La preciosa cala de Menorca que aparece y desaparece con los temporales
La costa sur menorquina esconde rincones idílicos bañados por el agua turquesa del Mediterráneo
 
    
Pasada la playa de Binisafua, cuando acaban las urbanizaciones de apartamentos blancos a ambos lados de la carretera, a mano izquierda se esconde una preciosa cala que aparece y desaparece al capricho de los temporales que azotan la costa sur de Menorca.
Del amplio aparcamiento de tierra parten varios senderos en dirección a esta diminuta cala. Son apenas 20 o 30 pasos, con una leve pendiente, hasta que el azul turquesa del agua deleita incluso a los isleños que la visitan asiduamente.
Es Caló Blanc
Este idílico rincón recibe el nombre de Es Caló Blanc. 'Caló' es cala en mallorquín, y el 'blanc' (blanco) se debe al color blanquecino de las rocas que rodean la cala. Un blanco sutil que contrasta con el azul del mar, uno de los más bellos de la isla.

La cala de Menorca que aparece y desaparece
La playa de Es Caló Blanc, si se puede llamar playa, es de unas dimensiones diminutas -no supera los tres metros de ancho y apenas tiene unos cinco o seis metros de fondo-. Y eso, cuando tiene arena.

Un rincón idílico y poco masificado
No obstante, haya o no haya arena, muchos prefieren instalarse con su toalla directamente en las rocas, desde donde también es posible, y sencillo, el baño.
Es cierto que es Caló Blanc ha ganado fama en los últimos años por el precioso color de sus aguas. Pero también lo es que sigue siendo una cala poco masificada incluso en verano. Por todo ello, es un auténtico tesoro a tan sólo 6,5 kilómetros del pueblo de Sant Lluís y a 12 kilómetros de la capital de la isla, Mahón.
 
    

