Mankel, director del hotel más antiguo de Menorca: "Sin el Xuroy a la cala le faltaría algo"

Entrevistamos al gerente del primer hotel de playa de Menorca, ubicado en el pueblo de pescadores de Alcaufar, para hablar de su establecimiento y del fin de la presente temporada

Mankel, director del hotel Xuroy de Menorca, en la puerta del establecimiento / TC
Mankel, director del hotel Xuroy de Menorca, en la puerta del establecimiento / TC

Me encuentro con Mankel Sintes Pons en los muelles de Alcaufar, un pequeño pueblo de pescadores de la costa sur de Menorca. Recoge el hilo de pescar y nos trasladamos a la terraza del Xuroy, el primer hotel de playa de la isla, el negocio familiar que regenta junto a su mujer, Cati Parpal.

"Menuda oficina, ¿eh?". "Así da gusto trabajar". Aquí sentados, en primera línea de mar, con la suave brisa y el sol de esta mañana de finales de octubre, es inevitable sentirse un privilegiado. Y la entrevista deriva en una conversación sobre el pasado y el presente de este establecimiento icónico de Menorca, que figura en los escritos de Josep Pla de mediados del siglo XX. 

--Todo empezó en 1950. "La cala de Alcalfar es por el momento la mayor creación turística de la isla de Menorca y merece una atención especial, indicio de lo que llegará a ser la costa meridional de Menorca en el futuro. Un conjunto bellísimo y agradable", dejó escrito el maestro Pla. ¿Cómo fueron los inicios del Xuroy?

--Esto era una cueva de pescadores donde se reunían tres amigos, entre ellos el abuelo de mi mujer, Antonio Parpal, para hacer comilonas y pasar el rato. La gente pasaba por la playa y, al verlos, pedían un vaso de agua o una copa de vino. Entonces, Antonio puso cuatro mesas y montó un pequeño chiringuito. Un merendero. De ahí pasó a hacer dos habitaciones, y él y su familia se instalaron a vivir aquí. Antonio era emprendedor, y muy valiente, porque los inicios no fueron fáciles.

Postal antigua de Alcaufar con el Xuroy a mano izquierda
Postal antigua de Alcaufar con el Xuroy a mano izquierda

--Y su hijo tomó el relevo…

--El chiringuito pasó a su hijo Manolo, mi suegro, que fue quien emprendió lo del turismo. Por aquel entonces, en los años cincuenta, había algunos hostales en Mahón y Ciudadela, pero el Xuroy fue el primer hotel turístico de playa de Menorca. Y así empezó a crearse lo que es hoy. Lo poco que se ganaba se invertía y el negocio iba creciendo.

--¿Cómo han logrado mantenerse como un hotel de referencia durante más de 70 años?

--Con mucha dedicación, muchas horas, mucho trabajo, un muy buen personal, bien remunerado. Tenemos personal de hace treinta años. Y con una clientela muy fiel. 

--El lugar también ayuda…

--El lugar es un paraíso. El que viene por aquí siempre nos dice: ‘No sabéis lo que tenéis’. Sí, sabemos que tenemos un paraíso

La playa, el hotel y algunas casas del pueblo de Alcaufar / HOTEL XUROY
La playa, el hotel y algunas casas del pueblo de Alcaufar / HOTEL XUROY

--El hotel Xuroy se ha renovado, pero, al mismo tiempo, ha sabido conservar a su clientela, a su personal y su esencia menorquina.

--Yo creo que el secreto está en tratar muy bien a la gente e ir adecuando el hotel a la modernidad, pero sin perder el encanto que tiene. Hay gente que viene y nos dice: ‘Es como retroceder veinte años en el tiempo’. Sin embargo, las habitaciones se han remodelado por completo, poco a poco. Somos un hostal, y seguiremos siendo hostal, al menos, hasta que yo me muera.

--Nadie diría que el Xuroy es un hostal…

--Hay gente que dice que pasamos por un hotel de cuatro estrellas, pero somos hostal y estamos orgullosos de serlo. Aunque hemos puesto aire acondicionado y nevera en todas las habitaciones y hemos hecho algunas suites.

Una de las habitaciones renovadas / HOTEL XUROY
Una de las habitaciones renovadas / HOTEL XUROY

--¿Es un clásico modernizado?

--Sí, modernizado por exigencias de la vida. Son cosas que necesita el huésped, pero sin perder la esencia del Xuroy.

--El Covid lo cambió todo, ¿no?

--Tuvimos que plantearnos a ver hacia dónde nos dirigíamos. A una renovación profunda de las habitaciones con un cambio de cliente a un nivel económico un poco superior. No nos gustan las aglomeraciones. En el restaurante teníamos 85 mesas y ahora tenemos 45. Dábamos de comer a 450 personas. Era una locura. El Covid nos hizo cambiar de normas, restringimos mesas, y así se quedaron. Y estamos muy contentos, nosotros y el cliente. El negocio tiene que dirigirse hacia donde tú crees. Nos hemos quitado los turoperadores. Ahora solo tenemos uno pequeño de toda la vida, que nos ayuda en los meses de mayo y octubre. Todo es directo.

--Gracias a la clientela fiel de la que hablaba, tanto en el hotel como en el restaurante. ¿Cuál es el secreto para que el cliente repita?

–El servicio, la comida, que estén a gusto, no fallarles… Y, si fallas, intentar hacerlo mejor. Saber cómo se llaman, saber qué mesa les gusta, que todo esté perfecto para ellos. Eso el cliente lo agradece. Hay domingos de agosto que todos son repetidores. Se saludan, se van a la mesa del otro y disfrutan.

--Los camareros también son fieles…

--Esto es lo principal. Se trata de escuchar y exigir mucho, pero haciendo que cojan el sentimiento Xuroy. Hay camareros que llevan treinta y veinte años. Si la empresa va bien, ellos tienen que ir bien. A nosotros no nos ha dejado nadie por el sueldo. La temporada dura seis meses, y hay que cuidar al personal durante esos seis meses, porque, al final, ellos son tus ojos. Tienes que tener gente que quiera el sitio donde trabaja y así ganar juntos.

Parte del equipo del hotel Xuroy / TC
Parte del equipo del hotel Xuroy / TC

--Además de Antonio, Xavi, Luis y compañía, ¿el pescado fresco es el plato estrella?

--Sí. A día de hoy, sí. Tenemos dos embarcaciones que nos traen pescado fresco. Los inicios fueron duros, porque el pescado no es un mercado fácil, pero apostamos por el sitio, por la gastronomía de Menorca. Tenemos pescado fresco, lo cocinamos muy bien y nuestros clientes vienen a comer buen pescado.

--¿No siempre fue así?

--No. Esto empezó como un chiringuito de playa. Yo empecé hace 32 años vendiendo pollo a l'ast y tortillas, la famosa tortilla de Gabilondo. Pero un restaurante tiene que especializarse en algo, y nosotros fuimos a por arroces y pescados. Creo que somos un restaurante reconocido por ello, sin desmerecer lo otro.

--Dicen que Iñaki Gabilondo siempre pedía la tortilla de patatas, pero ya no está en la carta…

--Es verdad, pero se la hacemos a él y a ti también. Hemos quitado algunos platos y hemos reducido la carta, pero si nos piden los famosos espaguetis con almejas y gambas, si el cliente nos avisa un día antes, se los hacemos con el fumet de pescado de siempre.

--Ahora se ven menos ingleses y más turistas nacionales y franceses… ¿Cómo ha evolucionado vuestro perfil de huésped?

--Ha evolucionado por ley de vida. Hay que ofrecer y dar calidad. El inglés era un huésped de todo incluido que pagaba poco por estar en paraísos como este. Entonces dábamos desayuno y cena. Media pensión. Poco a poco, cambiamos la media pensión a solo desayuno. Y parte de ese tipo de cliente que estaba todo el día en el hotel, que no se desmerece, se fue. Ahora nos enfocamos a un cliente más fiel y de un poder adquisitivo un poco mayor. A veces, menos es más. No por tener un hotel lleno con todo incluido ganas más. Menos mesas es más. Las cosas tienen que hacerse bien. Quitarte un turoperador que te llena el hotel cada mes no es fácil. Ha sido duro, pero lo hemos conseguido.

--Llega el fin de temporada. Este domingo cerráis… ¿Hasta cuándo?

--Cerramos este domingo a mediodía hasta el mes de mayo. En abril empezamos a prepararlo todo y solemos abrir la primera semana de mayo.

--¿Cómo se viven la temporada baja y el invierno?

--Es cerrar para descansar y desconectar un poco. A partir de enero, ya estaremos otra vez aquí con mi mujer, que es la propietaria y directora, e Ignacio, el subdirector, para gestionar las reservas, ponernos manos a la obra y mantener el hotel. El invierno pasa rápido.

--¿Qué sería Alcaufar sin el Xuroy?

--No lo sé. Es como la Casita Jaime. A veces, dicen que la quieren quitar. Pero, si la quitaran, para mí faltaría algo. Pasa lo mismo con el Xuroy. Es un hostal bien situado en la playa, en la cala. Sin él, faltaría algo.

--Mi madre no sé qué haría sin el Xuroy... 

--Y sin su calamar a la andaluza... La verdad es que el Xuroy se ha integrado muy bien en el territorio de la cala y forma parte intrínseca de ella. Y que forme parte muchos años...

--¿Me podría reservar una mesa para despedirme del Xuroy hasta el año que viene?

--Eso está hecho. Te guardo una pegada a la playa para que podáis ver el mar.