El conocido alimento que no soporta Alberto Chicote: "No me ha gustado desde que era niño"

El conocido y televisivo chef ha desvelado qué curioso alimento no soporta e intenta evitar en sus menús a toda costa: la ciencia explica esta reacción (y no tiene nada que ver con tus gustos)

El chef español Alberto Chicote / INSTAGRAM @albertochicote
El chef español Alberto Chicote / INSTAGRAM @albertochicote

¿Hay alguna comida que simplemente no puedes ni ver, aunque todo el mundo diga que es deliciosa? ¿Te ha pasado que probaste algo de pequeño y, desde entonces, te genera rechazo aunque nunca más lo hayas vuelto a comer? No es capricho, podría tratarse de un mecanismo de protección ancestral que aún vive en nuestro cerebro.

Esta reacción tiene nombre: aversión gustativa. Y aunque suena técnico, es más común de lo que crees. Se trata de un fenómeno psicológico por el cual asociamos un alimento a una experiencia negativa, como un malestar o una intoxicación, y desde entonces, nuestro cuerpo lo rechaza de forma automática.

Alberto Chicote: el chef que no puede ni oler los huevos

Uno de los casos más conocidos en nuestro país es el del chef Alberto Chicote, una figura muy reconocida en la cocina y en la televisión. A pesar de estar acostumbrado a trabajar con todo tipo de ingredientes, hay uno que no soporta: los huevos.
Sí, tal como lo lees. En una entrevista reciente para el programa ¡A comeeer!, de la Cadena SER, confesó:

Aborrezco los huevos y no me han gustado desde que era niño.

Y no es cuestión de gustos, es algo visceral. Le encantaría que le gustaran, pero su cuerpo simplemente los rechaza. “Ojalá pudiera disfrutarlos, pero me superan”, añadió. Incluso admite que siente cierta envidia cuando ve a alguien comerse un huevo frito con deleite.

Este tipo de reacción de Chicote seguramente va más allá del paladar. Puede ser una respuesta aprendida por el cuerpo a una experiencia pasada que, aunque no recordemos, quedó registrada como algo "peligroso" por nuestro sistema nervioso al asociar lo ocurrido a la ingesta de huevos: "Y lo digo de verdad, ojalá me gustaran los huevos, pero no puedo con ellos. Cuando veo a alguien disfrutar comiéndose un buen huevo frito, me da mucha envidia. Pero no lo he tomado nunca, no me gustan", ha comentado sin razonar si el sabor es lo que le disgusta o no.

Aversión alimentaria: una herencia de nuestros ancestros

La aversión gustativa tiene mucho que ver con nuestra evolución. Antiguamente, los humanos debían probar plantas y frutos sin saber si eran seguros. Si algo nos hacía daño, el cerebro lo registraba rápidamente para evitar que volviéramos a consumirlo. Este sistema de alerta fue clave para nuestra supervivencia, y aún hoy sigue activo.

 (1500 x 1000 px)   2025 07 21T193810.547
Unas chicas sufren animadversión al pepperoni de la pizza sin explicación aparente/ CANVA

Un ejemplo clásico que David Solot, estudiante de doctorado en Psicología Organizacional de la Universidad de Walden, comentaba el verdadero significado de la aversión alimentaria en un artículo para a CNN de la siguiente manera:

"Imagina que una noche, sales con amigas, tomas algo con sabor a coco (como un cóctel con ron) y, más tarde, acabas vomitando. Puede que el alcohol haya sido el problema, pero tu cerebro lo asocia automáticamente al coco. La próxima vez que huelas ese aroma, sentirás náuseas sin saber por qué, aunque sea un yogur con este sabor como base. Así funciona esta respuesta condicionada", explicaba.

Y es que aunque el alimento en sí no haya sido el culpable, nuestra mente elige el sabor más llamativo como responsable. Y, desde entonces, tu cuerpo reacciona cada vez que lo detecta.

Cuando tu cuerpo culpa al alimento equivocado

No todas las aversiones son lógicas. A veces, el alimento "acusado" no fue el verdadero culpable. Por ejemplo, supón que desayunaste café con leche como siempre, y más tarde comiste un plato de comida china muy sazonado que nunca habías probado.

Horas después, te sientes fatal. Sin saber cuál fue la causa, tu cerebro identifica como amenaza ese conjunto de sabores nuevos. ¿El resultado? A partir de entonces, cada vez que huelas, la salsa de soja, tu cuerpo se revolverá.

 (1500 x 1000 px)   2025 07 21T193827.863
Unas niñas asocian el insecto al alimento que están comiendo y sufren un ataque de asco/ CANVA

Lo curioso es que la culpa quizás era de la leche cortada en tu café de la mañana. Pero como ese sabor te resulta familiar y “seguro”, tu mente lo descarta automáticamente. Así, lo nuevo se convierte en sospechoso.

Huevos: un superalimento que genera división

Los huevos son un claro ejemplo de alimento amado y odiado a partes iguales. Durante años, han tenido mala fama por su contenido en colesterol. Muchos los evitaron por miedo a los problemas cardiovasculares.

 (1500 x 1000 px)   2025 07 21T193853.462
Un plato saludable con huevo duro/ CANVA

Sin embargo, la ciencia ha demostrado que el colesterol dietético no tiene tanto impacto en la salud como antes se creía. De hecho, los huevos están repletos de nutrientes esenciales.

Estos son algunos de sus beneficios:

  • Proteína completa: Un huevo contiene unos 6 gramos de proteína de alta calidad, con todos los aminoácidos esenciales.

  • Salud ocular: La yema es rica en luteína y zeaxantina, antioxidantes que protegen la visión y previenen el envejecimiento ocular.

  • Ideal para el embarazo: Gracias a su aporte de colina, ácido fólico, hierro y vitaminas del grupo B, favorecen el desarrollo neurológico del bebé.

  • Efecto saciante: Son bajos en calorías y altos en proteínas, lo que ayuda a mantener el apetito bajo control.

  • Metabolismo activo: La colina también ayuda a regular el metabolismo y la función cerebral.

¿Y si no puedes con ellos? Escucha a tu cuerpo

Si aun con todo esto no puedes ni verlos, no te preocupes: no estás sola. Tu cuerpo está respondiendo a una memoria profunda, incluso aunque no la recuerdes conscientemente. No es cuestión de voluntad ni de exigencia. La clave está en encontrar otras formas de nutrirte y, si puedes, explorar alternativas con calma.

 (1500 x 1000 px)   2025 07 21T193841.282
Unos huevos chafados contra el suelo/ CANVA

¿Quién sabe? Tal vez, como muchas personas, un día redescubras ese alimento desde otro ángulo: cocinado de forma distinta, en una receta nueva, o simplemente con otra actitud. Y si no, tampoco pasa nada. Lo importante es respetar lo que tu cuerpo te dice y no obligarlo a nada. Porque detrás de cada "no puedo con esto", hay una historia que tu cerebro recuerda mejor que tú.