar en función del sexo, ya que los hombres suelen tener mayor masa muscular y un metabolismo más estable frente a restricciones alimentarias prolongadas.

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Un grupo de mujeres que se sienten bien consigo mismas y con sus cuerpos/ CANVA

En cambio, en muchas mujeres, el cuerpo reacciona de forma diferente ante el estrés metabólico que supone saltarse comidas, especialmente en etapas como la menopausia o la edad fértil, donde el sistema hormonal es especialmente sensible.

El desayuno y su conexión con el sistema hormonal femenino

A pesar de que algunas corrientes defienden prescindir del desayuno, diversos expertos en salud insisten en no forzar al cuerpo a una rutina alimentaria que no se adapta a sus ritmos naturales. La nutricionista Blanca García-Orea sostiene que comer no debería ser una obligación marcada por el reloj, sino una respuesta consciente a las señales de hambre. Aun así, comenzar el día con una ingesta equilibrada puede ayudar a regular el cortisol, una hormona clave que se eleva de forma natural por la mañana para activar el organismo.

Un desayuno copioso en el buffet continental de un hotel en verano/ CANVA
Un desayuno copioso en el buffet continental de un hotel en verano/ CANVA

Cuando no se consume alimento en las primeras horas del día, se prolonga este pico de cortisol y eso puede traducirse en una mayor irritabilidad, dificultad para concentrarse, y una tendencia a sufrir bajones de energía antes de la siguiente comida. “Saltarse el desayuno de forma habitual puede afectar la salud hormonal, alterando incluso la menstruación o el sueño”, explica Ana Ceci.

El papel de la tiroides en los cambios metabólicos

El Dr. La Rosa lo explica alto y claro en su artículo Las hormonas y el ayuno intermitente. Otra consecuencia del ayuno prolongado que no siempre se tiene en cuenta es su efecto en la función tiroidea, especialmente en mujeres.

Una persona comiendo mientras trabaja/ PEXELS
Una persona comiendo mientras trabaja/ PEXELS

La glándula tiroides es altamente sensible al déficit calórico. Cuando se reduce drásticamente la ingesta o se prolongan los períodos sin comer, el cuerpo responde disminuyendo la producción de hormonas tiroideas para conservar energía. Esto puede ralentizar el metabolismo y dificultar la pérdida de peso, incluso cuando hay un esfuerzo por controlar la dieta: "Es una realidad, en los hombres no tanto, en las mujeres puede tener efectos negativos".

Un estudio clínico mostró que seguir una alimentación muy baja en calorías (por debajo de las 1.000 Kcal diarias) durante ocho semanas llevó a una reducción de más del 20% en los niveles de hormonas tiroideas. Este descenso no implica necesariamente una enfermedad, pero sí representa una adaptación metabólica que puede traer consecuencias si se mantiene en el tiempo.

La importancia del ritmo circadiano en lo que comemos 

Además de lo que comemos, cuándo lo hacemos también importa. Investigaciones recientes señalan que nuestras hormonas —incluidas las que regulan la tiroides y el apetito— siguen ciclos diarios. Por ejemplo, el pico de la hormona TSH, que estimula la tiroides, se da entre las 2 y las 4 de la madrugada, mientras que su efecto en la producción de T3 se mantiene elevado hasta bien entrada la tarde.

Una mujer a la que le cuesta conciliar el sueño/ EP
Una mujer a la que le cuesta conciliar el sueño/ EP

Por eso, modificar drásticamente los horarios de las comidas o alterar el sueño puede tener un impacto directo en el funcionamiento del metabolismo. De hecho, comer después del mediodía, como proponen algunas formas de ayuno intermitente, puede desplazar el ritmo normal del cortisol, dificultando el descanso nocturno y aumentando la necesidad de alimentos ricos en azúcar al final del día.

¿Cuándo no es buena idea hacer ayuno intermitente?

A pesar de sus beneficios potenciales, como favorecer la autofagia celular, mejorar los niveles de colesterol o reducir la inflamación, el ayuno no es para todo el mundo. Ana Ceci recuerda que ciertos grupos deben evitar esta práctica por razones de salud. Entre ellos se encuentran mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, personas mayores, deportistas de alta exigencia, pacientes con enfermedades autoinmunes, hipotiroidismo, hipertiroidismo o antecedentes de trastornos alimentarios.

Además, quienes ya tienen altos niveles de estrés deben ser especialmente cautelosos. El ayuno puede aumentar el cortisol, una hormona directamente relacionada con la ansiedad, la irritabilidad y el insomnio. Si el cuerpo ya está sometido a una carga emocional elevada, imponerle restricciones alimentarias podría amplificar el malestar.

Más que una moda, una decisión personalizada

El ayuno intermitente puede ser una herramienta útil, pero no debería aplicarse de forma generalizada. Cada persona, y en especial cada mujer, necesita valorar su contexto hormonal, emocional y metabólico antes de decidir si esta práctica encaja con su estilo de vida.

La clave no está en dejar de desayunar, sino en aprender a escuchar al cuerpo. Y si ese cuerpo te pide comida al comenzar el día, tal vez lo mejor que puedes hacer es sentarte, masticar lento y disfrutar de un desayuno nutritivo y reparador.